Phil Collins y su propio caso Mainat: una ex con ansias de dinero, una mansión de 40 millones okupada en Miami y un amante ‘stripper’
La guerra que está manteniendo el que fuera miembro de Genesis con su última esposa, Orianne Cevey, parece sacada de una serie de televisión. Aquí tienes todas las claves para entender una de las historias más surrealistas de este 2020.
Tras semanas enganchados al fascinante caso Mainat, lo que no podíamos imaginar es que el mismísimo Phil Collins viviría en sus carnes un culebrón igual o, incluso, más rocambolesco que el protagonizado por el famoso productor televisivo. Cierto es que su currículum amoroso siempre ha sido de lo más agitado. Pero nada hacía presagiar que la relación con su última esposa, Orianne Cevey, terminaría siendo un circo mediático de demandas cruzadas y un buffet libre de escandalosos titulares para la prensa sensacionalista anglosajona. Como en toda buena historia, y más en este caso, vayamos por el principio.
Después de su fallido matrimonio con la canadiense Andrea Bertorelli en 1980, fruto del cual nació su primer hijo, Simon, el músico se refugió en los brazos de Jill Tavelman. Se casaron en 1984 y, cinco años más tarde, tuvieron a la actriz y modelo Lily Collins. Sin embargo, estando de gira en Suiza, en 1994 se cruzó en su camino Orianne, una traductora de raíces tailandesas 24 años menor que él. Lo suyo fue un flechazo. En aquel momento el autor de In the Air Tonight seguía oficialmente casado (el divorcio de Jill no se materializaría hasta 1996), pero aquello no le supuso ningún impedimento para instalarse en Suiza y empezar una nueva etapa al lado de la joven. De hecho, en 1999 se dieron el “sí, quiero” en un bodorrio de tres días en el Beau-Rivage Palace Hotel de Lausana que costó la friolera de 600.000 dólares. Al poco tiempo, igualmente, llegarían sus dos hijos en común, Nicholas y Matthew, quienes actualmente tienen 19 y 15 años, respectivamente.
Contra todo pronóstico, en 2008 decidieron romper. El divorcio, uno de los más caros de la época, le costó al artista nada más y nada menos que 45,76 millones de dólares. Orianne, a pesar de no tener la necesidad de trabajar nunca más, decidió reconvertirse en diseñadora de joyas. Se mudó a Estados Unidos y pasó nuevamente por el altar con el banquero Charles Fouad Mejjati. También volvió a ser madre. Por su parte, Phil, destrozado, permaneció en Suiza y ahogó las penas con todas las botellas que tenía a mano. “Nunca había sido un bebedor serio, pero de repente tenía mucho tiempo libre”, llegó a contar sobre la ruptura en las páginas de The Guardian.
Todo esto nos lleva a febrero de 2016. Inesperadamente, Orianne y Phil anunciaron su reconciliación, así como que vivían bajo el mismo techo en una mansión de Miami. La propiedad, valorada en 40 millones de dólares, fue comprada por él a través de una sociedad de responsabilidad limitada. “¡Sí, estamos juntos de nuevo! Obviamente, cuando tienes hijos, hay dos maneras de hacerlo. Puedes ir por el camino desagradable o por el camino agradable, y siempre fuimos por el camino agradable… Nos dimos cuenta de que nos echábamos de menos», anunció Collins en la revista People. Al parecer, después de que en 2014 su exmujer se sometiera a una cirugía de columna que la dejó con la pierna izquierda parcialmente paralizada, el británico cruzó el charco para cuidar de ella y sus hijos. Charles ya no estaba en su vida, por lo que Phil aprovechó para reconquistarla. Hasta se habló de una posible segunda boda. Finalmente, esto no ocurrió. Acabaría habiendo una, sí, pero él no estaría precisamente invitado a ella.
