“Es casi imposible tener una carrera como escritor en España”
Hablamos con el novelista José Ángel Mañas (Historias del Kronen), que vuelve a las librerías con el thriller psicológico Todos iremos al paraíso.
“Los santos y las putas, las monjas y los asesinos. Todos iremos al paraíso, incluso yo”. Los versos del cantante francés Michel Polnareff sirvieron de inspiración al escritor José Ángel Mañas para dar nombre a su nueva novela, Todos iremos al paraíso (Stella Maris). El autor madrileño, cuya ópera prima Historias del Kronen lo posicionó a sus 23 años como finalista del premio Nadal y precursor de toda una generación, retoma la ficción con un thriller psicológico de lectura y ritmo vertiginosos. Cuenta la historia de Paz, una mujer que pese a gozar de estabilidad laboral y una familia envidiable, se convierte en una asesina múltiple a raíz de un accidente trivial. Mañas cambia de estilo y de escenario, abandonando Madrid para refugiarse en la costa cantábrica. En palabras del autor “es un acercamiento a aquellos personajes que se creen con el control y comprueban como el mero azar acaba determinando nuestras vidas”. Un libro adictivo (page turner, que dirían los americanos) con influencias del suspense más hitchcockiano y que nos invita a viajar a través de esa línea casi imperceptible que separa la normalidad de la monstruosidad. En S Moda hemos hablado con él sobre su último trabajo, los recuerdos del Kronen y el arduo camino de ser escritor en nuestro país.
Entonces, ¿crees que todos iremos al paraíso?
(Ríe) Eso es lo que me gustaba de la canción de Polnareff. Ya que no hay ningún juez que nos vaya a recompensar por las buenas acciones, o nos vaya a castigar por las malas, da absolutamente igual lo que hagamos. Yo creo que sí, que todos iremos.
Tu libro se encuadra dentro del thriller. ¿Querías sumarte a esta ola de novelas que tan bien funcionan comercialmente?
No había trabajado el suspense hasta ahora. En cada proyecto necesito ponerme retos, hacer algo que me sorprenda a mí mismo y novedoso respecto a mi pasado. Es verdad que al lector se le ha acostumbrado al formato americano del thriller, en el que al final de cada capítulo ocurre algo, y viendo la buena recepción lo tendré en cuenta de cara a siguientes trabajos. Por otro lado, si algo he aprendido estos años es que nunca sabes bien lo que va a funcionar y lo que no.
Ahora que existe un debate latente sobre los escasos personajes femeninos de ficción, ¿por qué una mujer como protagonista?
En mi caso es una deuda que tenía porque todas mis novelas tienen un clima muy masculino. Nunca había tenido una narradora protagonista mujer. Y el placer del ‘travestimiento’ literario, de tener una voz femenina singular y poder meterme en su sensibilidad y emociones era otro de los retos. Y hay veces que lo leo y dudo hasta de que lo haya escrito yo. Es de lo que más satisfecho estoy de este libro.
Llama la atención tu tratamiento del sentimiento de culpa. Estamos acostumbrados a la moralidad tradicional, en la que si alguien hace algo malo, o es castigado, o la culpa le acaba consumiendo. Sin embargo, tu protagonista tiene una reacción muy distinta…
Sí, es la clave de la novela. Y se refleja además en la meteorología cambiante del norte. Están ocurriendo tantas cosas que ella va dando bandazos, perdiendo el control total de su mecanismo emocional. El caso es que hasta en los momentos más dramáticos uno no puede estar desesperado todo el rato, o sentirse culpable todo el rato. También necesita liberación, y esa es la ambigüedad.
Hace poco afirmaste que teníamos los libros y políticos que nos merecíamos. ¿Tan mala literatura tenemos en España?
(Ríe) No, no, para nada. Me refería a unas declaraciones de Eduardo Mendoza que decía que los libros eran una birria en nuestro país. Yo creo que son cosas que dependen del público. Nosotros votamos los políticos y compramos los libros, el buen o mal gusto ya depende de la gente, por lo que no merece la pena quejarse.
¿Cómo de harto estás de que te hablen de Historias del Kronen?
Bueno, esto es un poco como lo que decía Enrique Urquijo con Déjame, y mira que pasó la vida componiendo canciones y algunas mejores… Hay un momento que puede cansar pero al mismo tiempo le debo tanto al éxito de esa novela que solo tengo agradecimiento. Que una de tus obras haya llegado a calar de esa manera en la memoria colectiva es lo que me ha permitido estar aquí. Es un lujazo que pueda seguir viviendo de escribir y en buena parte se lo debo a Kronen.
¿Qué recuerdas de la llamada Generación X o Kronen? En la que estás tú, pero además otros nombres mediáticos como Ray Loriga y Lucía Etxebarria.
Precisamente ha salido un documental hace poco de Luis Mancha que recrea la escena literaria de esa época. En los 80, España estaba de moda y la nueva narrativa de escritores como Javier Marías y Antonio Muñoz-Molina pegó un pelotazo. No sé si por inercia, pero en los 90 todavía quedaba mercado y con el éxito de Historias del Kronen de repente todas las editoriales tenían que tener su escritor joven. Luego el chiringuito se viene abajo.
¿Por qué?
Por la caída de ventas. Es más, hay muchísimos cadáveres, gente que hasta ha dejado de escribir. La situación ahora está marcada por unos cuantos blockbusters de grandes editoriales con toda la maquinaria a su disposición y que venden más que nunca. Y luego está la clase media a la que yo pertenecía. Escritores que podían vender entre cinco y veinte mil copias, y con la que sí se podía vivir. Lo que ha pasado es que esa clase media ha desaparecido, el que vendía diez mil copias en los años 90 ahora vende solo mil.
¿Tiene más facilidades un joven escritor ahora que hace 20 años?
Tiene una buena situación para comenzar, para publicar por primera vez. Hay muchas editoriales pequeñas y no es tan difícil como antes. Otra cosa es hacer carrera, porque no hay espacio. Hay casi 70.000 lanzamientos al año, 20.000 novelas… Si sacas un título y no se mueve muy bien en la librerías, en una semana desaparece. Están saturadas. Tener carrera es casi imposible, hay que ser muy correoso y echarle muchos riñones.
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