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Dilataciones de lóbulos que salen caras

Esta moda que vivió su esplendor hace unos años pasa factura. Analizamos las técnicas para reparar sus consecuencias y sí, hay que pasar por quirófano.

dilataciones orejas
Facebook/ Paula GH15

Las modas más atrevidas a menudo pasan factura. Claro que unas más que otras. Porque no es lo mismo sentir un bochorno sonrojante al desempolvar fotos de los 80 con peinado mullet y hombreras tipo Locomía que acabar en el quirófano porque aquellos aros étnicos gigantes que te han dejado dilataciones y con el lóbulo de la oreja hasta el hombro. El retrato robot de quien acude al cirujano para reparar los estragos auriculares de juventud suele responder al mismo patrón: “Presentan más piercings en otras zonas del cuerpo y, por lo general, también buscan soluciones para eliminar el rastro de haberlos llevado. Además son pacientes que con frecuencia presentan tatuajes múltiples”, apunta el doctor Javier Moreno Moraga, director de Instituto Médico Láser. “Te plantean abiertamente que necesitan eliminar las secuelas de una época de su vida en la que vivían plenamente una cultura y una estética que ahora no encaja con su estilo de vida”. ¿Lo piden más hombres o mujeres? “La moda de los aros gigantes y los piercings extremos se ha ido extendiendo a hombres y mujeres prácticamente por igual, por ello el volumen de pacientes masculinos y femeninos que demanda su reparación es similar”, responde Moreno.

Dado el primer paso, el de la visita al cirujano, los siguientes son someterse al bisturí y pagar la factura. “Es una pequeña cirugía llamada lobuloplastia. Se realiza mediante anestesia local. Este procedimiento debe llevarse a cabo en un quirófano para evitar infecciones. Es importante que quien lo practique sea un cirujano habituado con la técnica. De esta manera, los resultados son estupendos”, explica el cirujano plástico Rubén García Guilarte. El proceso viene a durar una media hora por lóbulo y, a grandes rasgos, lo que se hace es eliminar la piel que se ha dado de sí irremediablemente y suturar el lóbulo para que vuelva a tener una forma convencional. “Esta cirugía se lleva a cabo con material microquirúrgico, es decir, instrumental quirúrgico mucho más pequeño del convencional. Por ejemplo, las suturas son las mismas que se emplean para reparar terminaciones nerviosas. Se retiran al cabo de 5 a 7 días”. Como siempre que se trata de poner el pie en un quirófano lo de encomendarse a un buen profesional no es tontería: “Es importante que se extirpe bien toda la piel interna en ese fragmento de lóbulo que se va a suturar. Así evitamos que un pequeño fragmento pueda quedar enterrado en la zona de la cicatriz y dé origen a un quiste de inclusión epidérmica”, advierte el doctor Miguel Chamosa, cirujano plástico y actual presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (SECPRE).

La buena noticia es que hay vida coqueta después de la cirugía. Vamos, que la paciente (o el paciente) podrá volver a llevar pendientes, aunque de tamaño comedido. “A los 30 días pueden volver a realizarse un orificio para pendientes de poco peso en la oreja”, apunta Moreno. Y como es una zona no sometida a tracciones la cicatrización no suele revestir mayores dificultades. Por eso al cabo de poco tiempo, resulta imperceptible.

Y ahora, la pregunta del millón: y esto, ¿cuánto cuesta? El doctor Chamosa proporciona una horquilla entre 300 a 700  euros por lóbulo mientras que García-Guilarte cobra 600 por lóbulo más otros 500 por gastos de quirófano. En Instituto Médico Láser estiman el precio según la complejidad de la intervención (o sea, según el grado de deterioro del lóbulo en cuestión). Pero la factura estará entre 900 y 1.500 euros.

Hasta aquí casi todos los efectos colaterales de ser un moderno en un mundo que no lo es tanto. Queda una sorpresa más. Porque puede que en la consulta de cirujano te encuentres con que tu abuela va a lo mismo. O casi. “Algunas señoras de cierta edad vienen para que les reparemos un lóbulo muy deformado por el uso prolongado de pendientes muy pesados. También atendemos lóbulos rasgados por pequeños accidentes (un tirón brusco hacia abajo causado por un enganchón del pendiente al quitarse el jersey). Esto ocasiona un desgarro total o parcial del lóbulo. No es grave, pero sí antiestético y se puede reparar”, explica la doctora Marina García, Especialista en Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética del Instituto Javier de Benito.

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Uno de los personajes que interpreta Fred Armisen en ‘Portlandia’, con dilataciones.

IFC/ Portlandia

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