Cómo ha conseguido el cine cristiano ser un éxito seguro en taquilla
Un buen número de películas basadas en la fe católica, de bajo presupuesto y sin apenas caras conocidas en su reparto, se convierten cada año en los estrenos más rentables de la cartelera. Cuestión de devoción.
Las sandalias del pescador, Los 10 mandamientos, Ben-Hur (la vieja, la buena), Barrabás, Rey de reyes… La alineación de clásicos cinematográficos de las sobremesas de Semana Santa puede decirse de carrerilla y por cualquiera. Mucho antes del tan de moda ‘Netflix and chill’, aquí acuñamos el ‘brasero, manta y cabezada’, con algunas de estas películas como señuelo y excusa para practicarlo. Pero haríamos mal en restringir el cine cristiano a las superproducciones históricas de los Anthony Quinn, Charlton Heston o Laurence Olivier; este género es hoy día uno de los más prolíficos y vistos de la taquilla. En estos días de frenética actividad litúrgica, producciones como María Magdalena o Pablo, El apóstol de Cristo llegan con fuerza a las salas españolas y en Estados Unidos, un filme independiente de bajísimo presupuesto e invisibilidad mediática se ha cargado a la superproducción de Disney protagonizada por Oprah Winfrey y Reese Witherspoon. Todo un milagro.
“Entretenimiento con integridad. Véalo en directo o bajo demanda por solo 5,99 euros al mes”. Con estas palabras atrae a sus clientes Parables.tv, el Netflix del cine basado en la fe católica. Una plataforma de streaming con cientos de películas en las que es difícil encontrar alguna cara conocida, pero no los buenos sentimientos y valores tradicionales. Da igual que los medios de comunicación convencionales den la espalda a estas producciones, no hay mejor marketing para este género que la poderosa red parroquial estadounidense de congregaciones e iglesias. Pocas razones pueden explicar mejor el éxito de producciones como I can only imagine, la gran revelación de la cartelera primaveral en Estados Unidos.
“Nunca, jamás, ni en mis mejores sueños, me habría esperado competir con una película de 7 millones dólares con un presupuesto para comunicación marginal, contra Black Panther o Tomb Raider. Esta es la historia de una cenicienta rechazada por el sistema de estudios y realizada fuera de él”, afirma Jon Erwin, el director del filme católico que se ha colado en su primera semana en el top 3 de la taquilla USA. En apenas unos días, este drama de superación que toma como inspiración la canción que le da título (el single cristiano más popular al otro lado del charco) y con Dennis Quaid como único rostro familiar de su reparto, ha conseguido una recaudación que triplica su coste total.
Como Quaid, actores que pertenecen o pertenecieron a la lista A de Hollywood como Ewan McGregor, Jennifer Garner, Greg Kinnear o Renée Zellwegger han sustituido en los últimos años a los representantes habituales del género, los Kirk Cameron o Kevin Sorbo, estrellas televisivas del ayer con Los problemas crecen y Hércules respectivamente. Los agentes anhelan la oportunidad de que sus representados aparezcan de nuevo en películas muy vistas por el público y los estudios no pueden decir que no a inversiones pequeñas, de mínimo riesgo y alta rentabilidad. Sony, por ejemplo, tiene una división dedicada exclusivamente al género. El estigma político que suele acompañar a este tipo de producciones ha ido desapareciendo gracias a las altas recaudaciones cosechadas y el mensaje contenido en estas películas consigue una identificación real con el espectador, reafirmando unos valores tradicionales que se dicen perseguidos o atacados en la actualidad.
Desde que en 2004 La Pasión de Cristo sumara más de 600 millones de euros de taquilla en todo el mundo y se convirtiera en la película para mayores de 18 años más vista de la historia, el cine bíblico histórico aparece periódicamente en pantalla con una asiduidad solo atribuible en nuestro tiempo al género de superhéroes. Y su Robert Downey Jr. es Jim Caviezel, que tras interpretar al hijo de Dios en la superproducción de Mel Gibson se mete ahora en la piel del apóstol Pablo. Caviezel, de grandes convicciones religiosas, afirmó que aunque su papel en La Pasión de Cristo “acabó con su carrera en la industria” volvería a interpretarlo en la secuela, La resurrección, actualmente en desarrollo y que el actor vaticina que será “la más grande de la historia”.
En España muchas de estas películas han gozado también de un buen recorrido comercial. Más allá de las muy publicitadas La Pasión de Cristo y la saga Las crónicas de Narnia, filmes de bajo perfil como El cielo es real, Soul surfer o Los milagros del cielo también consiguieron atrapar al espectador nacional. En clave cristiana, el cineasta que mejor representanta esta expresión en la actualidad es Paco Arango con sus filmes Maktub y Lo que de verdad importa. Esta última, la primera 100% benéfica, recaudó en España más de 2 millones y medio de euros, destinados a los niños enfermos de cáncer una vez pagados los costes del filme. Sin estrellas en su reparto ni apoyo publicitario explícito de las televisiones, la red parroquial y el boca a boca lograron que aguantara durante varias semanas en cartelera y lograra el hito de ser la undécima película española más vista de 2017. Datos suficientes para corregir a R.E.M. y atreverse a afirmar que el cine, más allá de la sobremesa de Semana Santa, ha encontrado su religión.
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