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«¿Ha consumido usted drogas, tiene una vida sexual activa?»: cuándo las madres tienen que dejar de meterse con sus hijas en la consulta del médico

Hablamos con tres profesionales médicos para saber si hay un momento concreto de la vida, o una temática determinada, que hagan preferible crear un ambiente de confianza con la doctora.

Caring mother support teen daughter
Aleksei Morozov (Getty Images/iStockphoto)

Acudir a las citas médicas en compañía de la figura materna es el proceso de iniciación en las gestiones vinculadas a la salud que en un futuro se pondrán en marcha sin compañía. La pregunta obligada no es otra que la de cuándo tiene una madre que dejar de meterse con su hija en la consulta del médico, y el hecho de que TikTok, la red social experta en capturar las dudas que nos asaltan a todos, cuente con numerosos sketches que emulan con humor lo que acontece cuando madre e hija comparten consulta, demuestra que esta cuestión es universal. Un pequeño apunte legal antes de proceder a hablar con diferentes médicos: el artículo 154 del Código Civil permite el acceso de los progenitores a la información sanitaria de los hijos sobre los que ostenten la patria potestad, mientras que el menor de edad también podría ejercer el derecho de acceso a su historia clínica a partir de los 14 años. Sin embargo,
este ejercicio no limita el derecho de los titulares del menor no emancipado a acceder a su historia clínica. Los expertos consultados coinciden en señalar que no hay un momento exacto en el que es conveniente dejar de acudir a consulta en compañía de una madre y que por descontado, depende del tipo de relación existente entre ellas. “Probablemente en la adolescencia hay muchos más tabúes, algo que hace que a veces se genere una mayor vergüenza a la hora de acudir con una madre, pero en otras ocasiones acuden juntas, porque son casi amigas y se lo cuentan todo. Hay quienes de hecho, se arrastran toda la vida la una a la otra para venir juntas a la consulta de ginecología, porque por alguna razón, a nadie le gusta ir, por lo que tienden a ir acompañadas”, comenta la doctora Maite Fernández, directora de la unidad de ginecología funcional de la Clínica Planas.

Sexo y consumo de sustancias: los temas tabú

Como asegura el doctor Alan Almazán, especialista en Medicina familiar y Comunitaria, los dos temas peliagudos sobre los que preguntar en consulta en presencia de una madre son la sexualidad y el consumo de sustancias. “Creo que cuando alguien tiene autonomía para tener dinero, realizar según qué cosas y tener relaciones sexuales, también ha de tener la responsabilidad de asumir los deberes y ejercer los derechos que conlleva acceder a un servicio de salud. Soy partidario de acostumbrarles a iniciar conversaciones; de hecho, recibimos formación al respecto. Tenemos que pedir permiso para hacer según qué preguntas y hemos de preguntar si están cómodos con que les preguntemos sobre su vida sexual. Es entonces cuando preguntamos si mantienen relaciones, si emplean métodos barrera… Incluso a veces tenemos que preguntar dos veces, pidiendo permiso, para crear un ambiente de confianza para que no te vean como a un profesor que les va a castigar”, asegura.

“Lo que sí es cierto es que en alguna ocasión, cuando una adolescente viene acompañada de su madre, me he dado cuenta de las muecas que va haciendo, como si estuviera enviando el mensaje de que no le pregunte según qué cosas delante de su progenitora. Cuando veo que la hija está incómoda, hay preguntas que no hago delante de la madre, sino después, cuando la estoy explorando. También hay veces en las que las madres salen de la consulta para dejar la
intimidad”, aclara la doctora Fernández. La Doctora Marta Sánchez-Dehesa señala que entre las situaciones en las que puede ser preferible que una madre no entre en la consulta se encuentran las vinculadas con la salud íntima en el caso de que la paciente desee establecer una relación de confianza personal con su médico sobre sus síntomas o problemas de salud. “Si no están cómodas compartiendo detalles de su vida sexual con su madre, si son mayores de edad, lo mejor es que entren a solas. Al final es la paciente la que tiene la última palabra a la hora de decidir cómo debe desarrollarse su consulta. Hasta los 14 años siempre vienen acompañadas, pero después de los 15 años, si no quieren entrar con alguien, se les arropa mucho como médico en el centro. Otras mujeres pueden optar por seguir viniendo acompañadas de sus madres incluso en la edad adulta debido a la confianza y comodidad que esto les genera”, explica. “La sociedad se adapta a las necesidades de las hijas adolescentes y ya se habla de sexo con normalidad, por lo que cuando a la hija adolescente se le pregunta por relaciones sexuales, sexo o la posibilidad de una gestación, en general las madres apoyan las respuestas con naturalidad y comparten conocimientos y consejos con estas pacientes. Todo esto nos facilita a nosotros, los ginecólogos, a hablar con franqueza y naturalidad sobre el tema”, añade.

La Asociación Española de Pediatría (AEP) informa que el titular del derecho a la información es el paciente mayor de 16 años y que en el caso de los niños menores de 12 años, se informa a los padres. Sin embargo, el menor ha de ser también informado e intentar buscar su asentimiento pese a no tener capacidad de decidir. Entre los 12 y 16 años es un deber del médico informar también al adolescente, ya que en el caso de que tenga madurez suficiente, puede decidir aunque el consentimiento corresponde a los padres. El doctor Almazán asegura que no es extraño que las pacientes acudan acompañadas a la consulta hasta los 18 años. El problema entonces es que en el caso de que vea necesario preguntar sobre su vida sexual o el consumo de sustancias, ha de decir con mucho tacto que sería oportuno dejar un espacio y construir confianza con el profesional médico. “Hay quien no entiende que son personas autónomas y que están comenzando a ser adultos. Les comento que lo idóneo sería tener unos minutos a solas con el paciente para hacerle unas preguntas. Pido permiso tanto al adulto, como a la paciente. Nunca se han negado, y cuando abandonan la sala, les explico la confidencialidad y su derecho a venir de forma autónoma, sin permiso y sin la necesidad de intervención de sus padres. Hay que hacerles saber que todo lo que se trate quedará en la consulta. No soy ni su profesor, ni su hermano mayor: tengo que mantener una confidencialidad, y suelen reaccionar muy bien cuando se lo explicas de una manera no forzada y natural”, dice el doctor. Comenta que en una ocasión, en la anamnesis (la conversación médica antes de pasar a la exploración y a las pruebas), al haber asegurado la paciente que no tenía problemas con que estuviera su madre delante mientras le hacía unas preguntas, cuando le preguntó si había mantenido relaciones sexuales sin preservativo, se dio cuenta por la cara de su madre de que lo oportuno era que abandonara la sala para que pudiera expresarse de una manera más íntima.

Teniendo en cuenta que como señala Stadista, el porcentaje de españoles que hablan de sus relaciones con sus padres, según los resultados obtenidos en octubre de 2022 mediante una encuesta realizada en España y desglosado por género, responde al 35% de los hombres y al 42% de las mujeres, quizás lo que habría que fomentar es una mayor educación sexual desde los hogares y la normalización del sexo. Pese a todo, si rondas los 40 años y todavía te
sonrojas si la doctora te pregunta por tu vida sexual, no estás sola. Así nos lo hace saber Marta Núñez, que se dedica a las ventas en el sector farmacéutico. “Aunque tengo 40 años, reconozco que si la doctora me pregunta por mi vida sexual, me muero de la vergüenza. Sin embargo, sigo yendo con ella a consulta, porque es un hábito que establecimos desde mi infancia”, confiesa para finalizar.

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