Leopoldo Pomés: «Detesto que se dé una imagen ñoña de la mujer»
Este artista polifacético –también leyenda viva y descubridor de talentos– ha revolucionado con su mirada la estética y condición femeninas.
Decía el escritor Manuel Vázquez Montalbán que había que agradecerle a Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931) haber colaborado activamente en la erotización de la sociedad española. Desde el día 10 de marzo y hasta el 12 de julio, una exposición en la Fundació La Pedrera de Barcelona recoge su mirada creativa, un itinerario plural a lo largo de 60 años a través de la fotografía, la publicidad y el cine.
Ha sido pionero en la fotografía de moda en este país…
En su momento trabajé en muchas campañas publicitarias; era una época en la que teníamos que reinventarlo todo. No existían los casting, buscábamos una imagen moderna y, por fuerza, teníamos que recurrir a modelos extranjeras. Recuerdo que a Nico, la que luego fuera musa de Andy Warhol y cantante de The Velvet Underground, la descubrimos en Ibiza durante nuestro viaje de novios –se casó con su mujer y socia profesional Karin Leiz–. Nos quedamos impresionados ante aquel rostro y figura tan potentes.
Ventana redonda (1959).
Cortesía de Leopoldo Pomés
Si algo caracteriza a sus modelos y retratos femeninos es una imagen de potencia, de afirmación.
Detesto que se dé una imagen ñoña de la mujer. En aquel momento la publicidad presentaba a una mujer sumisa o subordinada al hombre. Así que aposté por la provocación. Por ejemplo, elegí a una modelo vestida solo con una camiseta cabalgando en libertad sobre un caballo blanco para anunciar un brandy. Fue bastante rupturista.
Para muchas modelos usted ha sido su pigmalión, como el caso de Teresa Gimpera, a quien convirtió en uno de los rostros más populares de la publicidad.
Una de las películas que más me han influido en mi vida ha sido precisamente Pigmalión, protagonizada por el actor Leslie Howard, en la que interpretaba a un profesor que transforma a una florista malhablada en una gran dama. Con Teresa Gimpera el trabajo fue muy estimulante desde los inicios. Un día apareció por nuestro estudio y rápidamente nos dimos cuenta de que era una persona que comunicaba muy bien, como luego se demostró.
¿Cómo se desenvuelve un hombre analógico en este nuevo mundo acaparado por lo digital?
A veces me pregunto: «Si viviera Man Ray, ¿que prefería, lo analógico o lo digital?» Hay que reconocer que lo digital te ofrece, entre otras ventajas, poder llevar una cámara que cabe en el bolsillo de la chaqueta y hacer fotografías que de otra forma no hubieras realizado nunca. Pero uno de los aspectos que menos me gusta es el posterior trabajo de retoque: no me atrae el maquillaje que se realiza con Photoshop.
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