Mariacarla Boscono: «Soy estricta. No deseo una hija mimada»
Mariacarla Boscono es genio y figura en la pasarela desde hace dos décadas. La italiana defiende los polos opuestos. Solo la actitud define el estilo.
Generalmente, en 1997, los scouts de modelos peinaban el mundo en busca de nuevas versiones de Kate Moss, chicas de rodillas huesudas y cara interesante que pudiesen traducir la actitud del momento. No era fácil. Alguien vio la polaroid de una adolescente romana de aspecto ligeramente extraterrestre y la contrató para desfilar en exclusiva para Comme des Garçons. La muchacha en cuestión, que había hecho algunas fotos espoleada por Catallini, el colaborador de Fellini que era amigo de sus padres, nunca había oído hablar de la marca japonesa y creyó que para su primer trabajo importante debía «parecer una modelo» y eso implicaba copiar en todo lo posible a Claudia Schiffer. Se compró tacones y una minifalda, se hizo un peinado de peluquería que, según su propia descripción, le hacía parecer la Mafalda de Quino y se cubrió la cara con dos dedos de base del color equivocado. Por suerte, los maquilladores Pat McGrath y Julien d’Ys supieron ver más allá y no la mandaron a casa. Ese día, desfiló convertida en un personaje de teatro kabuki, con la cara completamente blanca, medias lunas negras sobre los párpados y el pelo color ala de cuervo transformado en una cresta mohicana.
Tras ese bautismo de inmersión en la moda, Mariacarla Boscono se ha pasado 20 años sin parar de trabajar. Ha sido imagen de Moschino, Pucci, Bottega Veneta, Vera Wang, Dolce & Gabbana, Galliano y Hermès (entre 2008 y 2009 casi dejó sin campañas al resto de modelos) y sustituyó precisamente a Moss como cara de la colección de Stella McCartney para H&M, cuando a la inglesa le alcanzó el escándalo por sus fotos con sustancias sospechosas, y ha acompañado a su mejor amigo, Riccardo Tisci, en todas sus aventuras. En 2012, este colocó a Mariacarla en una campaña de Givenchy con su hija recién nacida en brazos, Marialucas –cuando parecía imposible bajar aún más la media de edad de las modelos–, en un gesto de intimidad y complicidad.
Hoy Marialucas tiene 6 años y su madre interrumpe varias veces la entrevista para pedirle «bacci» y comentarle algo sobre un vestido de bailarina con su inquebrantable acento romano, que no ha perdido a pesar de que de niña vivió en Estados Unidos y Kenia, debido al trabajo de su padre empresario. «Soy una madre estricta; no quiero que mi hija sea una mimada. Tengo suerte porque no le gusta mucho ver la tele ni el iPad; le gusta el aire libre. Nació en Ibiza y pasa allí desde junio hasta septiembre, todo el día en la playa».
Boscono ocupa un lugar privilegiado en la profesión. Las firmas que la contratan (Proenza Schouler para su campaña de primavera de 2018; Chanel, Versace y Oscar de la Renta en sus últimos desfiles) no lo hacen como un guiño al pasado, sino por su activo presente, y ella puede permitirse «escoger qué, cuándo, dónde y con quién» trabaja. El mundo de la moda también reconoce su poderío: cuando celebró sus dos décadas como modelo hace unos meses acudieron a rendirle homenaje desde Courtney Love a Ellen von Unwerth. Aunque Boscono apunta a los clásicos inconvenientes que afectan a la vida de las modelos, también asegura que no le gusta quejarse: «Si no te gusta, dedícate a otra cosa. Nos pagan, hacemos un trabajo creativo, viajamos… Cada día doy gracias a las estrellas por mi vida».
Será cierto, pero en los últimos años las modelos, una parte muy bien pagada pero no siempre respetada en el sector, se han organizado para hacerse oír. Karen Elson (gran amiga de Boscono) y Sara Ziff dan la cara por The Model Alliance, sindicato que promueve «el trato justo y la igualdad de oportunidades» en la industria y Alison Pelletier respalda la aplicación Agent, que les permite denunciar casos de abuso. La italiana se siente «cercana a cualquier mujer que haya tenido una experiencia horrible en el trabajo», pero admite que no ha sido su caso. «Yo siempre me he sentido escuchada. Si tenía hambre en una sesión, pedía comida. Si estaba cansada, lo decía. Siempre he sido muy expresiva. Igual porque soy una bruja italiana que habla a gritos –se ríe–, pero si alguien era arrogante, me largaba. ¿Que tú eres un gran fotógrafo? Pues yo soy una gran modelo. Todo sabemos que hay fotógrafos muy engreídos por ahí».
