_
_
_
_

Dior, cuando la alta costura se hace joya

La creadora Victoire de Castellane deconstruye los códigos clásicos de la maison francesa para crear su última colección de joyas, Dear Dior.

Joyas Dior

Ríos de diamantes […], collares preciosos, decorados con perlas negras e intrincados diseños». Así describía el maestro Christian Dior las joyas que adornaban las siluetas del desfile de su segunda colección, Corolla, en 1947, en la maison de Avenue Montaigne, en París. En realidad, las maniquíes no llevaban piedras preciosas, ni siquiera perlas auténticas. Eran modelos de bisutería. Accesorios de moda que hoy, como en un cuento de hadas, Victoire de Castellane convierte en auténticas joyas de oro y platino, con turmalinas, diamantes blancos, amarillos y verdes, ópalos –su piedra favorita–, esmeraldas, zafiros, tsavoritas… Una colección multicolor de 20 piezas únicas (dos brazaletes, 11 anillos y siete pares de pendientes) y 10 diseños reproducibles, de los que puede existir más de una copia –siempre por encargo–.

Victoire es una cuentacuentos en Place Vedôme, un mundo reacio a soñar con fábulas fantásticas. Los mismos joyeros tradicionales que en 1932 exigieron que Chanel desmontara sus piezas de joyería, en 1998, cuando Arnaud creó la división de joyas de Dior, tampoco entendieron la visión onírica de Victoire. «El punto de partida para crear una colección es siempre una historia», defiende la diseñadora desde su estudio parisino, rodeada de libros, fotos curiosas, ilustraciones, muñecos de peluche, rotuladores de colores, piruletas, fashion toys de vinilo… Sus musas son infinitas: «Exposiciones, películas, arte, la calle, el universo femenino, el amor, la sexualidad, el psicoanálisis, la vida misma…».

Cada joya es un personaje, con nombre y vida propios. Unas veces inspirados en las flores del jardín de Christian Dior en Milly-la-Florêt; otras, en los tejidos de sus colecciones o en la trama de las sillas de la maison… La última, la primera desde que Simons es director artístico de la casa francesa, se llama Dear Dior («querido, Dior», en español) y «podría ser el inicio de una carta al creador», insinúa Victoire. «El primer desfile de alta costura de Simons fue sorprendente, poético e inteligente», asegura la diseñadora. Para ella, el proceso creativo siempre es el mismo. «Cuando tengo la imagen de una joya en mi cabeza, hago un esbozo rápido en un Post-it y lo envío al atelier». Así se inicia un diálogo entre la creadora y el taller que puede durar hasta 24 meses desde que nace la idea hasta que la pieza está terminada y se presenta en la Bienal de Anticuarios de París.

Victoire heredó su fascinación por la joyería de su abuela, Sylvia Hennessy. «Llevaba joyas a juego con la ropa; y podía llegar a cambiarse hasta tres veces en un mismo día. Iba siempre impecable. Barra de labios. Laca de uñas, omnipresente en manos y pies. Era hermosa y fascinante. No era una abuela en el sentido clásico. Era más bien como una heroína de Hollywood. Buena amiga de Barbara Hutton, una millonaria estadounidense casada con Cary Grant, que llevaba tiaras de esmeraldas durante el día y residía en un palacio de Tánger. Vivía en un mundo totalmente excéntrico, en el que habitaban escritores, estrellas de Hollywood y diseñadores de moda, incluido el propio Christian Dior. Aquella era la auténtica jet-set», recuerda. Aquellas memorias de infancia dieron forma a su visión de la moda. Embelesada por el brillo de las joyas de su abuela, admite: «A través de los ojos de una niña, aquellas piedras parecían enormes».

Diseñar siempre ha sido un juego para ella. «No quiero trabajar, solo quiero divertirme con mis amigos», le dijo a Lagerfeld cuando él le propuso trabajar para Chanel. «Al final trabajé en Chanel 14 años». A la hora de comer, se escapaba de la oficina para ir a joyerías vintage en busca de piezas únicas que pudiera personalizar. «La verdad es que nunca encontré ninguna joya que me gustara del todo. Todas me parecían demasiado pequeñas. Así que encargué un anillo gigante en un pequeño taller parisino. Y ahí empezó todo», asegura. «Cuando estás aburrida y te sientes sola, una joya te protege», cree. «Por eso diseño joyas».

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_