Carla Paucar: «El racismo está muy arraigado en España. A veces no es con mala intención, pero está ahí»

La primera vez que la llamaron para ofrecerle un trabajo como estilista dijo que no. “Yo subía fotos de mis looks a Instagram pero no me dedicaba profesionalmente a ello. A base de juntarme con gente creativa aprendí mientras iba a haciendo”. Esto lo cuenta Carla Paucar, responsable de algunos looks de Nathy Peluso y Paula Cendejas y de todos los de los videoclips del proyecto El Madrileño de C. Tangana, junto a Alex Turrión. Nació en Quito (Ecuador) en 1992 y llegó a Madrid a los siete años. “Primero vinieron mis padres y cuando encontraron curro y piso vinimos mis hermanos y yo”, cuenta. “Tuvimos una vida como la de cualquier niño migrante: mis padres currando 24/7, nosotros solitos en casa, de casa al cole y hacia delante hasta el día de hoy”. Apasionada del arte y la danza, estudió Artes Visuales y Danza en el Instituto Universitario de Danza Alicia Alonso de Madrid y se dio a conocer a través de Instagram, lugar que la ha convertido en un faro de luz para muchas personas. “Cuando yo era pequeña no tenía referentes, me pillaban muy lejos porque no había redes sociales. La facilidad de internet nos permite estar más cerca, motivar a la gente y que sepan que existe gente migrante que ha conseguido realizarse, no solo artísticamente sino en lo personal también. Para mí es importante reivindicar mis raíces latinas, dar ese empujoncito a toda esa gente que viene detrás para que vean que se puede”.

Por eso es importante que haya más representación de la cultura latina en España.

Claro. Es la base para motivar a las nuevas generaciones. En España no existe una representación latina en el cine ni en la tele porque la que hay es bastante dudosa y racista. Siempre que sale alguna latina es con los mismos roles pero no alguien como yo que soy sudamericana, trabajo como estilista y he estudiado en la universidad. La tele es el medio más fácil para llegar a los demás. Pero ahora que tenemos internet es súper importante que la gente vea que existimos porque aunque convivimos en una comunidad donde hay mezcla, es súper importante que se nos vea.

¿Es cierto que comenzaste a trabajar como estilista a raíz de tus publicaciones en Instagram?

Sí. La ropa siempre me ha encantado. Cosía, me ponía mis looks, los subía a mi Instagram y la gente daba por hecho que era estilista. Me escribían para que les vistiera. La primera vez dije que no porque no era estilista, pero con toda mi formación de teatro y a base juntarme con personas creativas aprendí mientras iba haciendo. Nunca se me ocurrió estudiar moda, no porque no me interesara sino porque creo que todo lo que puedo aportar es por el resto de mis conocimientos, como todos los trabajos que desarrollo con el pelo.

¿Y por qué el pelo como material creativo?

No sé. siempre he tenido un dominio que no me he explicado. Es una especie de don. Nadie me ha enseñado a trenzar, pero un día me puse a hacer cosas muy visuales, subirlas a Instagram y flipé con la reacción porque no pensaba que fuera tan especial. Cuando subo vídeos contando qué me pongo o cuando creo formas con el pelo, me escriben niños diciendo que les inspiro muchísimo y cuando me dicen que les motivo a vestir como quieren me hace súper feliz. ¡Que nadie te ponga límites!

¿Tiras de tus raíces para inspirarte en tu trabajo como estilista? 

¡Mucho! A la hora de crear están muy presentes tanto la música que escuchaban mis padres y yo ahora la escucho y conecto, como los colores y la comida. Pese no haber crecido allí forman parte de mí. Los domingos en mi casa comemos comida típica de Ecuador.

Un tuit tuyo dice: “Los migrantes que vivimos en España toda nuestra vida hemos ido esquivando y aprendiendo a convivir con el racismo de este país“. ¿Se aprende a convivir con el racismo?

Sí. Y es fuerte. El racismo está muy arraigado en España. Ya hay más conciencia de expresiones que está mal decirlas pero hasta que llegas al punto de educar a la gente pasa un tiempo. Sabes que no lo hacen con mala intención, pero para entendernos, son como los ‘micromachismos’. Mira, otro ejemplo. Cuando me vine tenía otro acento pero en el cole me preguntaban por qué hablaba así. Empecé a adaptarte para sobrevivir y pasar desapercibida, pero luego en casa volvía a hablar distinto. Ahora me molesta cuando me recriminan que haya perdido mi acento, como si hubiera olvidado mis raíces. Todos tenemos una historia diferente y hay que entenderlo.