David Delfín, el creador que llenó de aire fresco la moda española
Uno de los aspectos más interesantes de su carrera fue su capacidad para anteponerse a un tema que ha copado la agenda principal de la industria los dos últimos años: la estética agender y la moda neutra.
Cuando su perrita Alicia murió David Delfín (Málaga, 1970-2017) le dedicó la colección “Missing”. En el desfile, Alaska cantaba “Yo no te puedo acompañar a tu viaje final” de su canción Cierra los ojos. Hoy quien nos deja es el diseñador malagueño tras no superar tres tumores en el cerebro. Se va justo en el año que se cumplen 15 de su sonado debut en la pasarela Cibeles con Cour des Miracles, ese que hizo levantar de sus asientos a parte de la organización, indignada por su atrevimiento, y que llenó la prensa de titulares. Con sus modelos con la cara tapada y con sogas en el cuello, Delfín invocó a los surrealistas Magritte y Buñuel, pero también a la España más negra, que dejó ver que todavía quedaban muchos fantasmas que superar. Un capítulo imprescindible de la historia de la moda española que además y de forma muy simbólica anunció que llegaba sangre fresca. Sin saberlo abrió la puerta a una nueva generación de diseñadores que vieron por fin la posibilidad de encontrar un hueco en una pasarela que se había quedado en pausa, y lo hizo a lo grande.
No fue la primera vez. Empezó a jugar con el mundo de la moda usando viejas chaquetas militares como lienzos. En ellos garabatea con la mano izquierda inspirado en un ejercicio de uno de sus artistas favoritos: Joseph Beuys. Esta caligrafía entre siniestra y naïf le ha acompañado hasta la fecha y se ha convertido en la máxima identidad de su marca. En esa etapa fundacional todo giraba entorno al universo del artista alemán, su vida y su obra – “¿no es lo mismo?” se preguntaba entonces Delfín. Pareció haber encontrado la respuesta en 2016, cuando presentó en febrero su última colección con el lema: “Leben Und Arbeiten” – Amar y trabajar – en bolsas y camisetas parafraseando la respuesta que dio Freud cuando le preguntaron el secreto de la felicidad. Vida, obra, amor y trabajo son conceptos a los que recurrió Delfín una y otra vez. Para él la moda fue un medio de expresión en el que pudo trabajar con los dos universos que alimentaron su motor creativo: el mundo del arte y su propia biografía. De hecho, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (2004), el Guggenheim de Bilbao (2008) y la galería Soledad Lorenzo (2004) acogieron su visión artística de la moda.
En 2001 presentó su primera colección en el Circuit de Barcelona, la pasarela alternativa en la que el colectivo Davidelfin toma forma y se da a conocer. Delfín unió fuerzas con su círculo más íntimo en esta nueva aventura: su amiga y musa Bimba Bosé y los hermanos Postigo: Gorka, arquitecto, fotógrafo y su pareja de entonces; Diego, realizador de cine, músico y pareja de Bimba y Deborah, economista y periodista. Madrid vuelve a hacer gala de su productividad noctámbula y muestra que la movida sigue viva. David y Bimba se conocen cuando él sirve copas mientras intenta encontrar su hueco como artista y actor tras dejar atrás su Málaga natal. Es en el bar de sus padres donde ha entrenado sus dotes como camarero. De nuevo el trabajo y el transcurrir de la vida se alían durante sus primeros pasos. Son sus amigos los que le ponen el mote de Delfín, para diferenciarlo de otros Davids y en honor a su obsesión por los delfines. La culpable es la serie de televisión Flipper. Lo colecciona, se lo tatúa e incluso se convierte en un adjetivo: “estos pantalones los he adelfinado” dice en una entrevista.
El escándalo de Cibeles lo sitúa en el mapa, aunque no lo pasa bien. Los políticos lo señalan con el dedo y lo utilizan con fines partidistas. Dónde él ve surrealismo y arte, los ofendidos ven apología al maltrato y provocación. Mucho ruido y pocas nueces. La polémica enciende la mecha creativa de Delfín, que seis meses después y con su segunda propuesta se lleva el premio L’Óreal a la mejor colección de un diseñador joven con “In lovin memory”. Encima de la pasarela traduce en prendas de color negro y motivos de calaveras la revolución personal que vivió la trouppe Delfín tras ese tormentoso debut. Se acompaña con un tenebroso corto de moda, adelantándose a la fiebre de los fashion films, protagonizado por Bimba con un David Delfín que llega de ultratumba y que ahora pone los pelos de punta. Detrás de las propuestas más coloristas que solía desfilar en la pasarela, igual que Alexander McQueen, Delfín sentía una atracción irresistible por la oscuridad.
Un repaso a las entrañas de su carrera – y su vida – muestra la presencia recurrente de la muerte: desde la admiración, desde el miedo, desde la superación. En su brazo lleva tatuados un cuchillo, la frase de Oscar Wilde “Cada hombre mata lo que ama” y una calavera: “recordar que vas a morir me da más ganas de vivir”, explicaba en una entrevista de 2010. La colección primavera-verano 2006 se titula “Los mortales”, la de primavera-verano 2008 se acerca desde el negro de nuevo al lado oscuro y la de primavera-verano 2015 le rinde homenaje a su amiga, la fallecida guionista Dunia Ayaso con el siguiente texto: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en el claroscuro surgen los monstruos”. Esta última forma parte de una trilogía que se cierra con Inferno – otoño-invierno 2015 – y que muestra bien esta iteración y vaivén. “He estado en el infierno y he vuelto. Y deja que te diga, ha sido maravilloso” con esta frase de otra de sus artistas predilectas, Louise Bourgeois, con la que Delfín conectaba especialmente por su trabajo artístico con los tejidos, el diseñador explica a través de sus prendas “el paso del luto al alivio”. Cada decepción se convierte en una colección dura, árida, oscura. Cada remontada en una explosión de color. Y así, entre boceto y boceto, entre patrón y patrón, entre salida y salida, uno ve su vida pasar.
