Elena Furiase: «Nunca quise usar el apellido Flores. No reniego de mi familia, pero quiero que me conozcan por mí»
Abrazando la fantasía y la abstracción del mundo real, la actriz Elena Furiase debuta como escritora con la novela juvenil ‘El mundo secreto de Árbal’.
La historia del último proyecto de Elena Furiase (Madrid, 35 años) arrancó hace más de dos décadas. Fue durante unas vacaciones en Ibiza cuando aquella niña de 13 años con predilección por hacer volar su imaginación perfiló un mundo mágico de guerreros, hechiceras, ogros y sirenas. Aquel esbozo se quedó a vivir en la cabeza de su autora hasta que Furiase, actriz conocida por su trabajo en series como El internado, aprovechó un periodo de parón profesional y el consejo insistente de su madre, Lolita Flores, para bucear en la memoria y escribir El mundo secreto de Árbal (Círculo Rojo), su primera novela. Ella celebra su salto a la fantasía juvenil: “Era algo que estaba dentro de mí y que tenía que soltar”.
Le dedica el libro a su yo de 13 años. ¿Cuántos de los sueños que tenía ha podido cumplir?
No sé si se han cumplido todos mis sueños, pero desde luego sí bastantes expectativas, como ser actriz y madre. Y la mujer que soy ahora no deja de soñar. Como me enseñó Manuel, un numerólogo, siempre hay que tener objetivos conscientes y concretos.
Es curioso que muchos de sus compañeros mencionen su pasión por la numerología. ¿Hay un boom entre los actores?
Pues debe ser el mismo… Yo creo en muchas cosas: en Dios, en la astrología o en la numerología. La numerología tiene que ver con proponerte metas, tenerlas claras y alcanzarlas, ya sea ahora, en un mes o en varios años. La he probado y a mí me ha funcionado.
¿Quién fue la primera persona a la que dejó leer su novela?
A mi suegra, Sonsoles. Para mí es como una madre. Confío mucho en ella, es una mujer muy culta, muy leída y fue la primera que me dio sugerencias. Que enganchara a una mujer de 60 años, que no suele leer fantasía, fue todo un empuje.
La misión de Sara, la protagonista, es superar obstáculos para volver a casa. ¿Qué valor le da al hogar?
Mi casa es mi familia. Desde que di a luz a mi hijo me he mudado varias veces por diferentes motivos, así que me tatué un tipi indio por esa idea del nómada que dice que allí donde estén su tipi y su familia estará su casa. Sea donde sea eso.
¿Se arrepiente de no utilizar el Flores en su nombre artístico?
No, porque creía que con Elena Flores la gente pensaría que iba a tirar de mi apellido. Me ha costado llegar hasta donde estoy y todavía me cuesta, aunque algunos piensen que no. A veces me siguen viendo como un personaje creado y no como una persona. No reniego de mi familia, pero quiero que me conozcan por mí.
Si le pidieran un libro sobre su familia, ¿de qué género sería?
¡De terror! (ríe) No, no, creo que sería una tragicomedia. Habría mucha comedia, pero también tenemos momentos de intensidad. La gente lo leería entre la sonrisa y la lágrima.
Y habiendo nacido en una familia como los Flores, ¿de verdad necesitaba refugiarse en la fantasía? ¿No había suficiente en casa?
No lo veía como un refugio, simplemente me ha gustaba soñar despierta. He tenido una infancia muy bonita, obviamente he vivido algunas cosas que me han marcado, pero la fantasía era un juego en el que me gustaba estar y que también me inculcó mi prima Alba.
Firma el libro con sus dos apellidos, Furiase González. ¿Es una decisión deliberada?
Me apetecía. A lo mejor quería que hubiera una pequeña distinción entre la actriz y la persona. Yo toda la vida he sido Furiase González: en el colegio, en la universidad, en las invitaciones… Soy de una generación en la que conocíamos a nuestras amigas del cole por los dos apellidos y mis amigas me siguen recordando así. Me gustó.
Su último proyecto como actriz es la serie Mía es la venganza en las tardes de Telecinco. ¿Impone sustituir a Belén Esteban?
Es una cuestión de cadenas. Es cierto que no consumo Sálvame, pero las cosas son así, cogernos tirria entre unos y otros es absurdo. A veces hay que salir para poder entrar y entrar para poder salir. Soy una mera trabajadora e iré donde me digan.
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