Cómo un anuncio de Chanel reflotó a Nina Simone cuando nadie creía en ella
Gracias a una campaña de finales de los ochenta la artista, que hoy mismo hubiese cumplido 87 años, volvió a los escenarios por la puerta grande.
Nina Simone parecía un alma indomable, pero tan pronto se casó en 1961 con Andy Stroud, un temido policía de Nueva York que decidió desprenderse de su placa para convertirse de la noche a la mañana en su mánager, su vida se convirtió en una pesadilla. Su segundo marido no sólo la explotó actuando sin descanso a lo largo y ancho de Estados Unidos, sino que los capítulos de malos tratos fueron una constante. Cierto es que él fue quien consiguió su ansiado primer concierto en el Carnegie Hall de Nueva York el 12 de abril de 1963. No obstante, aunque desde pequeña su sueño siempre fue convertirse en la primera pianista clásica de color, en realidad en aquel mítico teatro no tocó ninguna pieza de su admirado Bach.
Tras aquella noche, Stroud se empeñó en convertir a nuestra protagonista en una gran estrella, en una máquina de generar dinero a granel. Pero todo cambió apenas unos pocos meses más tarde, concretamente el 15 de septiembre de 1963. Aquel día en Birmingham, la ciudad más grande del estado de Alabama, dos miembros del Ku Klux Klan hicieron explotar una bomba en la iglesia bautista de la calle 16 que hirió a una veintena de personas y acabó con la vida de cuatro niñas de entre 11 y 14 años. Desde 1955 el Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos llevaba luchando por la erradicación de la segregación racial, pero aquella tragedia impulsó a Simone a componer días más tarde Mississippi Goddam, su primera y revolucionaria canción en favor de los derechos civiles.
Tras aquello se hizo íntima de la activista y escritora Lorraine Hansberry, vivió en Nueva York puerta con puerta con Malcom X y tuvo la oportunidad de relacionarse con Martin Luther King y Andrew Young. “Fue muy emocionante ser parte de ese movimiento en esa época porque me necesitaban. Podía cantar para ayudar a mi gente y eso pasó a ser el pilar de mi vida. Ya no era el piano ni la música clásica. Ni siquiera la música popular. Era la música por los derechos civiles”, recoge al respecto el libro de Eunice Kathleen Waymon Víctima de Mi Hechizo: Memorias de Nina Simone. Sea como fuere, a quien no le hizo ni pizca de gracia ese giro en su carrera fue a Stroud, que empezó a comprobar cómo cada vez resultaba más complicado cerrarle conciertos porque los promotores desconfiaban a la hora de contratar a una artista tan contestataria. Además, desde mediados de los sesenta, la apatía se apoderó de ella y constantemente balanceaba entre la depresión y los ataques de furia.
Tras el asesinato de Martin Luther King el 4 de abril de 1968 la lucha dejó de tener sentido para la diva y, después de quitarse su anillo de boda, tomó un avión junto a su hija Lisa rumbo a Barbados, donde tuvo una apasionada relación con el primer ministro Errol Barrow. Sin embargo, la historia no fluyó principalmente porque el político en ningún momento quería abandonar a su esposa y a sus hijos. Volvió a Estados Unidos al poco tiempo, pero las cosas no le fueron mucho mejor porque una vez ahí su discográfica le giró la espalda y, por si fuera poco, se enteró de que su ya exmarido no había cumplido durante años con sus obligaciones con el fisco. Con menos trabajo que nunca, y tras recibir una invitación de la cantante Miriam Makeba, Simone en el verano de 1974 decidió mudarse hasta Monrovia, en Liberia.
En el continente africano vivió libre y aparentemente feliz sin ningún tipo de compromiso laboral, pero el dinero empezó a escasear. No le quedó otra alternativa que mudarse hasta Suiza (una de las primeras cosas que hizo nada más llegar fue actuar en el Festival de Jazz de Montreux en 1976) y, años después, entre 1981 y 1983, se instaló en París ansiando que su vida mejorase. Malvivió en un apartamento de 80 metros cuadrados cerca del parque Montsouris que, según quienes lo vieron, estaba lleno de polvo hasta el techo, y se vio en la necesidad de cantar prácticamente todas las noches en el pequeño Aux Trois Mailletz. Por cuatro horas de actuación cobraba 300 dólares. Poco quedaba por entonces de la estrella que fue en los sesenta.
Olvidada por el gran público, y al borde de estar arruinada, también probó suerte en Londres, donde habitualmente se le podía ver en el Ronnie Scott’s Jazz Club. Pero en 1987 su destino cambió repentinamente. Aquel año, al sintonizar el televisor, millones de espectadores se toparon con un anuncio dirigido por Ridley Scott y protagonizado por la actriz Carole Bouquet del célebre perfume Chanel Nº5. La canción que acompañaba a aquellas imágenes era My Baby Just Cares for Me, un tema compuesto en 1930 para la adaptación cinematográfica del musical Whoopee! y cuya versión Simone incluyó en su álbum de debut de 1957 Little Girl Blue. Casi treinta años después de ser grabada la pieza no solamente alcanzó el número cinco en la lista de ventas de singles británica, sino que se coló en el top 10 en otros tantos países europeos y hasta llegó al número uno en Holanda. Precisamente, el fotógrafo Gerrit de Bruin fue quien animó a Simone a que se mudara a la ciudad holandesa de Nimega. Allí mismamente, tras visitar a un psiquiatra, en 1988 empezó a tomar por vez primera antipsicóticos para sobrellevar los trastornos bipolares y maníaco depresivos que arrastraba desde hace décadas.
“Cuando pasó lo de ‘My Baby Just Cares for Me’ dije: ‘Tengo que aprovechar esta oportunidad para recorrer el mundo porque es la última que tengo’. Así que me esforcé mucho para aprovechar el resurgimiento porque, para mí, era la última oportunidad”, dijo la propia artista en una entrevista que recoge el aclamado documental What Happened, Miss Simone? de Liz Garbus. Y vaya si lo hizo: hasta 2002, un año antes de fallecer a los 70 años en la francesa Carry-le-Rouet, no cesó de actuar por todo el globo. Chanel le dio la oportunidad de volver a brillar como se merecía.
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