El lado más seductor de Maribel Verdú
A sus 43 años, la actriz española se muestra seductora y poderosa en S Moda. «Muchas veces he intentado parecer fría y distante, pero no me sale», afirma Maribel.
Un escritor esperando en la puerta del café Parnasillo de Madrid y una actriz perdida en la carretera de la Coruña. Hubo que reajustar la cita a toda prisa y, sobre la marcha, cambiarla a un local cerca del parque de El Retiro. Ya casi de noche entro en el establecimiento pero no son necesarios claveles en la solapa: Maribel Verdú es igualita a Maribel Verdú. Maribel sonríe y dice que se equivocó de salida en la carretera. No importa demasiado. Se ha bebido ya el café y se ha quitado el abrigo. No ha dicho una palabra, pero ya tiene aire parlanchín.
Había pensado que tal vez podíamos empezar por su primer recuerdo de una imagen cinematográfica. La primera entre todas. Qué es, dónde está…
Nunca me había hecho esta pregunta. Si me hubieses preguntado por un libro, te lo habría podido decir; pero una imagen cinematográfica… ¿Te puedes creer que no te lo puedo decir? El cine llegó mucho más tarde a mi vida que la literatura. Mi primera imagen es televisiva. Recuerdo Los hombres de Harrelson, Mazinger Z, Pipi Calzaslargas...
Pipi Calzaslargas le pega bastante.
Era mi obsesión. Cuando había fiestas y esas cosas yo iba siempre disfrazada de Pipi para poder hacer travesuras. Quería ser ella y también quería ser un ángel de Charlie. El padre de mi íntima amiga, Nuria, que es ebanista, nos hizo unas pistolas de madera. Entonces yo vivía con mis abuelos en una de esas casas enormes con pasillos muy largos y me gustaba recorrerlos haciendo que detenía a todo el mundo con mi pistola de madera, sabiendo que no me iba a pasar nada porque estaba protegida por Charlie.
¿Y de cine nada?
De cine ahora me viene también una imagen. ¿Tú te acuerdas de un cine que había en la Gran Vía? Me llevaron a ver Bambi. ¿Cine Arlequín puede ser? Ahí fui a ver Bambi de pequeña. Todo un trauma.
¿Tuvo pesadillas después?
Era tremendo, mucho más duro que ver ahora La carretera.
Ah, Disney, ese especialista en catarsis infantil…
Sí, se cargaban lo que tú más deseabas, al único animal que te podía proteger, y te quedabas sola en la vida. Impresionante.
Perfecto de piel de Saint Laurent by Hedi Slimane, sujetador de La Perla, bragas de Triumph, pendientes de Teresa Estapé, cadena de plata con colgante de Market Place New York y anillos y pulseras de Tous.
Gorka Postigo
En alguna ocasión le he leído comentar que le han tocado muy pocos papeles con los que se pueda identificar de una manera plena.
Eso es lo que más me gusta de esta profesión, que puedes interpretar personajes que están tan lejos de tu carácter que nunca podrías ser ellos. Por eso, hasta que no llegó Siete mesas de billar francés, la película de Gracia Querejeta, nunca había interpretado a una mujer que tuviera tanto que ver conmigo; no solo por su manera de enfrentarse a la vida, sino también por las cosas que teníamos en común. Para mí fue maravilloso. De inmediato pensé: «Bueno, como es más parecido a mí, será más fácil». Pero para nada, porque de la otra manera tienes más agarraderas.
Y supongo que se siente más protegida.
Claro. Al final, si el personaje se parece a ti, es como si te abrieras en canal. Lo que más he interpretado ha sido heroínas, esas mujeres que pueden con todo y que la vida les pone zancadillas constantemente y ellas salen adelante… pero casi siempre acaban muriendo, como en La buena estrella o El laberinto del fauno. Y luego están también esos papeles que son mis favoritos, los tragicómicos: la protagonista deCarreteras secundarias, de Martínez Lázaro, por ejemplo; mujeres que hacen gracia, que quieres protegerlas, que son muy vulnerables, pequeñas pero cero victimistas y que utilizan el humor a pesar de todo lo que les está pasando. Esos personajes me gustan mucho.
De Maribel Verdú se dice que es muy natural. ¿Es la naturalidad –como asegura el dicho– la más sofisticada de las ortopedias?
Muchas veces he intentado adoptar el rol de la mujer misteriosa, fría y distante, pero me dura exactamentecero coma. Típica situación de «Bueno, esta noche voy a un programa de la tele y voy a intentar ser como Juliette Binoche». Pero no, es imposible, no puedo. Mira, al final he optado por quererme y decir: «¡Pues soy así, qué se le va a hacer!».
