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Cecilio Castrillo, el artesano español que conquista a las grandes divas

Madonna, Lady Gaga y Beyoncé son algunas de sus clientas. Y es que sus originales máscaras de cuero y su universo creativo fascinan a los estilistas del show business.

Cecilio Castrillo
Marcos Ceballos

Vaqueros, sudadera, piercing en la nariz. Cecilio Castrillo (Burgos, 1979) acaba de pisar la calle después de casi tres horas de autobús y un viaje en metro y apura un cigarro en la puerta de la redacción de S Moda. Su madre, que se ha trasladado con él desde el pueblo para pasar el día en Madrid, sostiene una gran bolsa de plástico blanco. Por su apariencia, nadie imaginaría el contenido de ésta: se trata de una máscara dorada de cuero labrado que la misma Madonna eligió para uno de sus bailarines del show de la Super Bowl, seguido por 160 millones de personas solo en EE UU.

Castrillo tampoco es lo que parece. Tras su imagen de chico normal se oculta un talento emergente en el mundo del espectáculo norteamericano. Entre los clientes de su marca, Leather Designs, figuran, además, Lady Gaga, Beyoncé o la rapera Brooke Candy. «Cuando fui a Los Ángeles se quedaron extrañados. Se esperaban otra cosa», cuenta. Imagina que a alguien «más oscuro o más sofisticado». Alguien, por ejemplo, que no viva en un pueblo de 200 habitantes metido en un taller. Alguien más cercano al mundo de los estilistas y diseñadores que ahora demandan su trabajo (Nicola Formichetti, Arianne Phillips, Bea Åkerlund…). O perteneciente a la escena fetish que sugieren sus antifaces negros, caretas de formas alienígenas o corsés. Nada de eso. Lo de Cecilio es un oficio solitario de ocho horas al día y con únicamente los domingos libres. Su madre, Lucía, nos confiesa: «Cuando vi lo que hacía le advertí que eso no lo iba a colocar nunca». Él está de acuerdo, en parte tiene razón: «Lo que aquí resulta raro es lo que se vende fuera».

«Esta pieza no la pienso vender», dice Castrillo. Fue diseñada expresamente para la actuación de Madonna.

Mirta Rojo

El último gran logro de Castrillo ha sido colarse en la estética torera de Madonna, tanto en el videoclip del tema Living for Love como en sus actuaciones en los Grammy y los Brit Awards. Suyas son las cornamentas (las protecciones de cristal son de Marianna Harutunian) que lucen los 20 bailarines dirigidos por la diva. Ya había trabajado con el mismo equipo en Secret Project Revolution, vídeo dirigido en 2013 por el fotógrafo Steven Klein. El creador burgalés asegura que lo que ha permitido su aterrizaje en un mundo tan cerrado como el del vestuario del show business han sido la constancia y la suerte. «Klein, por ejemplo, ya me conocía gracias a una sesión de fotos que hizo con Brad Pitt para Interview Magazine. No nos hemos visto nunca, pero fue él quien me recomendó», recuerda. Saltarse a Arianne Phillips, entonces estilista de la cantante, es una hazaña incluso para un artista consagrado. Pero él no parece darle importancia.

Éxito en la sombra. Todo empezó a las puertas de las discotecas de Ibiza. Hasta la isla se desplazó en 2005 para acudir a las ferias de artesanía. «No vendía casi nada. Mis piezas no eran las típicas de mercadillo ni costaban lo mismo que los artículos del resto de puestos. Pero yo hacía lo que me gustaba hacer», narra. Cada día esperaba a la salida de los clubes para asaltar a los responsables de animación, book en mano. Y funcionó. También le dio resultados a otro español, Manuel Albarrán, con quien coincidió en la sala Somni en 2009… y en la Super Bowl de 2012, en la que el diseñador de metal couture fabricó la corona de la Ciccone. «Hasta donde yo sé, somos una excepción», aclara Castrillo, que no tiene una explicación para el triunfo simultáneo de dos artistas nacionales de similar trayectoria. En su caso, al menos, hay dos factores que ayudan: el anonimato («con Lady Gaga, por ejemplo, querían que yo estuviera en la sombra») y el precio (una máscara por encargo ronda los 350 euros).

Cordon Press

Próximos pasos. Cuenta, entre divertido y espantado, su viaje exprés a los Grammy, cuando el equipo de Madonna le exigió, por sorpresa, dos máscaras más, 24 horas antes de la actuación. «Me dijeron que tenía que llevarlas yo. ¡O mandar a mi asistente! ¿Qué asistente?», ríe. Por ahora no piensa mudarse a las avenidas de Los Ángeles, donde le espera un showroom organizado por el equipo de Åkerlund en el que promocionan su trabajo. Está pensando ir «unas semanas, para probar… ¿Qué hago yo allí? ¡Si ni siquiera me gusta conducir en Madrid!». El pueblo al que se retiró con su familia, eso sí, se le empieza a quedar pequeño. Si lo abandona, no será para adentrarse en el mundo social de la moda, de la que, dice, únicamente le interesa la creación. No tiene referentes de estilo ni los busca. Asegura que todo sale de su imaginación, alimentada por las películas de terror que le enseñaban sus cuatro hermanos mayores y por la música de Marilyn Manson. Sobre su cama hay todavía un póster del cantante, para el que diseñó tres piezas en 2012. Le basta con llegar a fin de mes. «Bueno», se corrige, «me gustaría hacer el vestuario de una película».

«Ahora desarrollo trajes completos», explica Castrillo. La cantante Edurne luce este corsé en su vídeo Painkiller.

David Amal

Sus diseños en blanco (como los de Lady Gaga) surgen para alejarse de la estética sadomasoquista: «Me buscan, pero ese mundo no me interesa tanto».

Cordon Press

La diva, en los Grammy, de Givenchy Haute Couture. Los bailarines llevan tocados de astas de Castrillo.

Cordon Press

Otra de sus piezas artesanas.

Mirta Rojo

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