Arguiñano cumple 70 años: «Los chistes que hacían gracia antes hoy no se pueden contar»
Lleva más años en la tele que Jordi Hurtado presentando Saber y ganar. Hablamos con él sobre cómo creó su imperio gastronómico.
Esto es un cocinero vasco que va a la presentación de la nueva temporada de su programa de televisión. Una chica se le acerca y le dice:
– Karlos, ¿me firmarías un autógrafo para mi abuela?
– Cómo no, ¿cómo se llama tu abuela?
– Se llamaba.
– ¿Entonces para qué quieres el autógrafo?
– Para ponérselo sobre la tumba.
– ¿Y cómo se llamaba tu abuela?
– Cristina.
El cocinero escribe: “Amiga Cristina, pronto nos veremos. Un abrazo de tu amigo Karlos”
Podría ser uno de los chistes con los que Karlos Arguiñano se prodiga entre receta y receta. Pero sucedió hace unos años en Madrid, explica a S Moda, cuando su programa se emitía en TVE. Da una medida de la popularidad de este chef que lleva tres décadas haciendo lo mismo en televisión sin que se canse la audiencia. Más incluso que el Saber y ganar del incombustible Jordi Hurtado, que comenzó a emitirse en 1997. Igual que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, según Heráclito, nadie ve dos veces el mismo programa con Arguiñano. Toda una hazaña si se tiene en cuenta que se puso a ello en 1990 en ETB, es diario y apenas está guionizado, más allá de las recetas ricas-ricas: “Me suelen felicitar los presentadores de los telediarios, me dicen ‘qué huevos le echas. Y cuando parece que has metido la pata te pones a bailar’. Los que no tenemos máster hemos tenido que apretar mucho en la vida”.
Chascarrillos y cocina aparte, otro de los ingredientes del programa de Karlos Arguiñano en tu cocina (en Antena 3 desde 2011) son sus opiniones políticas: másteres irregulares, los aforamientos y Trump están entre los últimos asuntos con los que se ha atrevido. Con 70 años recién cumplidos, no se corta a la hora de expresar sus puntos de vista, aunque sí ha hecho un esfuerzo por modular su humor. “Chistes que hacían gracia hace 30 años hoy no se pueden contar”, reconoce. “Mi madre, por ejemplo, es coja, hace 30 años yo contaba chistes de cojos y ahora no se me ocurriría. Se contaban también chistes muy machistas”. Arguiñano asegura que le parece bien, sobre todo “no contar historias duras de gente que sufre”, como los discapacitados. Síntoma de que “el pueblo llano ha mejorado un montón, aunque no los mandatarios”.
Llegó a televisión por casualidad, gracias a Joan Manuel Serrat. Estaba a punto de cerrar su restaurante de Zarautz para emprender las obras que lo convertirían también en el hotel de cuatro estrellas que es hoy cuando el cantautor, que actuaba en San Sebastián, se presentó a cenar con su equipo. “Nos dieron las cuatro de la mañana contando chistes”, recuerda. “Alguien de la mesa me dijo si quería hacer un vídeo y yo le dije que los chistes se los contaba gratis, que lo que quería era un programa de cocina”. Le tomaron la palabra, y de tres temporadas en la televisión vasca hasta hoy. En 2017 cerró su temporada más vista en Antena 3, con una media diaria de casi 869.000 espectadores y un 13,5% de cuota de pantalla. ¿El secreto? Ser gracioso, además de sincero, honrado y constante, en descripción propia. “Veo a mucha gente intentándolo sin serlo, en televisión o entretienes o aburres. Hay profesionales buenísimos que no tienen ese punto natural, conmigo siempre se han reído, llevo con las mismas chorradas desde hace 50 años”, reflexiona Arguiñano.
La televisión se le apareció en el mejor momento. Tras nueve años trabajando en el golf de Zarautz, quiso montar su propio restaurante y, a la hora de buscar ubicación, fue ambicioso: se enamoró de un palacete de principios del siglo XX en primera línea de mar. Y se lanzó a comprarlo con apenas 300.000 pesetas. “Si no llega a ser por la televisión, no puedo pagarlo”, explica el cocinero, hijo de un taxista y una modista de Beasain. Hoy tiene 300 empleados a su cargo en un enjambre empresarial que incluye, además del hotel-restaurante, una escuela de cocina, una bodega de vinos, un equipo de pelotaris y la productora Bainet, socia del Grupo Audiovisual de Medios de Producción, creado para constituir La Sexta, en la actualidad miembro del accionariado de Atresmedia. Gran aficionado a las motos, se atrevió incluso entrar en el negocio de la mano de su amigo Ginés Guirado, quien fue mecánico de Ángel Nieto, con el equipo Arguiñano & Ginés Racing Team (AGR Team). Uno de las pocas aventuras empresariales en las que ha tenido que dar marcha atrás: este año deja el Mundial para hacer el campeonato de Europa. Su hija, Amaia Arguiñano, una de las pocas ingenieras de telemetría en la parrilla, trabajará en un equipo sueco.
También ha publicado 60 libros de cocina. Que, unidos a sus 28 años en televisión, llevan a plantearse si el recetario español da para tanto. “Cuando empecé pensaba que, si un ama de casa maneja unas 25 recetas, yo como profesional manejaba unas 400. Y después de tantos años de programa diario veo que las recetas no se acaban, ya he debido cocinar las alubias blancas de unas 200 maneras distintas”. Lo cual no significa que siempre se haya librado de la polémica. Hace poco fue objeto de chanza en las redes después de marcarse una receta de macarrones a la boloñesa. “¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Bocata de atún con olivas?” o “Está a tres programas de abrirse una lata de fabada y calentarla en el microondas”, fueron algunos de los malévolos tuits. “Ya lo vi, hicieron el ridículo porque hice unos macarrones que no los comen ni en la Casa Real, te lo juro por la gloria de mi madre, con su reducción de vino tinto. Ese era un personaje que comía macarrones con tomate, lo mío era una boloñesa enriquecida”, defiende con desparpajo.
Aunque ha dejado su hotel-restaurante en manos de sus hijos –tiene siete– por ahora no ve el momento de jubilarse. “Te jubilas y empiezas a ver las obras, yo estoy mayorcito pero muy bien”, bromea. “Siento que hago un programa útil”. El cocinero que formó parte de la Nueva Cocina Vasca y decidió apearse del mundo Michelin en pro de la divulgación gastronómica y un restaurante de gama media, ha tenido al cabo una trayectoria espectacular. “Elegí a Juan Mari Arzak de padrino de mi sexta hija porque tenía tantos y en aquella época andaba tan mal de dinero que pensé que era quien más manejaba y dije, oye, por si hay que mandarla a estudiar. Un día me Arzak me cogió y me dijo que no me había ido nada mal’”.
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