Pippa Middleton: de profesión, chica para todo
Consejera gastronómica, columnista y ‘chica it’. La hermanísima sabe sacar provecho del interés que acapara en la prensa rosa y tabloides.
No se casa. Y no será porque le falten ganas a la hermanísima, que ya se veía organizando un bodorrio por todo lo alto en las Highlands escocesas con su novio Nico Jackson. Las últimas semanas han sido un no parar de rumores ‘casamenteros’. La pareja lleva un año junta, paseando palmito entre Nueva York y Londres y muchos consideran que ya va siendo hora de que pasen por el altar, monten una boda elegante con mucho pamelón de Philip Treacy y den unas buenas portadas para la prensa rosa. Pero parece que al muchacho, un selfmade man que trabaja en el Deutsche Bank de Londres, le han entrado los siete males y ha preferido ir con calma, que luego, ya se sabe, lo que Dios ha unido está feo que lo separe un juzgado.
Al parecer el cerco (y circo) mediático que siempre rodea a su novia, preocupa al chico. Ella, en cambio, está acostumbrada. Y le gusta. Saltó involuntariamente a la fama como dama de honor en la boda de su hermana Kate con el príncipe Guillermo. Con su vestido marfil ceñido, escotado y marcando un trasero perfecto. Desde entonces brilla con luz propia. La revista Time la señaló como una de las personas más influyentes de 2012.
Posando con su pareja, Nico Jackson.
Getty
No le hace falta ni un vestuario de lujo. A la sazón, es una de las mejores prescriptoras de Zara. Y es guapa, extrovertida y espontánea. Un caramelito para la prensa del corazón y un reclamo para organizadores de eventos que saben que poner a Pippa (née Philippa, como dirían los puristas del protocolo) en la lista de invitados en garantía de éxito en la cobertura del sarao. La última, la Sugarplum Ball, donde Pippa se plantó con su novio-prometido-lo-que-sea con un ajustado vestido con transparencias y moño de señora mayor.
En una de sus últimas apariciones públicas, con vestido negro y transparencias.
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Ella brilla con tanta fuerza que se dice desde los tabloides que desde palacio le han recomendado que mantenga un perfil bajo, que tanta sobreexposición no es buena para nadie Pero parece hecha de teflón y nada ni nadie va a arrebatarle su momento de fama. Ni siquiera Karl Lagerfeld que afirmó: «No me gusta su cara; solo debería mostrarse de espaldas». O que las lenguas viperinas del colorín inglés la hayan apodado Her Royal Hotness (Su Alteza Caliente frente a su serenísima hermana, que es Her Royal Highness o Su Alteza Real). O que algún gracioso se calce una cuenta en Twitter con su nombre (ella ni siquiera tiene perfil) y tuitee falsas fotos de su sobrino recién nacido.
Pippa hace de su capa un sayo. No nos engañemos: la discreción no va con ella. Que hay que hacer un regalo a su real sobrino por el bautizo, la tita le regala una réplica de sus manos y piececitos en plata. Total: 8.400 euros. Que hay que volar, ella y Nico se sacan billetes en una compañía low cost y vuelan tan ricamente con el populacho. Que hay que aprender a bailar flamenco, pues se planta un inenarrable diseño de lunares y puntillas y aprende a moverse como una Lola Flores cosmopolita.
Con el vestido marfil con el que se disparó su fama en la boda de los duques de Cambridge.
Cordon Press
A Pippa le gusta jugar al tenis, ir de caza y salir de farra al british posh style. O sea, pintas en el pub londinense o en alguna discoteca de postín. Y, de vez en cuando, desfase con refregón en alguna fiesta veraniega. En 2011 pasó unos días en Madrid y lo mismo la veías en Fortuny, que fundiendo la tarjeta en el Zara de Gran Vía o remando en el estanque de El Retiro.
El pasado mes de noviembre la hermanísima se apuntó a una sesión de tiro al pichón entre amigas en Edimburgo. Un deporte muy de reyes y nobles desde que el mundo es mundo pero que en pleno siglo XXI chirría entre los defensores de los animales. La cosa podría haber pasado sin pena ni gloria de no ser porque, al término de la jornada, una de las invitadas instagrameó una foto de todas, con su look cazador-casual, frente a los cuerpos sin vida de una cincuentena de aves.
La cuñada del futuro rey de Inglaterra y sus colegas de disparos exhibía una sonrisa tan franca que puso los pelos como escarpias hasta a Bryan May, militante a ultranza de los movimientos en pro de los derechos de la especie animal. A sus 66 años, y anda que no habrá visto cosas el buen hombre, el guitarrista de Queen publicaba en su Twitter: «Me esfuerzo por comprender las sonrisas en esta foto»
Ejerciendo de hermanísima.
Cordon Press
Con tal de demostrar el talento que esconde en su interior, se ha propuesto ser escritora. La muchacha recibió un adelanto de casi 500.000 euros por su libro Celebrate, un personal análisis de las diferentes fiestas típicas británicas, con su recetario y consejos para organizarlas en familia. “Me siento afortunada por poder publicar un libro”, decía la debutante cronista antes de que el libro fuera un descalabro en ventas. Dos semanas después de su lanzamiento, la obra pasaba a un discreto puesto 308 en la lista de los más vendidos de Amazon. Y eso a pesar de haber rebajado su precio un 52%. “He volcado mi experiencia personal en celebraciones familiares y en mi trabajo para la agencia de eventos Table Talk”. O no lo volcó todo o hubo un fallo en la transferencia. El caso es que el delirante capítulo dedicado a la Cena de Burns, una fiesta informal escocesa donde se homenajea poeta Robert Burns alrededor de una buena mesa, cuenta ya como un motivo más para que Escocia se declare independiente de la corona británica.
La chica no es de las que se achanta ante el fracaso. Ella saca pecho y está empecinada en triunfar como escritora. De entrada, ya es columnista en Vanity Fair y en la revista de la cadena de supermercados Waitrose, donde comparte recetas con sus lectores. Y también, y esto es aún más sorprendente, en The Telegraph, donde lo mismo te desglosa las bondades del hidrospinning que la receta de las croquetas de jamón ibérico a la española. Pippa es mucha Pippa.
Pippa, todo sonrisas, pillada descansando de sus agotadoras tareas en una fiesta de Instagram en Londres.
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