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¿Cómo y cuándo fuimos más felices?

Analizamos en qué epocas de nuesta vida conseguimos más grado de bienestar subjetivo. Aunque nos parezca lo contrario, la juventud no es la época más feliz de nuestra vida.

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Getty

Según los resultados de una reciente investigación publicada por la revista The Lancet, la curva de la felicidad no es un abdomen prominente sino una “U”, que es la forma en que se representa la relación entre las distintas épocas de nuestra vida y nuestros niveles de bienestar subjetivo.

En general, y aunque el estudio señala grandes diferencias en función de la zona del mundo en la que nos fijemos, entre los cuarenta y tantos y los cincuenta y tantos nuestra percepción de la felicidad deja mucho que desear. Y si esa década es la base de la “U”, es decir, el tiempo menos feliz de nuestra vida, podremos interpretar que cumplidos los treinta comienza un trasiego (descendente) de cuitas que no nos dará tregua hasta los cincuenta y tantos antes citados. Momento en el que, si los cálculos no fallan, nos vendremos arriba otra vez para afrontar la llamada madurez con el ánimo que le atribuimos la juventud.

Hasta aquí, la foto más o menos conocida de que la sabiduría  (y por tanto la felicidad) llega con la edad. “Los sesenta son los nuevos treinta”, podría ser el titular a la vista de la investigación de los doctores Steptoe, Deaton y Stone, de otras realizadas por The Gallup World Poll y de organismos dedicados a relacionar el bienestar con factores como la edad, la salud, el sexo o la protección social.

Pero la foto tiene más paisaje. Porque otro estudio reciente, realizado por el Centro Psicológico Álava Reyes, arroja los datos precisos para descartar el titular ficticio que acabamos de proponer dado que sus conclusiones aportan mejores y más llamativos enunciados:

 1. Las personas mayores son más felices que los jóvenes.

 2. Los hombres son más felices que las mujeres.

 3. Las mujeres alcanzan la felicidad más tarde que los hombres.

 4. Tener pareja o familia no da la felicidad

 5. Quienes trabajan por cuenta ajena son más infelices.

Este estudio, con una muestra de setecientas personas, avala las tesis anteriores que, a ojo de titular, pueden resultar polémicas pero, a ojo de experto, son sencillamente evidencias de lo que se nos resiste en la búsqueda de la felicidad. Es decir, “la capacidad de perdonarnos, la capacidad de perdonar a otros y nuestra aceptación de las situaciones externas” claves de la felicidad, según María Jesús Álava Reyes, psicóloga y autora del estudio. “Hemos visto que la capacidad de perdonarnos aumenta claramente en función de la edad a partir de entrados los cuarenta años y que, desde luego, en torno a los sesenta hay indicios mucho más claros de esa reconciliación con nosotros mismos, que es una de las claves de la felicidad”, apunta.

Sus datos se corresponden con los señalados por The Lancet, a pesar de que los investigadores españoles han afinado mejor los periodos de las etapas más felices de nuestra vida que llegan, efectivamente, en torno al medio siglo de existencia. Digamos que, a excepción de los afortunados que practiquen el autoconocimiento sin caer en la autocrítica destructiva, los primeros cincuenta años de la vida los pasamos peleando con nosotros, los demás y las circunstancias a pesar de que está demostrado que estas solo influyen significativamente en un 10% de nuestra felicidad y que "cuestiones como tener pareja o hijos no nos condicionan tanto como pudiéramos pensar a priori", afirma la psicóloga.

Álava Reyes añade que el estudio ha detectado que son los hombres más que las mujeres; los empresarios y trabajadores por cuenta propia más que los asalariados; y los jubilados más que los jóvenes quienes realizan con mayor facilidad algunos de los tres actos esenciales para lograr el perseguido bienestar subjetivo. “Es cierto que a medida que avanzamos en edad aumenta la capacidad de perdonarte a ti mismo. Sin embargo, la capacidad de perdonar a otros no aumenta hasta los cincuenta años y pasa lo mismo sobre cómo aceptamos las situaciones, entre los treinta y los cuarenta años las aceptamos peor y en la cincuentena mejoramos en este sentido. Aunque la prevalencia es masculina, quizá, porque en esa edad las mujeres inician un periodo de la vida muy complejo, la menopausia, que hace que se retrase la felicidad que llega con el auto perdón”, dice.

O lo que es lo mismo, que a las mujeres nos cuesta más perdonarnos a nosotras mismas o, al menos, no lo hacemos con la asiduidad con la que perdonamos a los otros. Por fortuna, los estudios aseguran que aprendemos con la edad.

Inseparable Couple
Michael Ochs Archives (Getty Images)

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