El “estigma” de Cassie en ‘Euphoria’: ¿Puede un desnudo marcar para siempre la carrera de una actriz?
La intérprete Sidney Sweeney ha denunciado los prejuicios históricos que siguen dominando Hollywood en lo concerniente a las escenas íntimas protagonizadas por mujeres. Otras como Emilia Clarke o Natalie Portman ya confesaron haber sido señaladas profesionalmente por ello.
El estreno de la segunda temporada de Euphoria no solo ha conseguido batir récords de audiencia en HBO Max con la emisión de cada nuevo episodio, también ha vuelto a demostrar su capacidad para promover todo tipo de conversaciones en la opinión pública. El último lo ha impulsado la actriz Sidney Sweeney, que ha convertido a Cassie en uno de los personajes más complejos y discutidos de la ficción. La intérprete, de 24 años, ha querido aprovechar la repercusión de sus múltiples escenas eróticas en la serie para denunciar los prejuicios rancios que siguen existiendo en Hollywood con respecto a la desnudez. “Cuando un chico tiene una escena de sexo o enseña su cuerpo sigue ganando premios y recibiendo halagos, pero cuando lo hace una chica es completamente diferente”, afirmó la joven en The Independent, ratificando la existencia de “un estigma contra las actrices que se quitan la ropa en pantalla”. Un lamento que ha vuelto a abrir el debate respecto a las dinámicas sexistas de la industria del entretenimiento y el encasillamiento profesional que, en los tiempos de un ciberespacio que jamás olvida, puede suponer para cualquier actriz despojarse de la ropa frente a la cámara.
Las palabras de Sidney Sweeney, una de las grandes revelaciones del Hollywood reciente, nacen precisamente por la desazón provocada a raíz de que su trabajo en Euphoria sea opacado por la repercusión de las escenas íntimas. “Es algo que me ha molestado durante un tiempo. Estoy muy orgullosa de mi trabajo en la serie, creo que fue una gran interpretación. Pero nadie habla sobre ella porque me desnudo”, explica la actriz, que ha encontrado con otro de sus más recientes trabajos, la aclamada serie The White Lotus, el reconocimiento anteriormente denegado. “Cuando hice The White Lotus, de repente todos los críticos empezaron a prestarme atención. La gente me adora. Se preguntan, ‘Dios mío, ¿qué es lo siguiente que va a hacer?’. Y yo es en plan, ‘¿es que acaso no lo viste ya en Euphoria? ¿No lo viste en El cuento de la criada?”.
La lista de actrices que se han arrepentido públicamente de aparecer sin ropa en la pantalla es tan extensa como el propio Hollywood. Desde Helen Mirren y Sharon Stone a Eva Green, pasando por una Nicole Kidman que se sintió “humillada y devastada” durante el rodaje de Big Little Lies o Mary-Louise Parker, que lamenta haber aceptado mostrar sus pechos en la serie Weeds “sabiendo que en la red me encontraría el titular ‘Mary-Louise Parker enseña sus grandes pezones”. Hasta uno de los desnudos más inolvidables de la historia del cine, el de Kate Winslet en Titanic, ha sido puesto en solfa por la propia actriz, que achacó a su “juventud e inseguridad” haber accedido a ello. Natalie Portman, por su parte, ha confesado que jamás volverá a mostrarse como Dios la trajo al mundo por el eco mediático provocado por su desnudo en Hotel Chevalier: “Fue realmente deprimente que cada crítica sobre la película dedicara la mitad de la misma a hablar sobre mi desnudez”. Megan Fox, icono erótico de nuevo cuño, resumía su negativa con otra sentencia tajante —“con internet esas imágenes ahora viven para siempre”— y Keira Knightley se niega a volver a rodar escenas íntimas harta de la “mirada masculina”.
En el caso de Sidney Sweeney, la de Washington confirmó “haber tenido más consciencia de sus desnudos” durante el rodaje de la nueva tanda de capítulos de la serie adolescente. No le faltan motivos. Basta con hacer una búsqueda rápida en internet para encontrar cientos de páginas web, al alcance de un solo clic, que recopilan y desgranan cada fotograma de las secuencias en las que la joven aparece sin ropa. También quiso dedicar unas palabras al creador de Euphoria, Sam Levinson, a quien descargó de cualquier responsabilidad afirmando que nunca la había empujado a rodar una escena de desnudez contra su voluntad. “Hay momentos en los que Cassie debería estar sin camiseta [según el guion], pero yo le decía que no creía que fuese necesario. Y él me contestaba, ‘OK, no lo necesitamos”.
