La singularidad y el magnetismo de las modelos españolas
Este es el retrato de 22 mujeres de distintas generaciones que no conocen fronteras, por mérito profesional (y no solo físico).
BEATRIZ RONDA. Cuando dejó Sevilla para irse a Madrid, nadie apostaba por ella. «Decidí empezar un doble grado y a los seis meses firmé con una agencia». En 2018, ha trabajado para casas como Givenchy o Sportmax. Ahora sueña con desfilar para Prada: «Fue la primera pasarela que vi en televisión».
CLAUDIA MARTÍN. Posó para Duyos a los 15 años. Con 21, ya ha paseado sus facciones duras y su personalidad enérgica por las semanas de la moda de Nueva York, París y Madrid. Estudia Administración y Dirección de Empresas en inglés. «Para mí esta carrera es una base para aprovechar la experiencia que adquiera como modelo en el otro lado de la industria».
MARTA DEL CAÑO. Su pelo rizado, de corte ochentero, y una tez salpicada de lunares son su carta de presentación. Ha fichado por marcas como Dolce & Gabbana y Parsons MFA. Aspira a desfilar también para Louis Vuitton y Chloé: «Me encantan sus creaciones y la fuerza de sus castings».
EUGENIA SILVA. Despegó con éxito cuando Óscar de la Renta la eligió como imagen de sus perfumes. «Firmó mi primer visado para trabajar en Estados Unidos». A finales de los años noventa, su belleza clásica y su fotogenia cautivaron a los directores de casting de Prada, Dior o Versace, y a fotógrafos como Steven Meisel y Mario Testino. Sigue vinculada a la moda a través de su plataforma de venta online Cabinett.
MAYKA MERINO. Su carrera se disparó cuando, en 2015, abrió el show de Prada. «Soy la primera española en hacerlo, va a pasar a la historia». Con una belleza atípica, ha protagonizado campañas de JW Anderson y Alexander McQueen, entre otros.
NORA VARA. Dicen de ella que tiene una percha impecable. Abrió la pasarela de Antonio Grimaldi hace un año, y ya ha presentado las colecciones de Armani, Schiaparelli o Blumarine. Entre contrato y contrato, intenta decidir qué carrera cursar. «Sé que necesito formarme para el futuro».
NURIA ROTHSCHILD. Llegó a esta industria cuando una fotógrafa la paró por la Gran Vía madrileña. Se trasladó a Londres y en 2016 debutó internacionalmente con Saint Laurent. Su melena de corte irregular y una actitud rockera son su sello. Este año ha caminado para Delpozo y Yohji Yamamoto, entre otros. «Mi objetivo es ser maniquí durante muchos años».
CARMEN CELLI. Su imponente altura (184 cm) y un rostro lánguido juegan a su favor. Se mudó a Madrid en septiembre para perseguir su sueño: «Me gustaría subirme a la pasarela con Valentino».
GALA HOULIHAN. En un vídeo reciente con Dulceida, confesó que siempre han criticado su altura y su delgadez. Sin embargo, esta silueta alargada y su expresión inocente le sirvieron para alzarse con el premio Elite Model Look a los 14 años.«Era muy joven y no lo aproveché lo suficiente, ahora lo exprimiría más». Su objetivo es abrirse un hueco también en la Alta Costura de París.
JADE. Su fuerza racial, casi exótica, es un imán en un contexto de diversidad e inclusividad. «El cambio es menor de lo que se dice, pero sí es cierto que el sector se ha abierto a un canon más amplio». Miembro de un colectivo afrofeminista, ha participado en la última campaña de Garnier y anhela firmar con Louis Vuitton.
CARMEN GARITANO. Su piel pecosa y su melena rizada recuerdan a Adwoa Aboah, un referente para la joven. «Muchas personas no aceptan sus peculiaridades porque no tienen en quién verse reflejadas».
INÉS SASTRE. Su elegancia idiosincrásica le valió ser la imagen de Lancôme durante más de 10 años, la relación más duradera de una firma cosmética y una modelo. Caballero de las Artes y las Letras de Francia y de la Orden de la Stella d’Italia, celebra el momento de apertura que vive hoy la industria. «Es positivo comprobar que la moda apuesta por la representación de mujeres de todas las edades».
MADELEINE HJÖRT. Su nombre está ligado a la generación de tops de principios de los 2000, cuando formó parte del elenco de Helmut Lang. Recuerda con cariño los shows de Galliano y Gaultier. «Fueron muy emotivos».
MARTA ORTEGA. Su perfil andrógino triunfó sobre la pasarela de Romeo Gigli. Lleva dos décadas seleccionando modelos (desde 2010, en su propia agencia, Mad Models). «Me gusta orientar la carrera de las que hoy empiezan».
DAVINIA PELIGRÍA. Tenía 14 años cuando fue descubierta mientras bailaba en las fiestas de su pueblo. Fue una de las maniquís habituales de Cibeles a finales de los noventa. Actualmente, trabaja mucho con su pareja, el también modelo Oriol Elcacho. «Viajar con él por curro es lo más parecido a unas vacaciones pagadas».
NATALIA LÓPEZ. En su primer desfile con Roberto Verino, lució un traje blanco masculino. Su pelo corto, su estilo andrógino y unos andares de bailarina han definido su carrera –que dejó hace nueve años para cuidar a sus hijos–. Ahora estrena nuevos proyectos. «Vuelvo a tener agencia en Nueva York y París».
LAURA PONTE. Sus facciones asimétricas, casi cubistas, emocionaban a Valentino o Christian Lacroix. En 1996 fue la tercera modelo mejor pagada del mundo. Un éxito que le sirvió para entender cómo funciona el negocio y dedicarse a su verdadera pasión: el diseño. «Mi primer año en Londres lo pasé bocetando vestidos y joyas».
BLANCA SUELVES. Ojos azules, rasgos nórdicos y un rostro que recuerda a las musas de Peter Lindbergh. Así triunfó en una profesión en la que nunca se sintió cómoda del todo: «Cuanto antes empiece, antes acabo», pensaba. Alejada de las pasarelas desde hace más de 20 años, está volcada en la organización de eventos en la finca que comparte con su marido.
CELIA FORNER. Revolucionó el sector con su belleza arrolladora. Lo suyo eran planos cortos y primeros planos. «Me encantaba el momento de acción, de posar ante la cámara o de saltar a pasarela. Te convertías en otra». Ahora se dedica a los cosméticos con su línea Alleven.
MACARENA MICÓ. Musa y amiga de Miguel Adrover (Premio Nacional de Diseño 2018), sus rasgos picassianos le llevaron a posar ante el objetivo de Mario Testino y Terry Richardson, entre otros. Esta experiencia marca ahora su trabajo como diseñadora: «Creo piezas que resalten a las mujeres, con las que se sientan cómodas».
RAKEL BREL. Su melena pelirroja y su mirada penetrante de ojos azules la hacen inconfundible. Ha desfilado para firmas como Chanel, Saint Laurent y Armani. Para ella el siguiente paso es saltar a la actuación. «La moda es una buena plataforma para aprender a interpretar».
PALOMA MORALES. Musa de Sybilla y fiel a la diseñadora, su silueta delgada se convirtió en su seña de identidad (a veces incómoda). «Disfruté muchísimo de estar embarazada, llena de redondeces». Este año ha vuelto a subirse a la pasarela con Duyos en Madrid .
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