Elle Evans o el caso de la mujer que lleva diez años huyendo de ‘Blurred Lines’, la canción más controvertida del siglo
La modelo y actriz, que aparecía desnuda en el polémico videoclip del tema más escuchado de 2013, narra sus intentos de desligarse de un éxito comercial que se enfrentó a acusaciones de plagio, cosificación femenina y hasta acoso sexual contra su intérprete, el defenestrado Robin Thicke
Ni Get Lucky de Daft Punk, Wake Me Up de Avicii o el Wrecking Ball de Miley Cyrus. La banda sonora de 2013 no tuvo mayor protagonista que Blurred Lines, batiendo varios récords de permanencia en el puesto más alto de las listas hasta convertirse en la canción más escuchada del año.
La repercusión del tema convirtió a su intérprete, un semidesconocido Robin Thicke, que hasta entonces era todavía etiquetado como el hijo de Alan Thicke (el padre de Los problemas crecen), en una –efímera– estrella de la industria musical a todo derecho. Los coros de Pharrell Williams y el rapero T.I., esa línea de bajo, el falsete, ese sonido de cencerros que copiaba el feeling setentero de Marvin Gaye, Blurred Lines se alzó como un himno fiestero por excelencia. Una versión explícita de su videoclip, controvertida y censurada al mostrar a tres modelos en toples mientras el trío las perseguía, siguió aumentando el suflé del primer y único triunfo de su intérprete. Poco duró el idilio de la opinión pública con aquella provocación veraniega que contenía versos como “Te voy a dar algo grande para partirte el culo en dos” y que acabaría detonando el debate sobre el sexismo cronificado en la industria años antes del MeToo. Apenas unos meses después de saborear las mieles del olimpo del pop, las acusaciones de plagio, misoginia y perpetuación de la cultura de la violación convirtieron el tema en un himno de la infamia que defenestró a su intérprete y marcó para siempre la carrera de una de las mujeres protagonistas del vídeo.
“No quería ser recordada como la chica de Blurred Lines. Se transformó en algo de lo que no quería hablar”. Justo cuando se cumple una década del lanzamiento de la canción, la modelo estadounidense Elle Evans ha narrado en la revista Bustle su relación con la canción que la catapultó a la fama en 2013. Evans, que estaba acompañada por las también maniquís Jessi M’Bengue y –una todavía anónima– Emily Ratajkowski, tenía 23 años cuando aceptó aparecer en el vídeo meciendo a una oveja o cabalgando un perro de peluche vestida solo con un tanga. Lo hizo para pagar sus deudas universitarias, ignorante no solo de la repercusión que alcanzaría, sino de la propia canción, que no escuchó por primera vez hasta llegar al plató. “Yo me aprovechaba de mi aspecto para ganar dinero porque era la única opción que tenía entonces. Esos trabajos pagaban las facturas. Yo le decía a mi representante que no quería quedarme estancada en esos roles de desnudez. Y me respondía: ‘¿Y si Julia Roberts nunca hubiera hecho Pretty Woman porque no quería interpretar a una prostituta?”, evoca Evans.
El estreno de esta versión explícita del vídeo y su consiguiente censura en YouTube les otorgó una publicidad extra que terminó por catapultar Blurred Lines a los primeros puestos. Dirigido por la cineasta Diane Martel, buscaba supuestamente satirizar los tabús autoimpuestos y la hipersexualización característica del trabajo de fotógrafos vigentes en aquellos años como el abyecto Terry Richardson.
Thicke consideró que “tres hombres felizmente casados y con hijos eran los perfectos para reírse sobre la degradación a las mujeres”, pero el supuesto intento de subversión no fue entendido por el público. Versos como “Sé lo que quieres”, “Traté de domesticarte” o “Haz como si te doliera” generaron un debate sobre la percepción masculina del consentimiento ante el acto sexual y el peligro de creer que esas “líneas borrosas” que daban título a la canción se aplicaban también al hecho de creer que un ‘no’ significa en realidad un ‘sí’. Fue bautizada en internet como “the rape song” (“la canción de la violación”) y la revista Vice la describió como “una obra maestra de la idiocia, la estupidez y la arrogancia”. Si buscaban ofender, lo consiguieron. El hecho de que Miley Cyrus, 15 años menor que Thicke, la bailara contoneándose contra su entrepierna en los premios MTV acabó por enterrar profesionalmente a su autor. Tardó ocho años en volver a publicar nuevo material y ahora se gana la vida como jurado de la edición estadounidense del concurso Mask Singer.
Las cosas tampoco mejoraron para Thicke a nivel personal. Él y Pharrell Williams fueron condenados por plagiar la canción Got to give it up de Marvin Gaye y se vieron obligados a compensar con más de siete millones de dólares a la familia de la leyenda del soul. En las sesiones del juicio, Thicke se defendió alegando que estaba ebrio y drogado durante la composición del tema, manchando una imagen pública hasta entonces impoluta. Casado con la actriz Paula Patton y padre de un niño, esta le pidió el divorcio en 2015 alegando abuso físico y emocional, infidelidad y adicción a las drogas y al alcohol.
La historia de infamia de Blurred Lines vivió un episodio más en 2021, cuando Emily Ratajkowski relató en su libro My Body que el cantante, de nuevo borracho, la acosó sexualmente durante la grabación del videoclip, manoseando sus pechos desnudos sin su consentimiento. Evans, que no fue testigo directo de los hechos, sí recuerda el efecto que tuvo en el ambiente del set lo sucedido. “Emily se marchó de una manera muy abrupta. Hubo una especie de discusión entre el equipo de producción sobre qué podían hacer, cómo iban a grabar el resto del vídeo sin ella. A mí me dijeron que tenía que coger un vuelo”. En su opinión, el tema no debería ser olvidado “por todas las lecciones que aprendimos de aquello”. Mientras que Thicke sigue alegando que la única pretensión de la canción era que la gente “se levantara y bailara”, Pharrell Williams dijo estar “avergonzado” de Blurred Lines.
Elle Evans trató durante años de sacudirse la experiencia traumática del controvertido hit y abrirse hueco como actriz en Hollywood. No lo consiguió y tras un puñado de papeles episódicos en diferentes series de televisión o películas de serie B dice haberse retirado definitivamente a los 33. “Cuando llegué aquí desde un pequeño pueblo pensaba que ser rica y famosa equivaldría a éxito y felicidad. Me di cuenta al mudarme a Los Ángeles y meterme en la industria que eso no era para mí. Mi vida ha cambiado por completo. Soy una esposa y una madre, ese es mi principal foco”, narra a Bustle. Evans se casó en 2019 con Matt Bellamy, el líder de la popular banda británica Muse, tras cuatro años de relación. Un año después dieron la bienvenida a su primera y única hija en común hasta la fecha, Lovella.
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