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“Si no ofrecemos propuestas diferentes la gente dejará de ir al cine”

Etérea e intimidante. La ganadora de dos premios Oscar Cate Blanchett es una de las voces más respetadas y combativas de la meca del cine. El rostro de la resistencia.

Cate Blanchett.
Cate Blanchett.Getty

«Sin complejos, eminentemente femenina y muy poderosa». Suena a autorretrato. El escáner perfecto de Cate Blanchett. Pero la australiana, ganadora de dos Oscar –mejor actriz de reparto por El aviador y mejor intérprete por Blue Jasmine–, describe la visión de la mujer de Giorgio Armani. «Siempre le ha interesado la dualidad femenina. La fragilidad y la fuerza». Lo dice en una entrevista concedida durante la Semana de la Moda de Milán, a la que ha asistido para presentar la nueva campaña del perfume Sì de la marca italiana. Ella no se parece al resto de invitadas al desfile. La suya es una belleza etérea e intimidante. Camaleónica y terrenal. Libre de bisturís y otros milagros estéticos. En persona, Blanchett, que es embajadora de buena voluntad del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), es cálida y gélida a la vez. Su voz suena grave, sincera, directa. No hay preguntas incómodas; ni miradas furtivas en busca de aprobación. En 2018 la veremos en Ocean’s Eight y en Jungle Book. Y mientras espera que se confirmen las fechas de estreno, aprovecha cada respuesta para promover la diversidad en el cine, censurar a Trump y denunciar la brecha salarial en todas las industrias.

No solo los escándalos están haciendo tambalear los cimientos de Hollywood [esta entrevista se realizó apenas unos días antes de que el caso Weinstein incendiara los titulares y desatara una cadena de rechazo y denuncia global]. También en algunas superproducciones, como Thor: Ragnarok, se intuye el comportamiento de una generación que exige castings y guiones menos sexistas. Usted es la primera supervillana de Marvel en el cine.

Parece mentira. Porque hay muchísimos personajes femeninos interesantes en el universo Marvel. No tantos como masculinos, pero ahí están. Por eso no podía creer que yo fuera la primera en la gran pantalla. Pero Victoria Alonso, que es también la única mujer productora ejecutiva del estudio, me lo confirmó. Es una gran responsabilidad. Veremos en qué resulta. Porque, al final, el público es el que tiene la última palabra.

¿Cómo explica que no hubiera pasado antes?

Pensamiento cómodo. Eso y que, cuando algo funciona, la gente es reticente a cuestionarlo o cambiarlo. Y obviamente a Marvel las cosas le habían ido muy bien. En cualquier caso, nadie está diciendo «no queremos a Capitán América», o «no queremos a Thor». Esa no es la cuestión. Queremos una propuesta diversa. De otro modo, la gente dejará de ir al cine. También los hombres. Porque siempre ven lo mismo. Una y otra vez. Si añadimos más personajes femeninos, de una manera que sorprenda por lo igualitaria que es, podremos explicar historias diferentes. Y eso beneficia a todos los espectadores, sin distinción de género.

¿Cómo se prepara un personaje con una legión de fans que ha escrito miles de disertaciones en blogs y ha grabado otros tantos tutoriales en YouTube?

No estoy muy metida en la blogosfera. Pero una muy buena amiga, que es una increíble maquilladora, sabe bastante del tema. Y navegando dimos con algunas blogueras de belleza que tenían propuestas de maquillaje para Hela. Y de ese diálogo con los internautas salieron ideas como las venas necróticas que vemos en la película. Es fantástico ir a eventos como ComicCon. Atraen a muchas mujeres, a las que les fascina ese universo, e incluso se visten para la ocasión.

El otro lado de esta nueva era digital tiene forma de dictadura. Vivimos sometidos a la sobreexposición. Si antes había paparazzi, ahora hay millones de móviles con cámaras indiscretas al acecho.

En Estados Unidos uno de los temas de conversación es el hackeo ruso, que evidentemente ha sucedido. De hecho, no entiendo cómo la Cámara no ha abierto un procedimiento de impeachment al presidente. En cualquier caso, lo interesante es esa persecución constante que nos rodea. Yo no tengo ningún problema a la hora de hacerme una foto. Pero luego la suben a una red. Y de repente todos saben dónde estoy, qué hago… Para mí, el mayor impedimento de ser actriz es esa consciencia de uno mismo. Y vivimos en un mundo muy consciente de sí mismo, que potencia las interacciones humanas más básicas. Las redes sociales son increíbles para temas de networking. Pero yo no quiero vivir en un círculo de ensimismamiento yoísta.

Donde sí la veremos es en el teatro.

Lamentablemente, por asuntos familiares he tenido que cancelar Eva al desnudo [la actriz tenía previsto volver a las tablas en Londres con esta obra en primavera]. ¿A quién no le gusta Margo Channing? ¡No sé cuántas veces habré visto la cinta! Es una de esas películas perfectas.

Si en moda la palabra diversidad (de género, raza, religión) ha sido una de las más repetidas de las dos últimas temporadas, en Hollywood hoy se habla de cómo equilibrar la balanza entre hombres y mujeres en cuestiones como el salario.

Va más allá del cine. Banca, aseguradoras, aviación… Hay muchos sectores en los que a la brecha salarial se suma la desigualdad de oportunidades. La industria del espectáculo no es la única. Es un tema de debate global. Y ahí está la clave del cambio real. Si solo afectara a Hollywood, el mensaje se diluiría y dentro de un año dejaría de estar de moda. Por eso apoyo el Círculo de mujeres Sì [iniciativa de Giorgio Armani que da voz a las mujeres]. Ellas no dicen que todo está bien. Hablan de retos, de obstáculos. No solo del éxito. Y es fantástico escuchar la historia de féminas de áreas tan diversas como la investigación científica, la moda o el arte, porque hace 10 años ninguna habría hablado abiertamente del fracaso, ya que sabían que solo tenían una oportunidad. Pero el fracaso es un poder enorme. Nadie puede triunfar sin equivocarse antes.

Y en su caso, ¿cuáles han sido esos reveses?

¡Hay tantos! Cada vez que termino un rodaje, tengo la sensación de haberlo hecho todo mal. Y como madre no puedes evitar sentir que te equivocas siempre.

Trump ha despertado el activismo latente de una generación con poca memoria. En la última edición de los premios Emmy, Jane Fonda, Dolly Parton y Lily Tomlin (Cómo eliminar a su jefe, 1980) tuvieron que recordar que, a principios de los 80, mucho antes de Elisabeth Moss, ellas personificaron la segunda ola del feminismo emancipador.

Nadie recuerda el éxodo de refugiados de la Segunda Guerra Mundial. Ni siquiera somos capaces de recordar lo que hicimos ayer. La historia no interesa. Solo pensamos en nosotros mismos. En el presente. Ni siquiera en el futuro. Jamás en las consecuencias de nuestros actos. Recuerdo muy bien Cómo eliminar a su jefe. La cinta inspiró a toda una generación. ¿Qué pasó después? Pensamiento cómodo. Las mujeres adoptaron una actitud pasiva, esperando que los hombres se uniesen a la lucha. Ahora las féminas promueven el cambio ellas mismas, sin tener que pedir perdón.

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