Botellas de plástico recicladas para los nuevos carritos de bebé
Firmas de moda, belleza y estilo de vida lanzan propuestas respetuosas con el medio ambiente donde el diseño se alía con el reciclaje y la máxima durabilidad.
Si quieres que el mundo cambie, sé parte del cambio. Las materias primas no son inagotables. Su producción tampoco le sale gratis al planeta. Lo que sí es ilimitado es el diseño y la creatividad industrial puestas al servicio de la conservación del medio ambiente. La fusión de ambas da como resultado una nueva generación de consumidores que no renuncia a vestir, cuidarse o vivir con estilo, pero sin perder de vista las cuatro erres del consumo responsable: Reducir, Reutilizar, Reciclar y Recuperar.
Según Ecoembes en 2016, cada habitante depositó 13,2 kg de envases de plástico, latas y bricks en el contenedor amarillo (un 4% más que en 2015). En España, se reciclaron el 66,5% de los envases de plástico. Mientras a las generaciones más veteranas, educadas en el ‘más es más’, les cuesta abrazar el reciclaje y más aún lo de reutilizar, las nuevas generaciones – milennials y la generación Z – lo llevan impreso en su código genético. Son ellos los que impulsan el uso de la bicicleta como modo de transporte urbano sin que se les caigan los anillos y utilizan sin sonrojo el ‘carsharing’ para irse de vacaciones. La compra de objetos de segunda mano a partir de aplicaciones móviles como Wallapop, Chicfy o el mercadillo de intercambio de material deportivo impulsado por Decathlon (su célebre Trocatllon) les ha enseñado el valor de reutilizar o dar una segunda vida a los objetos. Y con Pinterest e Instagram han aprendido que un pequeño cambio puede hacer que todo un look parezca de estreno.
Las firmas de moda y belleza, muy sensibles a los deseos de esta nueva generación, ya hace tiempo que se pusieron la pila. Ahí está Ecoalf, aplicando toneladas de I+D para obtener tejidos a partir de botellas de plástico, neumáticos o algodón reciclado. Nike lleva años apoyando el programa Nike Grind mediante el cual las zapatillas usadas se convierten en suelo para parques infantiles o tejidos para nuevas prendas deportivas. Y no es un secreto que muchas de sus camisetas se fabrican a partir de botellas de plástico recicladas. La belleza aporta su grano de arena reduciendo cartonajes y optando por formatos más fáciles de transportar y almacenar para reducir la huella de CO2. El gigante L’Oréal es uno de los más involucrados en esta transformación verde.
Pero estos milennials también se hacen mayores. Se emancipan, montan casa y, finalmente, se convierten en padres. De ahí que la segunda revolución verde afecte a bienes de larga duración. Llegan los coches híbridos o los muebles fabricados a partir de botellas de Coca Cola, como la 111 Navy de Emeco. Lo último: carritos de bebé facturados con criterios de sostenibilidad. Recientemente se lanzaba Bugaboo Fox, un cochecito de plegado ultrafácil y armado con un avanzado sistema de amortiguación para evitar que la criatura sufra el traqueteo de los baches urbanos o campestres. Pero hay más. La capota y el resto de fundas se fabrican con textiles procedentes de hasta 92 botellas de plástico recicladas y el chásis se hace a base de aluminio de alta resistencia como el utilizado en la aviación. Todo un guiño a aquellos padres modernos que adquieren un carrito con la intención de que les dure para sus futuros retoños, pero que no dudan en actualizar ciertos elementos con cada nacimiento. Así los padres ahorran a largo plazo reutilizando lo del primer bebé, pero sin el remordimiento de que el hermano pequeño nunca estrena nada. Sin olvidar el plus de integrar el reciclaje en la paternidad del siglo XXI como símbolo de una nueva educación que, con suerte, traerá a nuevos ciudadanos dispuestos a cuidar del planeta. Y sin dejar de ser molones.
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