Por supuesto no fue el único tema. Su mirada era amplia y de largo recorrido, llenó su imaginario con lo mejor de lo que se cocía más allá de nuestras fronteras sin olvidar los orígenes, lo español, aquello que tenía más cerca. En sus diseños era capaz de bascular del humor y la estética technicolor de Almodóvar a la oscuridad y el tormento de Goya, el Greco o Buñuel. Su entorno también era una fuente constante de estímulo e inspiración. Disfrutaba con las colaboraciones con los que sentía una conexión especial. Para el cineasta manchego ideó los uniformes de Los Amantes Pasajeros (2013) y algunas de sus prendas aparecieron en Julieta (2015), donde además hacía un cameo. No fue la única ocasión, de hecho en sus inicios en el mundo de la moda participó en el corto V.O (2002) de Antonia San Juan como director artístico y con el que logró una nominación a los premios Goya. Alaska y Mario, amigos íntimos y a los que ha vestido en innumerables ocasiones, saltaron encima de la pasarela en 2012 para cantar Will: “Te cuidaré, te querré, te protegeré…Lo haré” y celebrar por todo lo alto los diez años en Cibeles.
Aunque quizá uno de los aspectos más remarcables fue su capacidad para anteponerse a un tema que ha copado la agenda principal de la industria los dos últimos años: la estética agender y la moda neutra. Desde 2005 en su pasarela desfilan hombres y mujeres: Ladies and Gentlemen fue la primera colección en la que empieza a trabajar el cruce de géneros, masculinizando las propuestas para ellas y feminizando las de ellos, algo que ya había empezando a perfilar en su colección anterior, Password (2004), que reflexiona sobre la ambigüedad con prendas vaqueras. Desde entonces la fluidez de género se convierte en una de las enseñas de Davidelfin y nadie mejor para defenderla que su inseparable musa y amiga Bimba Bosé que abre y cierra prácticamente todos sus desfiles. En su última colección Mentiras, da un paso más allá y presenta una serie de prendas unisex, sin género alguno. Dos meses después lanza la campaña de denuncia Fashion to be Free con un corto dirigido por Diana Kunst en la que la reivindica las prendas neutras para que “Las mujeres puedan ser libres”.
Delfín quería vestir a las mujeres, y sobre todo, provocar emociones. A través de la ropa buscaba poder transmitir los sentimientos que sus artistas favoritos: Beuys, Bourgeois, Arbus, Eva Heller le despertaban. Para él eran útiles para vivir, para entender este mundo, para sobrellevar ese “claroscuro”. El trabajo como terapia, como una herramienta de sanación: ropa que “te remueve por dentro, que te hace meditar”, dijo en sus inicios en 2003. “Nunca dejo de trabajar. No me interesa, porque cuando lo hago me pongo súper tonto, insoportable y no dejo de pensar en tonterías” añadía en 2009. “Mientras estoy trabajando estoy sano”, repetía en 2013. Y la enfermedad le pilló trabajando. Es probable que su diálogo constante con la muerte le ayudara a afrontar la enfermedad con la entereza que demostró desde el momento que la comunicó. Al igual que ha ido haciendo a lo largo de su carrera, Delfín sintió la necesidad de compartirlo y sorprendía en Vogue con una sesión de fotos abrumadoramente bella y dolorsa titulada «La lucha de David Delfín” y disparada por la persona que lo ha acompañado en este último tramo de vida, el fotógrafo Pablo Sáez.
Tras anunciar que no presentaría colección Otoño-invierno 2016-2017, el diseñador siguió trabajando y hizo una de sus últimas apariciones públicas en septiembre de 2016 para presentar un logotipo creado en colaboración con la campaña de lucha contra el SIDA “Compartir Momentos”. Con entereza pero sin dejar de ponerse emotivo, Delfín comentó que se encontraba fuerte y añadió: “Me parece poco atractivo rendirse”. Aprovechó para anunciar que trabajaba en una colección cápsula de gafas, camisetas y calzado para presentar a principios de este año. Hubo incluso tiempo para bromas: “Si algo tiene la enfermedad es que das pena, y la gente no te insulta tanto en las redes sociales, me siento como si fuera mejor diseñador”. En noviembre de 2016 se le otorgaba el Premio Nacional de Diseño de Moda: “Por la audacia, valentía y compromiso social de su obra, con una señalada identidad española que desarrolla un universo vanguardista propio. David Domínguez, director creativo del colectivo artístico Davidelfin, ha logrado traspasar las barreras entre la moda y el arte, los géneros y las generaciones, lo comercial y lo artístico. La fuerza de su mensaje creativo le hace merecedor del Premio Nacional de Diseño de Moda 2016.”
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.