Maribel Verdú: «¿Por qué nadie le pregunta a Luis Tosar por qué no quiere tener hijos?»

Sin hijos es el último trabajo de Maribel Verdú (Madrid, 1970), una comedia fresca en la que encarna a una mujer que no quiere ser madre. Tal es su militancia que hasta pertenece a un club de personas que reniegan de la paternidad y se reúnen en una nave industrial para maldecir a los que engrosan la superpoblación. Verdú, como no podía ser de otra manera, se enamora del padre de una niña. Todo sin ella saberlo, claro. La actriz comparte cinta con Diego Peretti y la pequeña Guadalupe Manent, una auténtica revelación en pantalla que bien podría ser un cruce entre las chicas de Californication y Pequeña Miss Sunshine. 

¿Qué le sedujo del guión?

Juan Vera, un productor que me conoce bien, me lo ofreció diciéndome que lo habían escrito pensando en mí, que no tenía hijos ni pensaba tenerlos. Me atrapó la historia porque no es nada predecible. Y, sin ánimo de hacer un spoiler, he de confesar que, si el final hubiera sido distinto, no la habría hecho.

¿Es el papel de su carrera con el que más se identifica?

Para nada. Una cosa es que no quiera tener hijos, pero no soy tan radical.

Vamos, que no monta un pollo en un restaurante cuando algún crío grita.

Puedo hacerlo, pero no [ríe]. A mí me molesta la mala educación, independientemente de la edad.

Estará harta de la pregunta sobre su decisión de no ser madre.

Sí, sobre todo cuando me la formula una mujer, me avergüenzo de ello. Una nunca debería dar explicaciones sobre esto. ¿Por qué nadie le pregunta a Luis Tosar por qué no quiere tener hijos? El otro día, con 45 años que voy a hacer, me lo volvió a preguntar una periodista ¿En serio? Solo me di la vuelta y la miré. Y con esa mirada no hizo falta que dijera nada más.

Diego Peretti y Verdú protagonizan el filme.

Maria Antolini / Tornasol Films.

Ser o no ser, las experiencias

La decisión en torno a la maternidad es una elección controvertida. En el libro Sixteen Writers on the Decision Not to Have Kids (Picador), 16 escritores diseccionan sus motivos alejados de tópicos. A Sigrid Nunez, biógrafa de Susan Sontag, le pesa el recuerdo de una madre obligada solo por imperativos sociales. En el caso de Lionel Shriver, autora de Tenemos que hablar de Kevin, la motivación no es tan emocional: tiene dinero y pareja, pero prefiere dedicarse a escribir. En todos subyace el temor a ser juzgados por elegir un camino distinto.