¿Están los padres de Greta Thunberg detrás de su éxito como activista adolescente?
La sueca de 16 años se ha convertido en un referente mundial en la lucha contra la crisis climática. Sus padres, la cantante de ópera Malena Ernman y el actor Svante Thunberg, han transformado su vida por completo para apoyar su causa (no exentos de cuestionamientos).
En menos de un año, la sueca Greta Thunberg ha puesto voz y nombre propio a la lucha juvenil por la crisis climática mundial. Sus discursos contundentes señalando a los adultos, con los que hace una llamada a la acción urgente y su compromiso férrero, que según ha explicado está relacionado con su condición de Asperger –de la que habla como un “regalo” que le hace ver las cosas más “blanco o negro”–, la han convertido en icono mediático. Ha iniciado el movimiento estudiantil internacional Fridays For Future, con el que los jóvenes salen a la calle a manifiestarse cada viernes para protestar contra el calentamiento global. Ha participado con discursos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2018, en el Foro Económico Mundial (enero de 2019), ante el Comité Económico y Social Europeo y recientemente ha sido invitada de honor en la Asamblea Nacional francesa. E incluso tres políticos noruegos han propuesto presentarla como candidata a Premio Nobel de la Paz. Desde que viéramos sus fotos sentada a las puertas del parlamento sueco el pasado agosto haciendo huelga estudiantil en protesta por el medio ambiente, su vida y la de su familia han dado un giro de 360 grados. Pero, ¿ha habido algo (o alguien) más tras su estallido mediático?
Un entorno familiarizado con los medios. Su madre, Malena Ernman, es una conocida cantante de ópera sueca más popular entre el público mainstream por haber sido representante eurovisiva de su país hace exactamente una década. Con el tema de pop operístico La Voix, Ernman se clasificó en el puesto número 21 a los ojos de toda Europa y, sobre todo en su país, ha seguido gozando de fama. Su padre, Svante Thunberg, es actor y productor. Menos famoso, es hijo de actores, mánager de Malena y encargado de gestionar la agenda de Greta. Ha aparecido con ella en alguna ocasión interviniendo también en el discurso contra la crisis climática. Malena y Svante llevan 14 años casados y viven en un piso céntrico en Estocolmo junto a sus hijas. Greta y Beata, de 13 años, que ha seguido los pasos de su madre como cantante (se sube habitualmente con ella al escenario como parte de su coro) y quien, como su hermana, también tiene TDAH y promueve activamente la conciencia sobre cuestiones de salud mental desde sus redes.
Su vida, según el propio Svante Thunberg reconocía frente al micrófono en la Conferencia de Cambio Climático de Katowice, en Polonia, ha cambiado radicalmente a través de Greta. Ahora son vegetarianos (ella es vegana), no viajan en avión para reducir su huella de carbono, se han comprado un coche eléctrico y se mueven por Europa en tren. “Hace cuatro o cinco años, Greta dejó de comer y de hablar, cayó en una depresión. Resultó que estaba estresada por el cambio climático y por el hecho de que todo el mundo estuviera diciendo una cosa y haciendo la contraria. Después nos dimos cuenta de que nosotros [sus padres] éramos una parte importante del problema. De hecho, éramos el problema. Estábamos cogiendo aviones de un lado a otro, comiendo carne, comprando cosas y conduciendo un coche grande. Así que, escuchándola, nos embarcamos en el compromiso por la sostenibilidad y el cambio climático”, contaba. Reconociendo posteriormente en una entrevista con Financial Times que este compromiso ha supuesto un parón en la carrera internacional de Malena.
La edad de Greta ha sido tema de debate para admiración de muchos y detracción de otros. ¿Una chica de 16 años plantando cara y leyendo la cartilla a líderes mundiales sin reparo y con discursos contundentes sobre su falta de compromiso y sus incongruencias? Como en otros muchos casos de éxito joven, surgen preguntas. Ella misma ha dicho que a pesar de ser quien escribe sus propios discursos, pide a sus padres que los relean para orientarla (aunque no necesariamente se aplica los consejos). Y hace unos días respondía en la Asamblea Nacional en París ante las críticas de algunos políticos de extrema derecha del país que rechazaban su presencia desacreditándola por su juventud: “No escuchéis a los niños, escuchad a los científicos”, incitando a centrarse en el mensaje y no en otras cuestiones.
¿Podría cualquier joven activista de su edad acceder a esos ámbitos de poder? Este ha sido otro de los cuestionamientos alrededor del caso de Thunberg. En febrero, con una columna publicada en Reporterre, la exeurodiputada Isabelle Attard decía que Greta ha sido utilizada como instrumento por el capitalismo verde contra el que ella se declara en guerra. Concretamente, por Ingmar Rentzhog, fundador de la start up We Don’t Have Time, quien precisamente la fotografió el primer día que hizo huelga ante el parlamento sueco el pasado 20 de agosto, iniciando así la viralidad de su historia.
Greta y sus padres sí reconocían a través de Facebook y entrevistas haber sido utilizada, sin su consentimiento, como reclamo (ya retirado) de We Don’t Have Time, en cuyos folletos se la presentaba como consultora informal y sin remuneración de cara a los inversores, gracias a lo que Rentzhog se habría embolsado casi un millón de euros. A esto, como recoge Jaques Pezet en Libération, se le sumaron otros cuestionamientos que llegaban desde otros rincones de Internet donde se relacionaba esa primera aparición mediática con el lanzamiento el 24 de agosto, cuatro días después, del libro Escenas de nuestros corazones, escrito por sus padres, Malena y Svante. En él se cuenta la historia familiar en torno a las enfermedades de sus hijas y su cambio de estilo de vida a un modo más ecólogico.
La evolución del marketing en torno al libro ha seguido alimentando las dudas. En la portada original publicada en Suecia, era Malena Ernman quien aparecía en un retrato, firmando la coautoría junto a su marido. Tras el boom de Greta, las diferentes ediciones publicadas en otros países se han ido modificando de manera que es ahora la foto de Greta Thunberg con su pancarta de huelga estudiantil quien aparece en las portadas, con su nombre en primer término como coautora y sus padres en segundo lugar. Greta también ha publicado exclusivamente bajo su nombre otro manifiesto, Nadie es demasiado pequeño para cambiar las cosas (Penguin), que recopila varios de sus discursos y artículos. Según defienden, ambos sin ánimo de lucro y con beneficios destinados a combatir la crisis medioambiental.
El impacto e importancia de una figura como Greta Thunberg es indudable. Un nuevo referente de movilización juvenil que surge en el marco de otras protestas estudiantiles como las del control de armas en Estados Unidos a raíz del tiroteo de Parkland, con Emma Gonzalez a la cabeza a la que la propia Thunberg ha reconocido como inspiración. Greta quiere continuar a fondo con su compromiso medioambiental y ha decidido llevar sus huelga un paso más allá y se va a tomar un año sabático de sus estudios para centrarse en el activismo. Sus padres, que han repetido incansables en entrevistas que en un principio quisieron frenarla para que no perdiera clases, ahora aplauden la decisión.
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