Cinco trucos para ser feliz
La escritora Gretchen Rubin nos anima con su libro «Objetivo: felicidad» a encontrarla en los detalles cotidianos.
La escritora norteamericana Gretchen Rubin pasó un año experimentando en su propia piel estudios de todo tipo sobre cómo ser más feliz. Después escribió un super-ventas que ya ha sido traducido a más de una docena de idiomas, entre ellos español. Ser feliz es su proyecto, pero puedes hacerlo tuyo.
“No hay deber que infravaloremos tanto como la tarea de ser felices”, reza la célebre cita de Robert Louis Stevenson. Rubin se lió la manta a la cabeza y, según cuenta, dejó su trabajo de abogada de éxito para dedicarse en cuerpo y alma a esa tarea. El resultado es, además del libro, una web rebosante de herramientas para hacer más fácil un camino tan simple como poco frecuentado.
¿Qué diferencia este blog de la tonelada de recursos –la mayoría basura– que pueblan la web? En palabras de Rubin, el suyo no se limita a presentar las últimas teorías e investigaciones sobre el asunto: “En lugar de discutir los conceptos, cuento historias sobre cómo pongo estos conceptos en marcha”.
Como se ha dicho tantas veces, no hace falta que te toque la lotería o estar en las Bahamas sorbiendo una piña colada para ser feliz. “Salí en mi intrépida búsqueda hacia la verdad, el significado, la felicidad sin abandonar mi vecindario”, señala Rubin. Y es que, cuando se tienen las necesidades básicas cubiertas, el principal obstáculo suele ser uno mismo: “Quería sentir más gratitud y dejar de quejarme”. De ahí nace su primer “mandamiento”: “ser Gretchen”. Ser tú mismo, aceptar tus limitaciones y tus inclinaciones para evitar construir una vida que no tenga nada que ver con tu verdadera naturaleza.
“Algo que me sorprendió”, señala, “fue que tan pronto comencé a pensar en cómo ser más feliz, me di cuenta de lo feliz que ya era”. Una apreciación por su vida que le llevó a crear los días son largos, pero los años son cortos, un vídeo muy apropiado para los padres que sufren al observar cómo la niñez de sus retoños se esfuma entre sus manos.
El truco radica, como siempre, en la sencillez. Más que añadir cosas, experiencias o riqueza, se trata de estar más atentos a lo que tenemos delante. Como dice la fábula del pequeño pez:
—Usted perdone —le dijo un pez a otro—. Usted es más viejo y tiene más experiencia que yo, y probablemente pueda ayudarme. Dígame, ¿dónde puedo encontrar eso que llaman océano? He buscado por todas partes y no lo encuentro.
—El Océano —respondió el viejo pez— es donde estás ahora mismo.
—¿Esto? Pero si esto no es más que agua… Lo que yo busco es el océano —contestó el joven pez. Y se marchó decepcionado a buscar en otra parte.
El que busque inspiración –y quién no, en estos días en que los medios parecen regocijarse en anunciarnos poco menos que el inminente fin del mundo–la encontrará en forma de toneladas de citas, resoluciones de otros usuarios, listas, vídeos o un montón de trucos. Los favoritos de Rubin para una felicidad duradera son muy simples:
1. Piensa en tu cuerpo. Duerme lo suficiente, haz ejercicio.
2. Busca maneras de divertirte. Aprende a hacer algo nuevo, deja tiempo para tus aficiones, conserva las memorias felices.
3. Actúa de la forma en que te gustaría sentirte. Si estás cansado, actúa energéticamente. Si te sientes tímido, sé amigable.
4. Quítate de encima cosas que te hacen sentir culpable, molesto, enfadado. Llama a tu abuela, ordena el armario, contesta ese e-mail tan difícil.
5. Conecta con otra gente. Los filósofos y científicos están de acuerdo: las relaciones con otra gente quizás son la auténtica clave hacia una vida feliz.
¿Te hace más egoísta tanta preocupación por tu bienestar? La paradoja es que es más probable que te preocupes por la gente que sufre si tú eres feliz. “Algunos asumen que la felicidad hace a la gente más complaciente. Pero ocurre al contrario. La gente feliz está más preocupada por los problemas de otras personas y es más probable que actúe para ayudar”, apunta Rubin. Otros autores más “New Age” se refieren a la necesidad de poner tu grano de arena para no contaminar más la atmósfera negativa del mundo.
Si se prefiere, se puede seguir el consejo de Matthieu Ricard, monje budista y autor de “El arte de la felicidad”, que dice que ésta no es una “sucesión interminable de placeres que terminan por agotamiento, sino una forma de ser". Y, si es así, ¿no deberían nuestros hijos, en el colegio, aprender a ser felices? ¿Y nosotros, los adultos, no deberíamos dedicarle tiempo al asunto? ¿Y por qué no hacer de la felicidad un proyecto?
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