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Leila Slimane: “La religión monoteísta es misógina”

Ha ganado el Goncourt siendo joven, mujer y marroquí con una novela sobre la maternidad y sus contradicciones: «No busco provocar, sino que haya debate».

«La literatura tiene que hablar de la complejidad del mundo y del ser humano, de lo difícil que es vivir todos los días con otra gente», asegura.
«La literatura tiene que hablar de la complejidad del mundo y del ser humano, de lo difícil que es vivir todos los días con otra gente», asegura.Mirta Rojo
Ana Fernández Abad

Nació en 1981 en Rabat y con 17 años se fue a vivir a París. Aún recuerda el choque cultural. «Fue muy difícil. Venía de una ciudad pequeña, donde todo el mundo se conoce. La familia, en Marruecos, es muy importante, un poco como en España. En Francia nadie se preocupaba de nadie, a mis amigos del colegio no les importaba mi soledad. No podía entender ese egoísmo». El año pasado se llevó el prestigioso Premio Goncourt (Proust, Malraux, Duras o Houellebecq están en su nómina) con Canción dulce, la historia de Louise, la nanny de una familia burguesa parisina que asesina a los dos niños que cuida. «La literatura tiene que hablar de la complejidad del mundo y del ser humano, de lo difícil que es vivir todos los días con otra gente», asegura. Es la duodécima mujer en recibir el galardón: «Si otra chica me ve espero que piense: ‘Puedo hacerlo’. Hay que dar ejemplo y decir que es posible, incluso si eres del Magreb o de África, incluso si eres una mujer, escribir buenas novelas y ganar».

¿La educación es clave para la integración?

La educación en casa es importante, pero no es la única clave. La forma en que te miran también lo es. Cuando vives en un país y tienes la impresión de que la gente es racista contigo o te mira como si fueras siempre un extraño resulta difícil integrarse en esa sociedad. Yo estoy muy integrada, soy una especie de árabe exitosa, no son racistas hacia mí. Para la gente de los suburbios sí es difícil.

¿Es más un problema de clases que de raza? Su libro apunta eso.

Desde luego, me interesa hablar de miseria material y también afectiva. El problema real de Louise es su soledad. Teme amar porque ha sufrido muchísimas separaciones.

También habla de las prisas continuas, de la falta de tiempo.

Pensamos que cuanto más tengas que hacer, más exitoso eres. No se acaba nunca. Siempre tienes algo que pensar, que decir, que fotografiar, que compartir en las redes. Es muy estresante. Estamos agotados.

Y así aparece la doble moral. Sus protagonistas son una familia modelo, progre, a la que no le gusta reconocer sus fallos.

Encuentro muy interesante mostrar la diferencia entre la teoría y la práctica, porque en teoría no eres racista, eres muy tolerante, no desprecias a la gente que no tiene dinero… Pero en la práctica es difícil, y cuando tienes que tratar con alguien que es muy distinto a ti, de otro país, de otra clase, a veces descubres que quizá sí seas un poco racista, o un poco condescendiente. Quería mostrar estas contradicciones.

Además, aborda el rol de la mujer, la dicotomía de trabajar y ser madre. ¿Por qué ha querido incidir en este tema?

Porque lo estoy viviendo. Es muy difícil ser mujer en nuestra generación. La gente te dice que puedes hacer cualquier cosa: ser madre, trabajar, ser una buena esposa, viajar, tener amigos, ir a fiestas… La pregunta crucial es cómo lo hacemos y qué tenemos que sacrificar para ello. Hay mucha culpabilidad en las madres. Y no ocurre lo mismo con los padres. Acabas cansada. Y te sientes mal.

¿Cómo cambiarlo? ¿Con el apoyo de los gobiernos, de la sociedad?

Todos coincidimos en que las mujeres deben trabajar y ser libres, pero a la vez seguimos teniendo un montón de clichés sobre la maternidad y sobre que la mujer debe sacrificarse por sus hijos. Tendríamos que hacer una especie de revolución cultural para asimilar que una mujer no es lo que solíamos pensar. No deberíamos intentar ser perfectas.

¿Cómo define el feminismo hoy en día?

Es una lucha. Hay muchos tipos, por lo que resulta muy difícil definirlo: tenemos feminismo heterosexual y homosexual; está el occidental, y también el que existe en países como Marruecos, donde lo llaman feminismo islamista, que dice que puedes ser feminista y muy religiosa; hay otras corrientes que opinan que eso es contradictorio… Creo que esa variedad es buena, que viene bien que exista un debate.

¿Se puede ser ambas cosas, feminista y religiosa?

No lo sé. Creo que el patriarcado y la religión están muy cercanos, y que las religiones monoteístas, como el judaísmo, el islam e incluso el cristianismo son misóginas, no les gustan las mujeres. Viviríamos mejor sin la religión. Pero cada uno tiene su punto de vista, y yo respeto a la gente que necesita la religión para sentirse libre.

Precisamente su próximo libro es un ensayo sobre la sexualidad femenina en Marruecos. ¿Por qué decidió darles voz?

Las mujeres allí viven en una sociedad muy compleja: al mismo tiempo, el país quiere ser moderno, europeo, y a la vez existe una sociedad muy conservadora donde la gente joven no puede vivir libremente, se tiene que esconder para amar. Quiero mostrar esta contradicción. Estamos en una transición entre una sociedad vieja y una moderna.

¿Teme que abordar ciertos temas le provoque problemas?

Si tienes miedo no haces nada. No quiero provocar ni crear escándalo. Solo decir lo que pienso, que haya debate. Puedo entender que no se comparta mi punto de vista, pero pido libertad de expresión.

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Sobre la firma

Ana Fernández Abad
La editora de estilo de vida de S MODA está especializada en temas culturales y personajes de actualidad. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra y ha escrito en medios como Diario 16, El Comercio o Descubrir el Arte.

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