“Estoy desinformada sobre lo que se dice de mí. Actúo y me voy a casa”
Asistimos a la grabación en Windsor de la tercera película de Bridget Jones, que se estrena el 16 de septiembre, para hablar con sus protagonistas: Renée Zellweger y Patrick Dempsey.
Barro, música a todo volumen y coronas de flores. No es Glastonbury, pero lo parece. El ficticio Longburn Festival –con un cartel en el que figuran Suede, Ed Sheeran o Patti Smith– sirve de escenario para el encuentro entre Bridget Jones (Renée Zellweger) y el nuevo guapo de ojos claros de la saga, Jack Qwant (Patrick Dempsey). Al natural, el doctor macizo de Anatomía de Grey es tan «encantador» como sugiere la productora Debra Hayward. Está impecable con camisa azul, jersey gris y botas de montaña manchadas por la tierra húmeda de Windsor Great Park, situado a una hora de Londres, junto a Ascot. «Es difícil encontrar una buena comedia romántica como esta. Da la impresión de que Bridget siempre ha estado ahí. Es una película icónica, el personaje es un arquetipo y resulta interesante observar su evolución», asegura.
No ha tenido que cambiar su acento –como hace Zellweger cada vez que se mete en la piel de esta periodista londinense– para participar en Bridget Jones’ Baby, la tercera entrega de la saga, que llegará a los cines el 16 de septiembre. En la cinta interpreta a un americano, el dueño de una web de citas online que conoce a la protagonista en el festival que su empresa patrocina. «Hay mucha gente que está sola y busca a la persona adecuada. Internet es una buena herramienta para encontrar a tu pareja ideal. Nunca lo he utilizado, pero me parece fascinante», dice con una sonrisa irónica, la misma con la que rescata (y seduce) a una Bridget de blanco impoluto que cae con todo el equipo –trolley rosa, bolso de Mulberry– en el fango de la zona de acampada.
DE LA INOCENCIA A LA COMPLEJIDAD
Pero ¿qué hace Bridget bailando en shorts como una loca en la carpa dance? Se ha dejado arrastrar hasta allí en busca de nuevas sensaciones por su amiga y compañera de oficina Miranda (Sarah Solemani) tras romper con el perfecto –y tan british– Mark Darcy (Colin Firth). En la nueva cinta tiene 43 años –ha pasado una década desde la segunda película, en la que viajó a Tailandia– y vive acorde a su tiempo: su diario es digital, le gusta FKA Twigs. «Al repasar los primeros filmes, he visto lo inocente que era Bridget. Ahora aborda un momento distinto de su vida, es una mujer más compleja», afirma Zellweger. Tiene una aventura de una noche y al poco tiempo descubre que está embarazada, pero no sabe quién es el padre, si Darcy o Qwant. «Podríamos decir que es su versión más feminista. Es optimista, romántica, pero nunca es una víctima», reflexiona la actriz, que en la vida real prefiere hacer oídos sordos a los comentarios de las redes sociales: «Actúo, trabajo y me voy a casa, estoy pacíficamente desinformada. Si ignoro el ruido puedo centrarme solo en lo que está pasando aquí».
Lo que ocurre en ese preciso instante en el set de rodaje es que la directora, Sharon Maguire –responsable de la primera entrega, estrenada en 2001–, graba una bola de plástico gigante con una persona dentro que atraviesa el recinto. Para Eric Fellner, uno de los productores –también de títulos como Fargo o La chica danesa–, recuperar a la directora ha sido un acierto: «Es genial, porque Sharon fue la inspiración detrás del personaje, conoce su mundo». Ya es de noche cuando Maguire deja de gritar «Rolling!», se apagan luces y decibelios, y un fundido a negro devuelve el silencio al parque.
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