¿Está en lo cierto la joven a la hora de denunciar la doble vara de medir en relación al estigma que enfrentan hombres y mujeres cuando se desnudan en pantalla? La pregunta resulta difícil de contestar ya que, al contrario que en el caso femenino, hay poquísimos actores de renombre que hayan accedido a mostrar sus atributos en pantalla. Y, cuando sucede, como ocurre con Ray Liotta en Teniente Corrupto o Michael Fassbender en Shame, las históricamente machistas páginas de contenido erótico de internet ni siquiera se molestan en recopilar las escenas. En las últimas décadas, solo estrellas como Halle Berry (Monster’s Ball) o Kate Winslet (The reader) han conseguido llevarse una estatuilla a la mejor actriz en películas en las que debían quitarse la ropa. En cuanto al género opuesto, precisamente esta temporada de premios puede marcar un antes y un después, ya que dos de los aspirantes a galardón, Benedict Cumberbatch y Bradley Cooper, aparecen desnudos en El poder del perro y El callejón de las almas perdidas, respectivamente.
En televisión, los ejemplos se han multiplicado en los últimos meses gracias a unas plataformas de streaming menos encorsetadas creativamente que las generalistas y mucho menos dependientes de la aprobación de los anunciantes. Así lo demuestran Paul Mescal en Gente Normal, Oscar Isaac en Escenas de un matrimonio, Steve Zahn en The White Lotus, Ansel Pierce en Euphoria o el más reciente caso —pene protésico mediante— de Sebastian Stan en Pam & Tommy. Tanto es así que medios como el Wall Street Journal ya califican esta tendencia como “la edad de oro” de la desnudez masculina en Hollywood. “Representan un reequilibrio cósmico de la balanza mientras la industria del entretenimiento trata de atajar su sexismo”, sostiene la periodista Ellen Gamerman.
Euphoria no solo ha cogido el testigo de Juego de Tronos como ficción más comentada y celebrada de HBO, también ha reabierto el debate sobre la hipersexualización que tantos titulares despertó durante su emisión la serie basada en los libros de George R.R. Martin. Una de las controversias más sonadas fue la protagonizada por Emilia Clarke, que daba vida a Daenerys Targaryen y aparecía sin ropa en un buen número de capítulos de las primeras temporadas. Según confesó la británica, los desnudos no estaban estipulados en el contrato y denunció haber sufrido presiones para acceder a realizar escenas “aterradoras”. “He tenido varias discusiones en el set. Por ejemplo, si me negaba a despojarme de la sábana, me decían, ‘no querrás decepcionar a los fans de la serie”, desveló en una entrevista en un podcast.
La gratuidad de los desnudos femeninos en la ficción de HBO fue objeto de polémica hasta que terminaron casi por desaparecer en las últimas temporadas. Para Carice Van Houten, que interpretó a Melisandre, el motivo de la disminución no fue otro que movimientos sociales como el Me Too y el “cambio ambiental” surgido en la industria respecto a este tipo de secuencias. Quien se pusiera en la piel de la salvaje Osha, la intérprete de origen español Natalia Tena, consideró que era “muy injusto” que todas las actrices de Juego de Tronos “tuvieran que enseñar las tetas» y pedía que los hombres también tuvieran que mostrar sus atributos sexuales frente a la cámara.
Tal fue la repercusión mediática de sus desnudos que Emilia Clarke, anhelante de “ser conocida por su trabajo y no por sus pechos”, se vio obligada a rechazar el papel protagónico en 50 sombras de Grey por miedo a ser encasillada de por vida. “Me desnudé hace mucho tiempo en Juego de Tronos y, como soy mujer, solo me siguen preguntando sobre eso”, contó en The Hollywood Reporter. “Para mí es muy molesto y estoy muy cansada, porque lo hice por exigencias del personaje, no para ningún tío pueda examinar mis tetas”.
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