El mismo día que habla con S Moda, varias revistas han confirmado que rescinden sus contratos con Bruce Weber y Mario Testino, tras las acusaciones de abuso publicadas por The New York Times y Business of Fashion. Su caso sigue al de Terry Richardson y todo indica que el huracán #MeToo no ha acabado de pasar por la industria de la moda. «A mí nunca me ha ocurrido, no sé si por mi actitud o porque tuve suerte. No se puede abusar del poder y cualquiera que lo haga tiene que pagar por ello. ¿Por qué surge ahora? Me alucina que estemos con esto en 2018. En nuestra cultura, la gente te observa por la calle y siempre me ha parecido mal cuando me han mirado como si me estuvieran arrancando la ropa. Ahora, no me voy a poner un burka por eso. Las mujeres no deberíamos cubrirnos. Yo hago desnudos todo el tiempo y estoy muy orgullosa de mi cuerpo y de mis fotos. No me parece que esté vendiéndome», comenta con vehemencia. Ama a su país, «una gran cultura, de gente lista y divertida» y no piensa moverse de su casa en las afueras de Roma, pero cree que «Italia todavía está algo retrasada en todo esto; es distinto que en Nueva York, quizá por la cultura católica».
La tensión se relaja cuando recuerda sus primeros años como modelo, en Londres «en un piso de modelos masculinos, porque me parecían más limpios y ordenados». «Yo cocinaba y me trataban como a una reina», rememora. Allí conoció a Tisci y ambos se hicieron inseparables. Él le pidió que desfilase en su show de graduación de Saint Martins y sus agentes no lo permitieron. Qué era eso de trabajar gratis. Ambos se han desquitado con creces. En 2004, cuando él se encontró sin apoyo financiero a pocos días de mostrar su colección, Boscono movió cielo y tierra para organizar un desfile en un garaje de Milán que recuerdan todos los que asistieron porque Elson apareció vestida de tul en una bici de montaña y la policía lo clausuró porque no tenía permisos legales. «A cada chica que conocía le decía que tenía que participar. Llevaba las invitaciones en el bolso y me acercaba a Franca Sozzani, a Anna Wintour y les soltaba: ‘Tenéis que venir. Es el show de la semana’. Fue genial». Aun así, no adelanta por dónde pueden ir los próximos pasos del diseñador, que dejó Givenchy en febrero pasado y no se incorporó a Versace, como se esperaba.
Boscono mantiene los labios sellados respecto a un cameo que podría hacer «en una gran película». Años atrás, se formó en el centro de interpretación de Lee Strasberg en Nueva York y llegó a interpretar Las criadas, de Jean Genet, en el teatro de la escuela. En realidad, no ha dejado de aplicar sus dotes dramáticas, palpables hasta cuando habla por teléfono: «Por eso me lo paso bien con Mert & Marcus. Te permiten meterte en un personaje». Otra fotógrafo estrella, Ali Mahdavi, vaticinó que no dudaría en ficharla para una película: «La imagino como una mujer burguesa y fría que al final resultaría ser una viuda negra que mata a todos sus amantes». Pues eso, todo intensidad .
La ‘top’ según Mert & Marcus.
«Conocimos a Mariacarla en Londres en 1997», calculan Mert Alas and Marcus Piggot. Ellos se habían conocido dos años antes también en la capital británica; y estaban empezando a trabajar juntos, convertidos en pareja emocional y artística. Su primer trabajo se publicó precisamente en 1997, en Dazed & Confused. «Aquel día teníamos una sesión de fotos para la revista Numéro; y ella era la chica que habíamos seleccionado del casting. Pero la noche antes habíamos estado trabajando hasta las tantas y al final nos acostamos tardísimo.La sesión era en nuestra casa [a finales de los 90 su apartamento era su base de operaciones]. Sencillamente, nos quedamos dormidos», admiten. «Cuando Mariacarla llegó, debió de pasarse por lo menos media hora llamando al interfono ininterrumpidamente antes de que uno de los dos se levantara y le abriera la puerta. La dejamos pasar y nos volvimos a la cama. Así que Mariacarla tuvo que esperar hasta mediodía para empezar a trabajar, porque no fue hasta entonces, tras el almuerzo, cuando empezó la sesión de fotos».
«Además de poseer una belleza única, lo más emocionante para nosotros como profesionales es su estilo, visión y comprensión del proceso creativo fotográfico. Tiene un gusto excepcional y, sobre todo, es audaz y no le asusta ir un paso más allá», destacan. «Es una amiga de verdad, una gran madre y una compañera de fiestas superdivertida». Legendarias son las farras que la gang de Tisci ha vivido y compartido en redes. También han trabajado juntos en muchas campañas y editoriales. «Nuestra favorita es una que hicimos para la revista Love con un cisne, inspirada en la historia de Leda y el cisne. ¡Es una de las fotografías más bonitas de nuestra trayectoria!».
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