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Adiós al tabú: tenemos que hablar del suelo pélvico

Ginecólogos, fisioterapeutas y psicólogos quitan el velo de vergüenza a esta zona del cuerpo femenino. Su deterioro, especialmente después del parto vaginal, tiene remedio.

suelo pelvico
Getty Images (Getty Images)

Como un ‘puente colgante’ de músculos, fascias y ligamentos que cierran la cavidad pélvica. Así es el suelo pélvico femenino. No es un sistema hermético. Cuenta con tres orificios de salida: el recto, la vagina y la uretra. «La menor debilidad en los tejidos supone un problema. No mortal, pero sí comporta un deterioro de la calidad de vida, ya que la paciente tiende a aislarse por vergüenza», apunta Cristina Pages, ginecóloga de la Unidad de Suelo Pélvico del Policlínico HM IMI Toledo. Hay un principal responsable: el parto vaginal. «En especial, si hay obesidad materna o el bebé pesa más de cuatro kilos», apunta Belén López Mazarías, fisioterapeuta especialista en pelviperineología, del servicio de Rehabilitación de la Fundación Jiménez Díaz y coautora del blog Ejercicio de Suelo Pélvico. La caída de estrógenos tras la menopausia agrava esa laxitud muscular, haya habido o no parto vaginal. «Por eso, incidimos en la prevención, con los ejercicios de Kegel y la activación abdominal, que contribuyen a la sujeción y la adecuada posición de los órganos internos».

Tradicionalmente las mujeres vivían como un tabú el deterioro de esa zona tan íntima. Hoy se acude al médico al menor síntoma anormal. «Nos llegan pacientes del urólogo por pérdidas de orina; de digestivo, por incontinencia de gases o fecal; y del ginecólogo por falta de tono vaginal o prolapso. De entrada, se abordan con terapias no invasivas, como la fisioterapia, la electroestimulación o el biofeedback (contracciones guiadas)». El láser y la radiofrecuencia «estrechan las paredes vaginales para recuperar una óptima vida sexual», señala Maite Fernández, de la Unidad de Ginecoestética de la Clínica Tufet.

El quirófano se reserva a los casos más extremos. «Adecuado al perfil de la paciente. Por ejemplo, las mallas solo se colocan si ya no se va a volver a ser madre. Y las técnicas son cada vez menos invasivas, con cirugía laparoscópica y retroperitoneal», sostiene el doctor Miguel Ángel Rodríguez Zambrano, jefe de Ginecología y Obstetricia del Hospital HM Puerta del Sur .

Placer envenenado
«Las cicatrices perineales por la episiotomí a o ciertos espasmos musculares (contracciones involuntarias) tras una penetración desagradable  o una infección vaginal pueden generar un excesivo tono perineal. Esto supone que el coito sea desde molesto a imposible», señala Gema García Gálvez, portavoz de Centradaenti de Tena Ladyy coordinadora de la Unidad de Suelo Pélvico de Hospital Quirónsalud Madrid. El tratamiento va desde la psico-fisioterapia a la infiltraciónde toxina botulínica como relajante muscular.

Pavor a disfrutar
El temor a las pérdidas de orina es muy incapacitante, y aterra más si sucede en el coito. También angustia no satisfacer a la pareja por un exceso de dilatación vaginal. Las consecuencias: ansiedad e incluso estados depresivos. En las unidades de suelo pélvico se trata también el daño emocional.

Bisturí, lo justo
Cuando la mujer da a luz tumbada «hay más episiotomías. De lado o en postura vertical con apoyo tienden a reducirse,y no hay datos concluyentes sobre qué posición es mejor para conseguir un suelo pélvico íntegro», apunta López Mazarías. La cicatriz complica la recuperación. «La tendencia es no realizar sistemáticamente episiotomías preventivas. Estudiamos con ecografías en 3D cómo minimizar ese daño pélvico. La elasticidad vulvar también se mejora dilatando en una bañera o con masajes perineales, con o sin rosa mosqueta», afirma el doctor Rodríguez Zambrano. El doctor Marcel Caufriez ha presentado en el Hospital General de Catalunya el parto sin pujo: «La paciente solo debe activar los abdominales hipopresivos con cada contracción. Sin epidural, claro».

De alto riesgo
«Levantar pesos con frecuencia, tocar un instrumento de viento, tener tos crónica o estreñimiento con pujos excesivos para defecar debilitan la musculatura pélvica», dice la fisioterapeuta López Mazarías. «Las corredoras son muy vulnerables por el impacto constante». ¿Se puede minimizar? «Sí, mejorar la técnica de carrera para no entrar de talón ni frenar con las rodillas en cada zancada reduce el golpe. Y, siempre que se pueda, evitar la dureza del asfalto». El doctor Marcel Caufriez sugiere utilizar tampones o ‘paraguas’ vaginales (Vagi.Stabil, caufriezconcept.com; 62,92 €) de silicona médica que amortiguan el periné mientras se practican deportes de impacto.

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