Forever young (con yoga)
Es una práctica que se adapta perfectamente a las necesidades físicas de los más mayores y para muchos el secreto para una vida larga y en buena forma.
B.K.S. Iyengar, “padre” del yoga en Occidente fallecido este miércoles a los 95 años, solía decir que mientras puedas respirar, puedes hacer yoga. Este gurú, uno de principales pioneros del yoga en el mundo, continuó hasta poco antes de su muerte con su práctica, que incluía posturas avanzadas que mantenía durante largos periodos de tiempo.
El suyo es, por supuesto, un caso extremo. Pero una de las cuestiones que Iyengar quiso transmitir es precisamente esta: el yoga es beneficioso para todo el mundo, sea cual sea su edad, gracias a su gran maleabilidad. El estilo que lleva su nombre, que se caracteriza por su precisión y el uso de soportes como sillas o cinturones, resulta muy adecuado para el segmento mayor de la población, en el que con frecuencia se produce una mezcla de personas capaces de correr una maratón a los 70 años junto con otros incapaces de atarse los cordones de los zapatos.
La ciencia moderna apuntala algo que los yoguis llevan siglos defendiendo: el poder de esta disciplina, que nació en la India hace unos 5.000 años, para mantener saludables cuerpo y mente y desacelerar el proceso de envejecimiento. Y no sólo funciona para lo más evidente, como el dolor de espalda o la ansiedad. Es también útil para combatir inflamaciones o para el corazón, según estudios como el publicado en el Journal of Alternative Medicine. Por algo dicen los yoguis que el tiempo que tenemos asignado no se mide en años, sino en respiraciones.
No hace falta retorcerse como un espagueti torcido para conseguir buenos resultados. Montserrat Cortés, una maestra jubilada de 69 años, comenzó a practicar yoga hace 10 y asegura que, desde que va a clases de yoga en Segovia, donde reside, no ha vuelto a padecer dolores de espalda y duerme mejor. “Parece cosa de magia”, señala. “Considero el tiempo invertido en mis clases de yoga como un seguro de salud”.
Cortés está en lo cierto. Una práctica regular de yoga (al menos una hora dos días por semana) mejora la flexibilidad, la fuerza y libera la tensión muscular; mejora la digestión; contribuye a estimular el sistema inmunológico y es una herramienta eficaz para eliminar toxinas e incrementar los niveles de energía. Una buena práctica de yoga, en suma, puede ahorrar muchas visitas al médico.
Encontrar el profesor adecuado es una de las cuestiones más importantes. En general, los adultos mayores tienen menor movilidad, menos fuerza y peor equilibrio, lo que les coloca en situación de mayor riesgo. “Si se practica con cuidado, el yoga puede ser de gran ayuda para los adultos mayores”, señala Matthew Taylor, ex presidente de la Asociación Internacional de Terapeutas de Yoga. Yoga es a las posturas lo que seda dental a los dientes, dice Taylor. “Así como nos lavamos los dientes un par de veces al día, deberíamos hacer prácticas de cinco minutos un par de veces en cada jornada. No hace falta tanto. Sólo unos minutos para ir hacia dentro y moverse con atención.”
Cortés notó grandes mejoras al poco tiempo de comenzar. “En un par de meses, me sentí mucho más flexible, y con más energía para emprender otras actividades”. Como ella, son cada vez más las personas que se deciden a practicar yoga en la edad dorada. No existen datos al respecto en España, pero un estudio de la revista Yoga Journal, la principal del sector, encontró que de los cerca de 16 millones de estadounidenses que practican yoga, 2,9 millones tenían 55 o más años.
Otra cuestión fundamental, al margen de lo puramente físico, es que en una cultura que adora la juventud, el yoga honra el proceso de envejecimiento. Las posturas pueden modificarse para diferentes cuerpos y niveles de destreza. Además, la filosofía anima a aceptar lo que ocurre en el momento presente. La competitividad, por otro lado, tiende a disolverse con el tiempo. Y esta falta de competitividad de la que suelen hacer gala las personas maduras hace que sea más fácil practicar la aceptación y lo que uno es. ¿Alguien da más?
Como inspiración, además del caso (como se ha dicho, extremo) de Iyengar, que a sus 86 años practicaba cinco horas al día, pueden verse las posturas e historia de Tao Porchon Lynch, que a sus 95 años continúa impartiendo clases de yoga en su propio centro, y recientemente lanzó su propio DVD junto a Tara Stiles, ex modelo y famosa del yoga. ¿Cuál es el consejo número uno para envejecer bien? Porchon Lych lo tiene claro: “no te guíes por la edad. No significa nada”.
@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
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