Mika: «Louboutin empezó a diseñar zapatillas de hombre por mí»
Le gusta ser (e ir de) artista nómada. El rey de las canciones felices lleva meses viviendo en habitaciones de hotel debido a su trabajo como jurado de talent shows y a la preparación de su nuevo disco. Ser padre forma parte de sus nuevos objetivos.
Está aquí para cargarse el prestigio de lo triste. Mika, nacido Michael Holbrook Penniman, lleva ya casi una década facturando himnos felices como el que le hizo famoso, Grace Kelly. Después de un periodo itinerante en el que ha ejercido de jurado de Factor X, en Italia, y La Voz, en Francia, prepara nuevo disco para este año. Ah, también afirma que quiere «un puñado de niños». Pero aún es demasiado pronto.
¿Dónde vive ahora?
En el hotel Bristol de París. Parece que esté en el set de una película de Woody Allen. Llevo viviendo en hoteles todo el año, así que mi habitación está llena de discos, libros, ropa y revistas. Ahora mismo me muevo entre Estados Unidos, París, Milán… aunque mi casa sigue en Londres. He estado trabajando en televisión y también preparando mi nuevo disco.
¿Qué puede decir del álbum?
Saldrá a la venta este año. La gente que lo ha escuchado dice que suena a mí cuando era adolescente, cuando tenía 19 años.
¿Y cómo era usted cuando tenía 19 años?
Mi música mostraba una extraña combinación de reflexión y alegría extrema. No me importaba lo que la gente pensara de ella, si era demasiado melódica o demasiado feliz o lo que fuese.
Su anterior álbum, The Origins of Love, también era un disco feliz, de los de estar enamorado. Aunque suele creerse que la mejor música viene de la tristeza…
Eso es una absurda superstición indie. La mejor música, de Fleetwood Mac a Prince, la espina dorsal del pop, está en las canciones felices. Es muy fácil estar deprimido pero es muy difícil estar elegantemente contento. Elton John lo consiguió, Carole King, Daft Punk, Pharrell Williams (que colaboró en ese disco)… Pharrell, por ejemplo, lo entiende, en parte porque uno de sus héroes era Marvin Gaye, que también tenía ese don.
Usted se hizo famoso con una de esas canciones, Grace Kelly, casi de la noche a la mañana.
¿Qué dice? Eso no es cierto para nada. Bueno, se percibió así. Empecé a trabajar con 10 años. Y después, incluso esa canción tardó dos años en convertirse en un éxito. Se hizo popular de la manera más rara, gracias a la gente, no a los medios. Yo fui uno de los primeros artistas que salieron de Internet. Mi discográfica no sabía qué single sacar primero, pero los fans lo decidieron en MySpace. Ahora parece normal, pero hace siete u ocho años no lo era tanto. Es verdad que siempre me acordaré de que una noche me acosté y sólo 351 personas habían escuchado la canción. Y cuando me levanté por la mañana ya eran 58.000. En ese sentido tiene ra- zón. Yo pensaba que había un error. ¡Y de ahí pasó a 320.000!
¿Entonces ya estaba preparado para la fama?
Bueno, un día eres un niño de 10 años, te echan del colegio, todo el mundo te dice que eres un perdedor y que nunca harás nada y al año siguiente estás cantando un solo de ópera en el Royal Albert Hall. Fui un pequeño niño soprano. Pero al año siguiente lo volví a perder todo porque me cambió la voz. Así que creo en el poder de transformación.
Salió públicamente del armario hace dos años. ¿Por qué creyó que era necesario?
Lo hice en un momento que llegó de manera natural. Soy una persona real, no un político. No tengo interés en la política de la sexualidad y siempre he guardado mi privacidad. Pero estaba feliz, había solucionado muchas cosas en mi vida y me atraía la idea de quitarle misterio a algo que no tiene por qué tenerlo. Es una decisión personal. Me llevó tiempo y lo hice a mi manera. Si alguien no quiere salir del armario, no es el fin del mundo.
¿Lo hizo también porque estamos en un momento importante en lo que se refiere a los derechos gays?
Los países sin matrimonio homosexual empiezan a ser una rareza, aunque todavía vemos casos de represión en algunos como Rusia. Hay mucha gente luchando por la igualdad de diferentes maneras, personas que han sacrificado sus vidas por los derechos de los demás. Cuando yo hablo de esto en Italia, por ejemplo, que, como es sabido, no es el país más abierto del mundo, creo que humanizo la idea de una unión del mismo sexo. Si dos personas se aman, ¿cómo puede salir algo malo de ahí?
En Italia, precisamente, dijo en una entrevista que quiere tener «un puñado de hijos». ¿Es un plan a corto plazo?
Si lo hiciese ahora sería muy irresponsable, igual que no te compras un perro si sabes que no vas a estar en casa. En el futuro, sí, quiero tener varios hijos. Vengo de una familia de cinco hermanos y estoy acostumbrado a vivir en un caos feliz, no sabría criar a un niño de otra manera.
Su familia era bastante nómada. Se trasladó de Líbano a Francia, de ahí a Inglaterra…
Nací inmigrante. No me considero de ninguna nacionalidad, quizás europeo. Desde luego, no me gusta cómo los británicos suelen recordarte que no naciste allí. Eso no pasa en América. En Reino Unido me llaman «el cantante libanés». ¿Qué quieren decir con eso? Estudié con el sistema educativo inglés. Me siento más a gusto en España, Francia o Italia.
Su madre era costurera. ¿Disparó eso su interés por la moda?
Sirvió para que viera la moda como una cosa más, para no tomármela en serio. Ella trabajaba para grandes casas de costura y tenía los trajes colgados por ahí, en el salón de casa. Así que nos parecía lo más normal del mundo.
Usted ha colaborado con Paul Smith, por ejemplo.
Desde hace seis años también con Louboutin. Empezó sus zapatillas deportivas de hombre por mí, porque yo necesitaba unos zapatos con los que pudiese bailar en el escenario.
Y ahora que vive entre hoteles, ¿hay alguna prenda de la que no pueda separarse?
Tengo un abrigo de cachemir de tres cuartos, hecho en Savile Row, y la verdad es que puedes llevar con él lo que te dé la gana, tu ropa del gimnasio, lo que sea. Con ese abrigo encima estás fantástico, eres un auténtico dandi. Cosa que me parece muy importante. Un dandi nunca parece que siga la moda, puede llevar Gap, Valentino, lo que sea, y al final consigue que todo funcione. Para mí, esa es la definición de cómo debería vestir un hombre.
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