Por qué Donald Trump debería odiar la camisa que vistió Melania en el debate
La camisa con lazada de Gucci de la aspirante a primera dama tiene unas connotaciones históricas que no se alinean con la visión del candidato repubicano.
El jersey con las banderas europeas de Margaret Thatcher. Los pantalones de Carme Chacón en la Pascua Militar. La media cara con laureles que visten Pablo Iglesias y Monedero en sus camisas. La moda también lanza mensajes políticos. Muchos son evidentes, como la camiseta del puño en alto y el ¡No pasarán! que lució una de las Pussy Riot en su mediático juicio en 2012. Otros son prácticamente imperceptibles, como la leyenda que asegura que Alexander McQueen bordó un insulto en el interior del forro de un traje para el príncipe de Gales.
Según los portavoces de campaña del magnate, el desconocimiento hizo que Melania Trump lanzase uno de esos mensajes encubiertos contra las políticas de su marido la madrugada del lunes. Fue cuando apareció en el segundo debate televisado. Melania, la aspirante a primera dama que ha cedido de la atención mediática a Ivanka Trump y ha optado por los silencios tras el sonado plagio de un discurso de Michelle Obama, lució un conjunto de pantalón y camisa rosa con lazada para el cara a cara.
Hasta aquí, todo parecía normal. Las camisas con lazo son tendencia en muchísimas firmas desde hace unos años gracias a Saint Laurent y no supone ninguna locura para el gran público. Si buceamos en la historia de este tipo de camisa y sus connotaciones sociales, no obstante, podríamos decir sin ambages que Melania lanzó involuntariamente un sonoro bofetón a su marido. Marissa Mitrovich, que habla sobre política y moda estadounidense en Politequette, fue la que alertó sobre la «interesante elección estilítica de Melania Trump».
En los países anglosajones, a las camisas con lazo se las conoce como ‘Pussy Bow’. Así, de hecho, se llama el modelo de Gucci que lució Melania en el debate, tal y como especifica una web en la que se puede adquirir. Muchos pensaron que la aspirante a primera dama podría estar troleando a la prensa por llevar una camisa con el nombre ‘pussy’, que es precisamente la palabra que Trump dijo en las polémicas cintas que el Washington Post descubrió este fin de semana. En esas grabaciones de 2005, el candidato legitimaba el acoso sexual cuando dijo “cuando eres una estrella, (las mujeres) te dejan hacerles cualquier cosa. Agarrarlas por el coño (pussy)”. ¿Estaba Melania bromeando con el escándalo de su marido? Una portavoz de Trump aseguró a un periodista de la CBS que su elección estilística no fue «intencional».
Intencional o no, hay que ir mucho más allá del nombre para ejemplificar por qué esa camisa simboliza todo lo que Trump odia. Algo que horrorizaría al hombre que ha menospreciado a las mujeres por su peso o su aspecto, que aboga por políticas en las que las féminas no pueden decidir sobre sus derechos reproductivos o o que confía en su puesto para vicepresidente a un ultraconservador religioso conocido por criminalizar la planificación familiar o los derechos LGTB. En primer lugar, cabría destacar que los estudiosos de la moda se dividen en dos ramas en cuanto al porqué de ese nombre. Por un lado, están los que aseguran que la camisa ‘pussy bow» ‘es una abreviatura de ‘Pussycat bow’ (lazo de gatita, en referencia a los collares de estas mascotas), pero otros aseguran que el término ha mutado socioculturalmente y que su abreviatura hace referencia al sexo femenino y a una cuestión de poder feminista.
Tras aparecer nombrado como Pussycat Bow en la prensa a mediados de los años 30, las camisas con lazada se popularizaron en la ilustraciones de las Gibson Girls (el ideal femenino de la época a mediados de los 40) y Chanel o Saint Laurent las pondrían de moda más tarde. Fue en los 70 e inicios de los 80, cuando las Pussy Bows se volvieron feministas. Así lo defiende Meg Whithman, CEO de Hewlett Packard en el documental Makers: Women Who Make America, donde asegura que cuando las mujeres empezaron a acceder a los puestos directivos de las empresas, y como no contaban con referentes de estilo a la hora de vestir, decidieron ponerse camisas con lazos grandes bajo trajes de chaqueta y falda. Su equivalente a las pajaritas masculinas y a los trajes de etiqueta del otro género. «Era nuestra forma de parecer femeninas, y encajar en un mundo de hombres», cuenta en el vídeo.
El modelo de camisa que simbolizó ver cómo caía (parcialmente) el techo de cristal empresarial estadounidense sería el que después popularizaría la mismísima Margaret Thatcher (Samantha Cameron lució una en su honor en su funeral), aunque los expertos aseguran que esa deferencia por la prenda que tenía la dama de Hierro era lo «más autocontradictorio» de su estilo. Alguien debería recordárselo, también, a Melania Trump. Su marido ha lamentado por activa y por pasiva que su ex mujer, Ivana Trump, dirigiese dos de sus empresas (le pagaba un dólar anual por ello). «Mi gran error con Ivana fue sacarla de su papel de esposa y permitir que dirigiera mis negocios”, escribió en sus memorias. La camisa rosa con lazo de Melania, ese pussy bow de Gucci, reclamaba (históricamente) todo lo contrario.
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