La telenovela, propiamente dicha, estalló este pasado 2 de agosto. Orianne le envió a Phil un mensaje en el que afirmaba que iba a viajar a Las Vegas por negocios. Aunque la realidad era muy distinta: tomó un vuelo hasta la ciudad de los casinos para, en secreto, casarse en la capilla Graceland con un guitarrista y empresario de 31 años llamado Thomas Bates. Phil Collins, que por entonces ya llevaba varias semanas en Londres preparando la futura gira de reunión de Genesis que acontecerá en 2021, no tenía ni idea de nada. En el hipotético caso de que desconfiara de la veracidad de los hechos, el Daily Mail disipó sus dudas publicando el certificado de boda. Humillado, desde el Reino Unido, a Phil Collins no le quedó otra que contraatacar por la vía judicial.
A sabiendas de que Orianne y su nuevo esposo continuaban viviendo en la mansión de Miami, sin ser ninguno de los dos sus legítimos propietarios, Phil se marcó una meta: desalojar a ambos de la casa para ponerla a la venta. Puso como fecha límite para que se fueran el 9 de octubre, pero para sorpresa de él se resistieron a hacerlo. Es más, no sólo podría considerarse que desde entonces están okupando el inmueble, sino que no dudaron en atrincherarse en su interior cambiando los códigos de las alarmas, bloqueando el acceso a las cámaras de vigilancia y contratando a un equipo de seguridad armado.
Orianne, alegando que se ha gastado en estos últimos años varios millones en diversas reformas y parte del mobiliario, dice que no va a moverse de ahí hasta que su ex le ingrese en su cuenta bancaria 20 millones de dólares, la mitad de su valor de compra. Según ella, el cantante le prometió verbalmente que le daría esa cantidad siempre y cuando se separase de Charles Fouad Mejjati y volviesen a estar juntos. Asimismo, como era previsible, ha aprovechado la ocasión para sacar a relucir todo tipo de trapos sucios mediante sus abogados. “Descubrí aproximadamente veinte cámaras ocultas en toda la casa, incluso en mi baño personal y en el vestuario. Estas cámaras fueron instaladas sin mi conocimiento o consentimiento. Por eso las cubrí con tiritas, para preservar mi privacidad y la de mis hijos”, figura en una de sus declaraciones juradas. En esos mismos documentos, además, confiesa que desde 2019 no mantenían relaciones sexuales porque el ganador de siete premios Grammy dejó de cepillarse los dientes y ducharse con regularidad. “El hedor de Phil se volvió tan penetrante que se convirtió en un ermitaño, negándose a interactuar personalmente con cualquier persona», apostilló al respecto.
Del mismo modo, en las últimas semanas, el equipo de abogados de Phil averiguó que Orianne, sin que nadie lo supiera, compró el pasado año un ático de 1,2 millones de dólares en Las Vegas. Precisamente, allí es donde se veía asiduamente con un stripper y escort de nombre Preston Thompson. Tal como este nuevo personaje de la trama explicó al diario The Sun, durante los 14 meses que estuvieron juntos, ella le agasajó con todo tipo de lujosos regalos. Desde un coche Mercedes-Benz hasta ropa de Tom Ford, Dolce & Gabbana y Dior. Los dependientes le llamaban el “Señor Collins”, para más inri. Según su testimonio, fueron juntos a una de las fiestas que Elton John organiza tras la gala de los Óscar. E, inclusive, en octubre de 2019 conoció en persona al cantante en la última fecha de su Not Dead Yet Tour. “Me presentó a Phil sólo como su amigo. Nos dimos la mano y fue incómodo. Tuve la sensación de que tal vez él lo sabía”, narró. En mayo rompieron porque descubrió que Orianne se mensajeaba con otro hombre. Y no, no se trataba de Thomas Bates, quien escasos meses después se convertiría en su sorpresivo nuevo esposo.
A estas alturas nadie sabe cómo acabará esta trifulca. Por lo pronto, Phil y Orianne han llegado a un acuerdo que establece que ella debe abandonar la casa de Miami a mediados de enero. Todavía está por verse si esto finalmente ocurrirá. Pero si de algo estamos seguros es que, hasta que llegue ese día, el culebrón nos deparará muchos otros capítulos. Pase lo que pase, tenemos preparado un buen bol de palomitas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.