Charlize Theron: «Ser modelo antes que actriz es el beso de la muerte»
La imagen del estilo se crió en una granja. Por esa razón no le ha costado montar a caballo en el nuevo western de Seth McFarlane.
No teme tomar decisiones, ni en su carrera ni en su vida. Es madre adoptiva. Y soltera a los 38 años por decisión propia, pero no porque vaya de dama solitaria (no esconde, por ejemplo, su último noviazgo con Sean Penn desde hace meses). La fea que ganó el Oscar a la mejor actriz por Monster (2003) es también icono de la belleza perfecta para Dior, casa de la que es musa desde hace una década. Pero si se le quiere dar una alegría a Charlize Theron quienes la conocen siempre dan el mismo consejo: llámala africana. Porque así se siente «de los pies a la cabeza» esta estrella de Hollywood nacionalizada estadounidense desde 2007. La actriz se ríe de los estereotipos con los papeles que elige. ¿Otro ejemplo? El 4 de julio estrena Mil maneras de morder el polvo, el western dirigido, escrito y protagonizado por Seth MacFarlane, el ácido creador de Padre de familia, serie de la que Theron se confiesa fan. En ella es Anna, una pistolera que enseña a un granjero miedoso cómo defenderse. Liam Neeson, Neil Patrick Harris y Amanda Seyfried comparten cartel y disparos con ella.
Parece que el salvaje Oeste no tiene secretos para usted.
No sabes con quién estás hablando. De pequeña, cuando estaba en el internado, una araña decidió criar en mi pierna y me tuvieron que hacer dos incisiones para sacar los huevitos. Después de vivir eso, el Oeste no tiene el menor misterio.
¿Ni siquiera en lo referente al vestuario?
En el año 1882 solo había dos tipos de vestimenta: el traje de bandida, con camisa de manga larga, y el de puta con miriñaque. Me he podido poner los dos, todo un lujazo.
Es su primer western, ¿le gusta este género?
El spaghetti western siempre me ha hecho gracia.
¿Cómo describiría su sentido del humor? ¿Africano?…
Los sudafricanos tenemos un sentido del humor crudo, sin tapujos y, lo más importante, no nos tomamos la vida muy en serio. Es un mecanismo de defensa, porque cuando te has criado en un país que ha pasado por tantas cosas, reírse un poco ayuda.
Cordon Press
¿De ahí lo cómoda que se encuentra con las gracias, algo rudas, del director de Mil maneras de morder el polvo?
Coincido mucho con Seth MacFarlane, soy fan de Padre de familia y a mí el humor mordaz no me ofende fácilmente. Me parece que Seth hace un comentario social de lo que pasa en el mundo en el que vivimos, pero con ironía. Además, escribe con mucha inteligencia. Por eso, o te gusta o lo odias.
Como la moda: o les gustas o te descuartizan. ¿Ha cambiado su relación con este mundo desde sus años sobre la pasarela?
Lo que ha cambiado es que no voy mucho a los desfiles. No es que les haya cogido tirria, es que no son una prioridad en mi vida; tengo un niño, una carrera, otros compromisos… Me he dado cuenta de que hay un orden, y la moda no es lo primero en mi lista. Pero me gusta jugar en la alfombra roja, resulta agradable ponerse un vestido de cuando en cuando. Ya no me siento incómoda en ese ambiente.
Deduzco que hubo un momento en el que sí fue incómodo que le recordaran su pasado como top.
Es que en esta industria lo de haber sido modelo antes que actriz es el beso de la muerte, como ser soldado de las SS en una película de la Segunda Guerra Mundial. Al menos así era cuando yo empecé, y eso me lo hizo todo más difícil. No tanto por mí, sino por lo que pensaba la gente. Las pasarelas no eran mi meta, pero siempre me gustó todo lo relacionado con el diseño.
Protagoniza grandes campañas y tiene un Oscar en casa. ¿Cuándo empezó a sentirse cómoda combinando las dos profesiones?
Fue fácil. Dior me hizo ver la moda de otra forma, porque es la antítesis de todo lo que uno se imagina. Lo más fácil es pensar que es un universo muy superfluo, nada creativo, pero ellos me demostraron todo lo contrario.
Después de tantos años en Hollywood, ¿por qué le sigue importando tanto que la gente sepa que es sudafricana?
Porque es lo que soy. Me crié en una granja y luego asistí a clases de arte en Johannesburgo, me siento igual de cómoda a caballo que en una ciudad. Hay algo que te marca en eso de criarte en el punto más remoto del globo; desde allí todo parece inalcanzable, todo es un sueño.
Un sueño que, como dijo Lupita Nyong’o en la pasada entrega de los Oscar, se puede hacer realidad.
¡Qué momento más encantador! Yo estaba con sus padres entre bambalinas y me dijeron que les alegraba mucho compartir ese instante con una compatriota.
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