Por qué hablar de lo que ocurre en el baño debería dejar de ser tabú
Hablamos con Giulia Enders, autora de ‘La digestión es la cuestión’, un libro que profundiza en la importancia de escuchar a nuestro intestino y prestar atención a nuestras heces.
Después de leer este artículo quizá tengas en mayor estima a tus tripas y vayas al baño de otra manera. No tiene que ver con la grosería, sino con la necesidad de acercarnos al tabú que nos impide hablar de lo que pasa en el cuarto de baño, a pesar de que podría darnos pistas importantes sobre nuestro estado de salud e incluso nuestra psique. Esta es la propuesta de Giulia Enders, autora de La digestión es la cuestión, un súper ventas en Alemania que acaba de aterrizar en el mercado en español. Enders, estudiante de doctorado en el Instituto de Microbiología de Fráncfort (Alemania), recuerda en tono distendido que el cuidado del intestino (“el órgano más infravalorado del cuerpo humano”) es clave para la salud, y que las alteraciones del equilibrio de la flora intestinal tienen influencia directa en el sobrepeso, las alergias o las depresiones. “Es muy importante que cada uno entienda bien lo que pasa con su cuerpo”, señala en una entrevista con S Moda.
Hay un sinfín de expresiones que nos recuerdan la influencia de los instintos viscerales en la vida cotidiana. Nos “cagamos en los pantalones” o “nos entra el cague” cuando sentimos miedo; se nos hace “un nudo en el estómago” con la angustia; nos “tragamos la decepción”; tenemos “mariposas en el estómago”, etc. “Nuestro yo está formado por la cabeza y el estómago y, cada vez más, no sólo a nivel lingüístico sino también en el laboratorio”, apunta Enders, cuya conferencia del mismo título en YouTube, cuando participaba en un concurso de jóvenes científicos, se convirtió en un fenómeno viral que dio lugar al libro. Enders cree que su éxito se explica del deseo de saber más. “Al saber más, podemos tratar a todo eso que ocurre en nuestras tripas de otra manera”, explica. “Estamos muy orgullosos de nuestro cerebro o nuestro corazón, pero desconocemos demasiadas cosas de nuestro sistema digestivo”. Por ejemplo, la mayoría de las personas desconoce que sólo la última parte de los ocho metros de intestinos tiene que ver con las heces; que produce más de 20 tipos de hormonas; contiene más de mil especies de bacterias o que está regido por un sistema nervioso casi tan complejo como el del cerebro. Para saber más sobre el alucinante mundo de nuestros intestinos podemos comenzar por cuestiones como éstas:
Breve consideración sobre las heces
Con ayuda de dibujos elaborados por su hermana Jill, Enders dedica amplio espacio a los componentes, color y consistencia de las heces, a las que divide en 7 categorías generales. “No hace falta que esta sea un tema de conversación entre los amigos, ni que todo el mundo tenga que hablar del aspecto de sus heces. Pero es muy importante que cada uno sepa lo que pasa en su cuerpo y por eso es bueno observarlo”, apunta. Un ejemplo: entre un 8 y un 10 por ciento de los hombres tienen heces ligeramente amarillas. “No es un problema en sí mismo, pero este color advierte de que estas personas no toleran bien el paracetamol”, señala.
Otra cuestión poco conocida es la existencia de un segundo esfínter. Casi todo el mundo conoce la existencia del externo, que se puede abrir y cerrar de forma selectiva, pero ignoran al compañero, muy similar, a pocos centímetros de distancia, que no podemos controlar conscientemente. Este segundo esfínter es un “fiel colaborador de nuestra conciencia”. Si nuestro cerebro considera inoportuno ir al lavabo en un momento determinado, el esfínter externo escucha y se mantiene tan cerrado como puede. El esfínter interno, sin embargo, es el representante de nuestro mundo interior inconsciente, y hará lo posible por soltar ese aire incluso si nos encontramos en medio de una primera cita. Ambos deben colaborar.
La portada de ‘La digestión es la cuestión’ y su autora Giulia Enders.
¿Me siento correctamente en el inodoro?
Las hemorroides, los trastornos intestinales como la diverticulitis o el estreñimiento son mucho más frecuentes en países donde se evacúa sentado en un inodoro, mientras que apenas si se dan en Asia, donde no hay retretes. El motivo, señala Enders, no es un tejido flácido sino un exceso de presión sobre el intestino, especialmente entre las personas jóvenes. ¿Qué hacer? ¿Salir al campo? No hace falta ser tan extremos: podemos ponernos en cuclillas estando sentados. Para ello debemos inclinar ligeramente el tronco hacia delante y colocar los pies sobre un taburete. “Cuando vamos a hacer nuestras cosas como siempre se había hecho, en cuclillas, el músculo se suelta y el intestino adopta una forma más recta. Esto es importante sobre todo para personas a las que les cuesta evacuar, porque entonces tienen un exceso de presión”, advierte la autora.
A este respecto, un apunte importante para los que instalan la biblioteca en el baño: un parámetro mucho más adecuado para determinar si existe estreñimiento no es con qué frecuencia se va al lavabo, sino cuánto cuesta.
El segundo cerebro
Nuestra percepción de cómo nos sentimos en un momento dado procede, en parte, del intestino. Esto es: si cerramos los ojos, nos tapamos los oídos y nos sumergimos en una bañera, aislando los sentidos, una parte importante de las sensaciones procederá del intestino, y no sólo de nuestra mente. “El mal humor, la alegría, la inseguridad, el bienestar o la preocupación no nacen solo de forma aislada en el cráneo”, apunta Enders. Durante mucho tiempo hemos estado ciegos ante el hecho de que nuestro yo es más que el cerebro. Últimamente, sin embargo, las investigaciones sobre el intestino han contribuido en cierta medida a cuestionarse con prudencia el lema filosófico "pienso, luego existo". “La contribución del cerebro es sustancial, pero no única. No sería mala idea completar un poco la frase de Descartes: ´siento, luego pienso, luego existo”.
* Para adentrarse en otros muchos aspectos de lo que ocurre en nuestos intestinos es recomendable la lectura de La digestión es la cuestión (Ediciones Urano).
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