Luna Ki: “Me ilusioné con Eurovisión pero en ningún momento concebí quitar el ‘autotune’, la herramienta de sonido con la que trabajo”
Descendiente de judíos ucranios. Hija de exiliados cubanos. No binaria. Canta. Baila. No se la pierdan.
“Es fuerte para una persona como yo, no binaria, que hago drag, que me paso el día expresándome con mi moda, siendo extrema, mostrarme al natural. Me ha costado mucho, ha sido un proceso aceptarme, decir soy así, no llevas maquillaje porque no quieres tapar nada. Ese es el concepto, que Luna Ki es mucho, pero Luna Ki sin nada es más”, reflexiona la artista. Se refiere a la portada de su primer álbum, CL34N, que pronto saldrá a la luz y en la que se presenta al desnudo: “No hay maquillaje, no hay pelo falso, no hay ropa, no hay uñas. Soy yo”. Lleva un año intenso, en enero se retiró del Benidorm Fest (antesala española de Eurovisión) por no poder utilizar el modificador de voz autotune y su decisión se hizo viral. Hija de exiliados cubanos, Luna Górriz nació en Barcelona hace 23 años. De niña fue al conservatorio y a ballet. Grabó su primer tema, Septiembre, con un móvil, y se mudó a Madrid para estudiar moda en IEDE. Cuenta que en esa época se movía en los círculos del trap, frecuentaba Infierno (la fiesta de Yung Beef), durante un tiempo compartió piso con Khaled, de la Pxxr Gvng. Todo lo vivido llevó al nacimiento de Luna Ki.
Dice que tiene “una historia familiar intensa”. ¿Cómo le ha influido?
Los cuatro abuelos de mi abuela paterna eran judíos ucranios, de Poltava y Odesa, que se refugiaron en Argentina a principios del siglo XX huyendo de los progromos. Mis padres escaparon de Cuba por la situación castrista. Para mí ha sido un choque cultural desde peque, a la hora de ir al colegio, de relacionarme. Me crie en una familia exigente, dura con la educación. Quien más arte me inculcó fue mi abuela paterna, Mónica, que es escritora, artista y arteterapeuta, ella me abrió la mente.
¿Cómo llegó a la música?
Con 16 años empecé a meterme en un mundo underground de referencias, Lil Peep, Bones, el emo trap. He tenido una adolescencia afectada por la inestabilidad mental, con medicación, ingresos… El shock de que muriese de una sobredosis Lil Peep, mi ídolo, me hizo reflexionar sobre lo que quería hacer con mi vida.
En 2019 lanzó Septiembre, ¿qué echa de menos de aquella Luna?
Siento nostalgia de tener tiempo libre para crear. El hecho de hacer una canción sin que nadie la esté esperando, sin que haya una presión detrás, una inversión. La inocencia con la cual yo hacía cosas.
¿Cómo fue mudarse a Madrid?
Me mudé a un sótano en Lavapiés, viví con Khaled y aprendí lo que era la rutina de un artista, le veía llevar sus redes sociales, le ayudaba con todo. La casa era un after, le abríamos las puertas a todo el mundo. Pero yo me encontré con unos límites para mi salud mental, fue complicado. Ahí empezaron a comentarse mis canciones. A mí me empoderaba sentir que no me trataban como una groupie. Grabé mi EP y dejé la universidad de moda y mi familia se sintió bastante decepcionada. Entonces tuve que volver a casa de mis padres a Barcelona.
¿Y cómo pasó del Primavera Sound a querer participar en Eurovisión?
Soy una persona que nunca ha encajado en ningún sitio, desde que empecé en la música me han dicho: lo que haces no está bien, o no tienes calle suficiente, no tienes flow… Ha habido muchas barreras y he tenido que reinventarme y cruzarlas. Todo ha sido una inversión constante en mi proyecto para crecer a full.
Voy a morir era una de las favoritas en Benidorm Fest. ¿Por qué decidió dejarlo si no podía utilizar autotune?
Había gente que había hecho su canción pensando en Eurovisión y llevaba un año preparándose. Yo supe de la existencia del concurso un mes antes de que se hiciese pública la candidatura, no fui buscándolo. Me veía venir complicaciones. No era mi mundo, ir a Eurovisión no era mi sueño, dije me voy a meter en el hoyo de las críticas, y no era lo que me apetecía. Pero pensé: imagínate que de repente a toda España le gusta lo que hago y hacemos un cambio brutal. Me ilusioné. En ningún momento se concibió ni se habló de quitar la herramienta de sonido que utilizo.
¿Cambiará la regla respecto a su uso?
Estoy seguro de que en 2034, si sigue habiendo Eurovisión en el mundo, va a poder utilizarse autotune. Es una cosa que me ha dejado una sensación superamarga. He recibido mucho acoso en redes sociales.
Incluso decían que era una campaña de marketing creada por su padre.
A mí lo que se me da bien es subirme a un escenario y dejar a la gente flipando, no hacer polémicas y marketing. Es evidente que Luna Ki no es una agencia de publicidad. Lo que me ha pasado en Benidorm me ha afectado para el resto de mi vida y mi carrera. Si hubiese querido polémica, la hubiese buscado. Me hubiese plantado en el festival, la hubiese liado allí.
¿Hay un desprecio hacia estos sonidos?
El rechazo hacia el autotune también es una cuestión de ser un hipócrita, al 90% de la gente que lo odia le pones en una discoteca Believe de Cher y la cantan. A lo mejor la gente me critica porque quiere ser como yo, o quiere tener mi poca vergüenza. El hecho de tener haters… yo estoy clean [limpia], como dice el título de mi álbum.
¿Por qué eligió ese título?
Es una despedida a la Luna que era, un cambio de piel. Dejar la Luna tóxica, dolida, traumatizada, y dar pie a un nuevo proyecto. Lo dedico a mi sanación. Sin dejar la esencia futurista del EP Unknown 2034.
¿Piensa en el futuro sin nostalgias?
Ojalá no estar siempre en el recuerdo, pero soy bastante depresiva, para qué mentir. Pero busco el equilibrio. CL34N va sobre estar presente. Quiero disfrutar este momento que es ahora. Y ya está.
* Estilismo: Juan Cebrián. Maquillaje: Shanna de Morgan. Peluquería: Pol Guarné. Asistente de fotografía: Brian Páez. Asistente de estilismo: Rubén Cortés. Agradecimientos: MNLO, director de moda y arte de Luna Ki.
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