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Dolce & Gabbana, el arte de vestirse en la intimidad

El primer atelier de sastrería a medida de Dolce & Gabbana es un alegato contra la uniformización estética.

Dolce & Gabbana

El último día de la semana de la moda de hombre de Milán coincidía con un partido de Italia en el Mundial de fútbol de Brasil. La Azzurra –que fuera del campo viste de Dolce & Gabbana– se enfrentaba a Uruguay a las 18 h. A esa hora Domenico y Stefano citaron a la afición fashion en el Martini Bar para ver el encuentro, que terminó en derrota [los italianos cayeron ese día en octavos]. Las lamentaciones duraron cinco minutos, el tiempo que tardaron los diseñadores en pasar a un patio contiguo para presentar la primera línea de su recién estrenado atelier de sastrería a medida. Días después, Domenico Dolce nos dió las claves.

El modelo Evandro Soldati en una prueba de vestuario en el atelier milanés.

Cortesía de Dolce & Gabbana

¿Por qué ahora?

Llevábamos tiempo dándole vueltas a la idea. Pero decidimos esperar para entender mejor el mercado. Durante dos años trabajamos en el proyecto en privado con clientes. No me gusta la palabra «tendencia». Sé que otras firmas apuestan también por este tipo de servicio. Pero para nosotros, todo gira en torno a la experiencia. El hombre que entra en el atelier elige el tejido, toma una copa… Un ritual íntimo. Un momento confidencial. Como cuando te confiesas a un sacerdote en la iglesia. No descubrimos nada nuevo. Es un diálogo que ha existido siempre entre hombres. Pienso en el viejo Londres, la elegancia, las antiguas cintas italianas, Mastroianni en pijama… La globalización ha uniformizado la estética. La actitud y la sensibilidad han muerto. Cada profesión tiene su traje. Lo que es un error. Cuando lanzamos Alta Moda [en 2012], muchas mujeres nos preguntaron por qué no hacíamos lo mismo para ellos. Descubrimos que había un sector de hombres preparados, y exigentes, que anhelaban prendas especiales: quizá una chaqueta con brocados, ropa interior de costura…

Desde que retiraron del mercado D&G [en 2012], están reescribiendo las reglas del lujo, para reestablecer su hermetismo y la exclusividad.

Lujo y riqueza son palabras aburridas. El dinero es lo de menos. Hablamos de experiencia, de sueño.

Detalles de las distintas estancias del atelier de sastrería a medida de Dolce & Gabbana en Milán.

Cortesía de Dolce & Gabbana

¿Cómo es el nuevo cliente masculino?

Desde el año 2000, hasta hace dos o tres años, este sector había crecido a un ritmo vertiginoso. Pero, con la crisis, el consumo se ha moderado. Actualmente, los hombres compran menos. Aunque estoy convencido de que muy pronto las cifras volverán a subir. Estamos viviendo un momento muy importante para la moda, no solo la masculina. Toda la industria se está reajustando.

¿Cuál es el pulso de los nuevos tiempos?

Hoy la gente reconoce la calidad. Los medios de comunicación llevan años abogando por el cheap and chic, pero es mentira, son términos antónimos. El cheap nunca será chic. Del mismo modo que no puede compararse una camiseta básica del mercado de masas con otra de diseño.

Cortesía de Dolce & Gabbana

¿Qué opina del código de estilo de Silicon Valley, que combina el traje sastre con sudadera y deportivas?

Moda es libertad. Cada uno puede llevar lo que quiera mientras respete el contexto, la localización… ¡Pero con personalidad! Porque los dictados están convirtiendo al hombre en un robot mecánico. Queremos romper esa idea.

La tienda [Corso Venezia 15] está en un palacio neoclásico del siglo XVI.

Para mí, los espacios minimalistas parecen hospitales. Yo tenía en mente la sastrería de mi padre en Sicilia. Recuerdo las conversaciones, las pruebas a puerta cerrada, con un café… o una copa de whisky. ¡El ambiente es tan importante! La memoria es el auténtico lujo. El tacto, los olores… Algo que las redes sociales jamás lograrán transmitir.

Cortesía de Dolce & Gabbana

Cortesía de Dolce & Gabbana

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