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La protagonista de ‘Borgen’: «Por favor, deja claro que quiero que me llame Almodóvar»

La actriz Sidse Babett Knudsen –favorita de la reina Letizia, Manuela Carmena y Esperanza Aguirre– estrena ‘La doctora de Brest’. También es protagonista de la gran serie de HBO, ‘Westworld’. Pero ella lo que quiere es que la llame el director manchego.

borgen
Cordon Press

Sidse Babett Knudsen (Copenhague, 1968) tenía nueve años cuando dijo por primera vez que quería ser actriz. «Sé que tenía exactamente esa edad porque lo escribí en un cuaderno», recuerda, divertida y entrañable, durante el Festival de Toronto. «A continuación escribí que debía tener cuidado y no acabar siendo alcohólica», añade. Y se ríe con esa carcajada instantánea que está conquistando a medio mundo. La intérprete preferida de la reina Letizia, Manuela Carmena y Esperanza Aguirre por su papel de primera ministra danesa en Borgen está de ruta presentando La doctora de Brest, la película con la que inauguró el Festival de San Sebastián y con la que espera consolidar su camino para convertirse en una intérprete de mundo y poder salir de su «pequeño país». Un deseo que ya la ha llevado hasta Hollywood, donde ha trabajado en Inferno –con Tom Hanks– y en la gran apuesta de HBO, la serie Westworld –junto a Ed Harris y Anthony Hopkins–. Ella, feliz: «Básicamente, elegí este trabajo porque quería vivir mil vidas».

¿Cómo entró en el proyecto de La doctora de Brest? ¿Buscaba otro éxito francés tras El juez?

No, en realidad estos fueron los primeros que se me acercaron hace años, cuando aún no había ni guión. Y, al parecer, fue Catherine Deneuve quien me había visto y me recomendó. Algo que me hace muy feliz. Ella estaba trabajando con Emmanuelle Bercot –la directora– y le dijo: «Échale un vistazo a esta mujer». Me llamaron, me dijeron que tenían una historia tipo Erin Brockovich pero francesa [recrea la guerra de la neumonóloga Irène Frachon contra las farmacéuticas por un medicamento que mató a cientos de personas], y pensé: «Mierda, creen que soy francesa o medio francesa porque viví en Francia». Pero les pedí disculpas por mi francés y me puse a trabajar.

El cine francés tiene tradición de acoger a actores de otras nacionalidades, hay varios españoles con una carrera estable allí, como Carmen Maura, Sergi López, Victoria Abril…

¡Oh!, Victoria Abril, ¿qué hace?

Vive en París y trabaja más en Francia que en España, ¿le gustaría tener una carrera así?

Me gustaría trabajar por todo el mundo. Yo me formé como actriz en París y he viajado mucho toda mi vida. Después de vivir allí casi seis años, volví a Dinamarca y pensé que solo me quedaría un tiempo corto, pero me empezó a gustar mucho residir y estar en Copenhague. Aun así, cada año, desde hace 25, me digo: «Sigo aquí…».

¿El alma viajera le viene por sus padres?

Cuando era pequeña vivimos en Tanzania [ahí aprendió su inglés perfecto]. Mis padres viajaban mucho. Se conocieron en Perú, ambos navegaban por América Latina. Mi infancia consistió en ir a la escuela e irnos de viaje al acabar el curso.

Y su padre era fotógrafo, ¿quizá viene de ahí su inclinación artística?

Es curioso porque, cuando murió hace unos años, me puse a ver todas sus imágenes y me di cuenta, por primera vez, de que él perseguía lo mismo que yo. Los dos buscamos el lado humano, pero con contraste. No nos interesan las cosas absolutas, porque no todo es bueno o malo. A mí me encanta el cine y en él puede haber espacio para contar historias realmente terribles. Es importante, es informativo, pero yo no puedo, yo necesito esperanza… Necesito saber que hay vida, de lo contrario me entristezco mucho. No quiero sonar pretenciosa, pero creo que tengo una obligación de educar o dar un mensaje. Me encanta el cine como entretenimiento, pero creo que siempre tenemos que exigirnos que la audiencia viaje emocional o intelectualmente con nuestras películas, que salga de la sala sintiéndose un poco diferente.

¿Pero ese tipo de cintas escasean?

Sí, porque se tiene miedo a no vender entradas. Hay una tendencia en todo el mundo a acabar haciendo el mismo filme una y otra vez. Pero entonces vienes a un festival de cine y te das cuenta de que sigue vivo. Yo prefiero ser positiva. Creo que seguiremos disfrutando de historias interesantes, todas esas que hemos visto con hombres las veremos ahora protagonizadas por mujeres.

Como hizo con la serie Borgen. En España es un fenómeno.

Cuando empecé a promocionarla fuera de Dinamarca, me di cuenta de que había hambre por ver algo que reflejara la realidad. No finjamos que la mujer tiene el mismo papel que tenía en los años 50. Debemos mostrar lo que ocurre ahora. Para mí, lo más aburrido era ver estas historias de hombres siempre confundidos, cometiendo errores, siendo un poco malos, pero luego buenos, aprendiendo algo, bla, bla, bla. Y en ese contexto los personajes femeninos no cambiaban, eran siempre estables. Yo no conozco señoras así, pero sí mujeres que cometen errores, que pueden ser maravillosas y malas, con fallos y muy capaces. Necesitamos ver a esas féminas en pantalla, porque si no es demasiado aburrido. Ninguna somos exactamente igual cada día.

Su vida sí cambió mucho. ¿Cómo lleva el salto a Hollywood?

Con Westworld fue la primera vez que me sentí de verdad en otro mundo. Fui a Los Ángeles, rodamos allí. Todo era diferente. No sé si sabría explicarlo. Como europeos, siempre nos da miedo EE UU, su gran negocio, pensar que allí todo se mueve por dinero, pero hasta con un show tan grande como este quieren hacer algo especial, interesante, filosófico.

Y después de un proyecto tan grande, ¿qué viene?

Uf, no puedo pensar así. Soy malísima en eso de pensar «¿Dónde te ves en cinco años?». No tengo ni idea. De verdad. Todo lo que necesito es seguir probando cosas nuevas. No me sale planificar de forma natural. Y si lo hago, lo hago mal. Ya veremos, quiero dar otro giro. Quiero trabajar con Almodóvar. Ponlo bien claro en la entrevista: necesito trabajar con ese hombre. Lo he deseado desde mis años de París cuando vi Matador. Soy tan fan que coescribí una película almodovariana, por los colores, la ropa, la imaginación, Mona’s World; fue un desastre, pero era muy ambiciosa. Almodóvar era nuestro héroe.

Cuando se alcanza el éxito en la madurez, ¿todo resulta más fácil?

Quizá, pero no puedo comparar. Solo sé que desde pequeña, mientras todo el mundo quería convertirse en una estrella del pop, yo me tomaba lo de ser actriz muy en serio, quería ser como Vivien Leigh o Liz Taylor, como las mujeres de Tennessee Williams. No quería transformarme en una famosa, quería ser una buena actriz. Odiaba los aplausos. Odiaba salir al aplauso después de cada obra de teatro… Pero era una niña, ahora todo está roto.

¿Se siente más a gusto con el éxito?

No sé ni qué significa éxito. ¿Recibir premios, ser reconocida? Eso es maravilloso. Supongo que no pienso mucho en eso. Soy de Dinamarca. Vivo una vida completamente normal.

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