¿Cuarentón e infeliz? No te preocupes, la ciencia dice que es normal
La felicidad tiene forma de U. Toca fondo a los 45 y llega a su mejor momento a ¡los 85 años! Un nuevo estudio lo confirma.
He aquí dos buenas noticias. Primero: a pesar de la pérdida de musculatura, de las gafas, las arrugas o las canas, cuando envejecemos somos más felices. Ya sabíamos de la sabiduría de los mayores; ahora disponemos de otra prueba sobre su felicidad: pasada la etapa de los cuarenta y tantos –la famosa crisis de la mediana edad– la gente se siente mejor. En segundo lugar, y contra lo que pudiera parecer, engordar tampoco reduce el bienestar mental. La gente con un índice de masa corporal de más de 30, lo que se considera obesidad leve, tiene una percepción de bienestar mental similar a la de aquellos con un peso más saludable.
Ambas conclusiones forman parte de una nueva investigación de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, que analizó el estilo de vida de más de 10.000 personas en este país y EEUU teniendo en cuenta variables como su percepción de la salud en general, dolor, bienestar o salud mental. La conclusión principal es que, a pesar del declive físico, la gente se siente más feliz a medida que envejece.
Esta nueva investigación sigue la estela de estudios que dibujan una curva en forma de U para la felicidad. De entre estas investigaciones destaca, por su amplitud, la que realizó hace dos años la Academia Nacional de las Ciencias de EEUU a partir de una encuesta a 341.000 personas y que muestra que el disfrute de la vida desciende a partir de los 30 años, toca fondo sobre los 45 y, a partir de ahí, vuelve a subir, alcanzando su cúspide a los 85 años.
Concretamente, la encuesta mostró que los niveles de estrés, preocupación y rabia descienden de forma significativa a medida que los participantes se adentran en los 50 años. De la misma forma, los niveles de felicidad y disfrute de la vida se incrementan. El único sentimiento que no entiende de curvas de felicidad es la tristeza.
Por otra parte, variables como tener niños pequeños, estar desempleado o soltero no afectan a la configuración de esta U. Sí hay, en cambio, diferencias entre sexos: las mujeres de todas las edades confiesan sentir mayor estrés, preocupación y tristeza en comparación con los hombres.
Un rasgo interesante de la investigación de la Universidad de Warwick –la más reciente– es que contó con la participación de personas de dos países con sistemas sanitarios y de atención a la tercera edad muy diferentes. Pese a lo cual, no se observaron diferencias.
Y es que el fenómeno parece ser prácticamente universal. Un cruce de encuestas elaboradas a personas de 72 países mostró que, aunque las cifras concretas varían según lugares (los ucranianos, el extremo, son más infelices a los 62 años, mientras que la edad fatídica para los suizos son los 35) confirma que la gente de la mayoría de los países alcanza su máximo nivel de infelicidad entre los 40 y 50 años. La media global son los 46 años.
“Es obvio que, a medida que se envejece, hay un deterioro físico. Pero lo que es interesante es que, mentalmente, no hay un deterioro del bienestar. De hecho, se incrementa”, dice Saverio Stranges, co-director de la encuesta de Warwick. Con el tiempo, la gente mejora su habilidad para lidiar con las dificultades de la vida, dice Stranges; asimismo, se reducen las expectativas personales y profesionales.
¿Tendremos que esperar a los 80 años para ser felices? Estadísticamente, parece que sí. Es lo que asegura el profesor emérito de biología Lewis Wolpert, en su libro You´re Looking Very Well (subtitulado “la sorprendente forma de envejecer”). Wolpert se refiere a esa intuición universal de que cuanto mayores nos hacemos, más lejos vemos lo que significa “viejo”, y explica por qué a partir de los 45 la gente se hace más alegre y optimista, y alcanza la plenitud cuando llega a los 70 o incluso 80 años.
Menos responsabilidades, más madurez y más capacidad para centrarse en lo que uno disfruta son la clave, segun Wolpert. ¿No será que ven las orejas al lobo con mayor nitidez? Como reza el célebre dicho, la vejez no es tan mala cuando consideras la alternativa.
*Natalia Martín Cantero es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
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