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¿Quién se ducha más en Europa? Mitos y motivos detrás de los diferentes hábitos higiénicos

Twitter es testigo del interés que despierta la frecuencia con la que unos y otros pasan por debajo de la alcachofa de la ducha. ¿Qué hay de cierto y cuáles son los motivos detrás de los diferentes hábitos higiénicos de los europeos? Mientras que el argumento de no dañar la piel se repite entre aquellos devotos de la sequía higiénica, los expertos insisten en que no hay fundamento para resistirse a colocarse bajo la alcachofa de la ducha.

Un tuit sobre el porcentaje de personas que se duchan o bañan a diario en Europa ha desatado la controversia en las redes.
Un tuit sobre el porcentaje de personas que se duchan o bañan a diario en Europa ha desatado la controversia en las redes.getty (Getty Images)

Más de 14.500 ‘me gustas’, miles de respuestas y un debate encarnizado entre quienes corroboran los datos, los que se empeñan en refutarlos y aquellos que pasaban por allí y no dudan en compartir anécdotas personales y algún meme para formar parte de la controversia. La viralidad de un tuit en el que el usuario @xruiztru compartía el porcentaje de personas que se duchan o bañan a diario por países europeos es sintomática del interés que despierta una cuestión tan mundana como la higiene personal.

Según los datos, que pertenecen a un estudio publicado por la cuenta especializada en estadística @TheGlobal_Index en 2021, los italianos son los más pulcros de Europa (más del 95% de la población se ducha a diario), seguidos por los portugueses (lo hacen entre el 95 y el 94%) y los españoles y griegos (entre el 75 y el 84%). Por resumir el resto de países, un mapa teñido mayoritariamente de naranja –color que representa una frecuencia de ducha diaria menor al 65% de la población– viene a decir que la mayoría de los europeos no pasa por debajo del chorro de la ducha a diario.

Basta echar un ojo a las infinitas respuestas que ha generado el tuit para comprobar que tanto autóctonos como hijos adoptivos de los países europeos citados se dividen a la hora de certificar los datos. Mientras que algunos reniegan de vivir en un país alérgico al agua y al jabón, otros se enorgullecen de usarlos solo de vez en cuando, argumentando la necesidad de proteger la barrera cutánea natural o la importancia de ahorrar agua como principales factores para espaciar las duchas. También son muchos los que señalan las altas temperaturas de países como Italia, Portugal o España respecto al resto de Europa como uno de los factores determinantes para alimentar la pulcritud de sus habitantes, si bien otros apelan a factores culturales para explicar las diferencias.

“Me ducho a diario y, en ocasiones, más de una vez. Si por ejemplo voy al baño, acto seguido paso por la ducha. No entiendo eso de limpiarse con papel higiénico o una toallita… me parece antihigiénico”, corrobora a S Moda Gianmario, un italiano de 37 años que con su testimonio pretende ratificar los datos que sitúan a su país como el más limpio de Europa. “Nunca hablé con nadie sobre si se duchaban o no cada día, pero sí que notaba que cuando llegaba el calor la gente olía fuerte. Recuerdo que tenía una compañera que olía a sudor y, en general, las mujeres, que normalmente sudan menos, ya desprendían mal olor yendo a trabajar a primera hora de la mañana”, explica Marta, de 34 años, y que estuvo de Erasmus hace una década en París. “No sé si se debía a la frecuencia de duchas o a que estaba de moda sustituir el desodorante por la piedra de alumbre”, añade. Para Noelia, enfermera de 32 años que trabajó en Bélgica durante un lustro, los datos correspondientes al país pueden tener razón. “No puedo generalizar, pero al menos mis compañeras de piso solían ducharse un día sí, un día no”.

La frecuencia con la que cada persona pasa por debajo del chorro del agua también suscita interés a nivel global. Según una encuesta publicada hace unos años por la agencia de análisis de tendencias Euromonitor, los brasileños son los más pulcros del planeta, llegando a ducharse hasta 12 veces de media a la semana. Colombianos y australianos los siguen de cerca con 10 y ocho baños semanales por persona, mientras que los chinos se quedan a la cola en el sondeo, que afirma que solo se lavan una vez cada dos días. Los franceses, estadounidenses y españoles se mantienen en el promedio de la ducha diaria, contradiciendo en el caso de los primeros los datos señalados en el mapa viral de la higiene europea. El estudio sí coincide, sin embargo, en señalar a alemanes e ingleses como nacionalidades poco amigas de la ducha diaria. Una realidad que en el caso de los segundos copa de cuando en cuando la atención de los tabloides, que dedican titulares a exponer que un tercio de los británicos huyen de la ducha diaria.

Hace unos meses el debate acerca de la necesidad o no de lavarse cada día también copó titulares, auspiciado por las voces más influyentes de las colinas de Hollywood. Después de que el actor Jake Gyllenhaal asegurase a la edición estadounidense de la revista Vanity Fair que “consideraba que bañarse no es tan necesario”, otros tantos nombres salieron en defensa de la higiene personal espaciada en el tiempo. “Solo bañamos a nuestros hijos cuando vemos la suciedad en ellos”, afirmó el matrimonio formado por Mila Kunis y Ashton Kutcher sumándose a la lista que años antes había cargado contra los baños frecuentes: Charlize Theron confesó en 2008 que podía estar una semana sin ponerse a remojo, Brad Pitt reveló en la grabación de Malditos Bastardos el uso de toallitas húmedas para bebés como reemplazo de las duchas y Cameron Díaz, Matthew McConaughey, Julia Roberts o Leonardo DiCaprio se han opuesto públicamente al uso del desodorante.

Mientras que el argumento de no dañar la piel se repite entre aquellos devotos de la sequía higiénica, los expertos insisten en que no hay fundamento para resistirse a colocarse bajo la alcachofa de la ducha. “Ducharse a diario no solo no es malo, sino que es recomendable”, cuenta a esta revista Dra. Mayte Truchuelo, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén. Y puntualiza: “Es especialmente importante en el caso de personas que tienen trabajos físicos, que hacen ejercicio asiduamente o para eliminar los restos de sudor, cloro, arena, salitre o crema solar en verano”. Según la experta, la ducha diaria mantiene la piel limpia, elimina las células muertas y evita la acumulación de bacterias y agentes potencialmente nocivos para la salud, por lo que espaciarla “provoca la acumulación de suciedad, sudor y células muertas sobre la piel, lo que favorece el mal olor corporal, la alteración del microbioma de la epidermis y la proliferación de hongos y bacterias que pueden desencadenar infecciones”. No obstante, si la ducha no se hace correctamente, no se aplican los productos adecuados y no se hidrata bien la piel después, la barrera cutánea puede resultar dañada.

Para lograr que la ducha cumpla su objetivo evitando la deshidratación de la piel, la Dra. Truchuelo señala que debería hacerse con agua tibia y sin superar los siete u ocho minutos de duración (la Organización Mundial de la Salud lo reduce aún más dejándola en solo cinco). Además, recomienda utilizar jabones y geles de baño suaves. “En este sentido son muy interesantes los productos syndet, también llamados jabón sin jabón. Están formulados específicamente para pieles sensibles o con determinadas patologías, pero resultan adecuados para todo el mundo”. Tras la ducha, la dermatóloga aconseja secarse a toques con una toalla suave incidiendo en las zonas de difícil acceso o con pliegues. “Para terminar hay que hidratar la piel con productos emolientes que reparen la barrera cutánea y mantengan la piel sana, suave y elástica”. Varios consejos fáciles de aplicar más allá de temperaturas más o menos elevadas, preferencias personales o costumbres culturales.

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