Ahora está trabajando en el teatro Cofidis en Los hijos de Kennedy, de Robert Patrick y dirigida por Jose María Pou (hasta el 12 de enero en Madrid y después de gira por toda España). Interpreta a una actriz que desea convertirse en la sustituta de Marilyn Monroe. ¿De quién le gustaría ser la sustituta? ¿Dentro de qué tradición de actrices se ve?
Obviamente, una no puede ser la sustituta de nadie, pero es cierto que hay cuatro actrices que me enloquecen. A una de ellas casi no se le puede llamar actriz, es más bien una persona a la que han colocado en este mundo y que es lo más grande que hay: Meryl Streep. Otros ejemplos a seguir son Annette Bening (desde hace ya muchos años), Julianne Moore y Robin Wright. Son actrices normales, en las que ves que el paso del tiempo sí se refleja en su cara: lo observas en su manera de mirar, en su forma de gesticular, hasta en su cuello. Eso me encanta.
Top de cuero de Balmain, culotte brocado de Dolce & Gabbana, pendientes de Teresa Estapé, anillos de Tous y de Wilhelmina García, medias de rejilla de Calzedonia y zapatos de piel de Cesare Paciotti.
Gorka Postigo
Convengamos que tiene cierta gracia eso de «Me llamo Annette Bening y soy tan normal como tú».
¡Ja, ja, ja! Sí, pero yo estoy totalmente convencida de que todas estas tías que te he nombrado son normales, que en su día a día hacen que la gente se sienta bien a su lado, cómoda, que ni siquiera deben creer lo grandes que son. Hace unos años leí una entrevista a Meryl Streep en la que le preguntaban qué consejo le daría a alguien que empieza, y ella decía: «Que no se busque en Google».
Kennedy como catalizador de energía, encarnación de promesa. ¿Ha muerto ese tipo de políticos?
En la función hay un momento en el que el personaje de Ariadna Gil –quien interpreta a una activistahippie– habla sobre la falta de líderes reales, que es algo que estamos sufriendo hoy. También dice: «No acabamos con la guerra, pero conseguimos acortarla, estamos todos cansados, derrotados, pasamos hambre, pero algo hicimos». Creo que cada pasito que damos es importante. En aquella época se escuchó a la gente joven, se habló de la igualdad para las mujeres y los negros, la píldora anticonceptiva… fue un momento histórico en el que muchas cosas salieron del cajón.
Pero Pou ha elegido una obra crepuscular y no precisamente optimista.
Sí, te quedas completamente chafada, sobre todo porque te estás viendo reflejada en esa sociedad y entiendes la decepción de aquella época en la que todos pensaban que iban a cambiar el mundo.
Tengo que decirle que siempre he envidiado la camaradería que veo que existe entre la gente del cine.
La camaradería y la complicidad que hay en el cine no las he vivido jamás en ningún otro sitio. Equipos de 70 personas rodando al aire libre en medio de una montaña, de repente empieza a llover y no tienes que pedirle a nadie que te eche una mano. Todo el mundo se pone a recoger: actores, maquilladores, la script, los de atrezo… Las mayores amistades que he hecho en mi vida y que sigo manteniendo, las cosas más maravillosas que me han pasado, me las ha dado el cine. ¿
Y en el teatro no hay cierta rivalidad?
¿Rivalidad? En esta función somos cinco actores. Tres actrices: Ariadna Gil, Emma Suárez y yo. Las tres empezamos juntas hace muchos años. Ari y yo somos amigas y con Emma no había trabajado nunca pero tenía muchas ganas. Tendrías que vernos: cada uno de nosotros lleva un poco de cena en el tupper, abrimos un vino tinto… Todos son muy detallistas.
Pulseras de Tous y anillos de Wilhelmina García.
Gorka Postigo
Entra en el café Pedro Larrañaga, su marido, y se saludan con la mirada. Maribel se excusa: —No tengo muchos días libres, ¿sabes? Y el lunes es nuestro día para ir al cine.
Yo le hago un test rápido, de esos que uno inventa en el trayecto de un taxi. «¡Ah, me encantan los test!», grita entusiasmada. Le digo que conteste lo más rápido que pueda. Eran muchas más preguntas pero me quedo con estas respuestas:
El clásico del cine más aburrido de la historia.
2001: una odisea en el espacio.
Una mentira que merecería ser verdad.
Los reyes magos.
¿Un amante?
¡Ah, Robert Mitchum!
Chaqueta de cuero y strass de Balmain y pantalón de piel de Diesel.
Gorka Postigo
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