No es queratina todo lo que reluce
Algunos tratamientos alisadores exceden los niveles de formaldehídos permitidos y pueden causar cáncer.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua la queratina es “una proteína rica en azufre, que constituye la parte fundamental de las capas más externas de la epidermis de los vertebrados y de sus derivados, como plumas, pelos, cuernos, uñas, pezuñas, etc., a la que deben su resistencia y su dureza”. Supone casi el 85% de la estructura capilar. La keratina, con k, no existe. Este matiz parecerá obvio pero si hacemos memoria habremos visto en mil ocasiones la palabra con k de kilo. Desde promociones de peluquerías a productos del mercado. Y si hay maremágnum en el terreno de lo léxico, en el mundo de lo real por queratina se entiende realmente un batiburrillo de productos de todo pelaje. Mejor dicho, en ocasiones, se llama queratina a lo que no lo es. O se vende bajo la forma de tratamientos ‘casi milagrosos contra el encrespamiento’ que contienen otros agentes que son un riesgo para la salud.
Los tintes, las planchas, el brushing, el sol o la contaminación “hacen que se pierda la queratina natural del cabello. Por eso se debilita la cutícula capilar, por así decirlo, el envoltorio de las fibras capilares”, explica Patrick Phelippeau, director de Jean Louis David España. Un baño de queratina ayuda a repararla, por eso el cabello parece “más liso, brillante y manejable, aunque no es un tratamiento de alisado permanente”, recalca Michel Meyer. Si el daño del cabello es extremo, se puede recurrir a tratamientos intensivos con nanopartículas de queratina que se fijan mediante calor a la fibra capilar. Así funcionan: envuelven el cabello con una forma líquida de queratina que imita a la proteína natural pero no rompen los enlaces químicos del cabello desde el interior. Por eso no se daña la estructura capilar. Sus efectos duran de tres a cinco meses, dependiendo del cabello y de cómo se lave (se recomienda un champú sin cloruro de sodio).
Esta queratina cosmética es una sustancia de origen natural. Procede de lana de oveja hidrolizada, un dato que no suelen revelar en la peluquería y que interesa a las veganas. Como tal, es una sustancia que no daña ni el cabello, ni el cuero cabelludo ni provoca reacciones por toxicidad. Pero tampoco alisa, más allá de suavizar la superficie de cada pelo. El peligro surge cuando se oferta como ‘queratina’ lo que en realidad es un tratamiento alisador con queratina y muchas sustancias más. Es habitual confundir baño de queratina con alisado brasileño. Estos productos llevan formaldehído, que es el agente responsable de alisar la fibra capilar y que sí la modifica desde dentro. “Es un producto tóxico irritante para los ojos y los pulmones. En dosis superiores a las recomendadas puede producir quemaduras, pérdida de cabello e irritaciones graves en la piel. Si la dosis de formol es muy alta incluso puede producirse dermatitis, ampollas y necrosis epidérmica. También afecta a quienes la aplican pues pueden desarrollar laringitis, bronquitis y alergias”, advierte Meyer. La OMS lo califica de cancerígeno. En la Unión Europea se permite su uso cosmético siempre que su concentración quede por debajo del 0’2 % y nunca se emplee en spray. Una restricción que poco tiene que hacer ante la plancha: en cuanto el formaldehído entra en contacto con el calor de ésta, se vaporiza. Una bruma letal que va directa a los ojos y las vías respiratorias.
El problema es que las legislaciones de muchos países americanos hacen la vista gorda y se permiten concentraciones que van 4 al 37%. No hace falta decir que comprar en Internet supuestos productos alisadores a base de queratina viene a ser como jugar a la ruleta rusa con nuestra melena, nuestras vías respiratorias y nuestra piel. Incluso los salones de peluquería son una jungla donde todo es posible. Basta con echar un vistazo a la enorme horquilla de precios que hay en los tratamientos de queratina. Desde 70 euros a casi 200. Muchos productos no respetan las normas europeas. Es ilegal, pero se distribuyen. “Hay que desconfiar de los que tienen siliconas y parabenos. Y de los sospechosamente baratos. Proporcionan brillo y ligereza momentáneos pero dejan residuos y absorben el polvo haciendo un efecto rebote. En muchos casos reducen la protección del cabello frente a los agentes externos y no son compatibles con el color. Además dejan residuos en las partes más frágiles del cabello”, advierte Carlos Fernández, formador de Franck Provost España. “Una manera de intuir que la queratina que nos están aplicando no es tal es si detectamos un fuerte olor mientras se aplica. O si nos irrita los ojos. En tal caso conviene suspender el tratamiento inmediatamente”, recalca Phelippeau. “Mi recomendación es que las clientas no se corten y exijan al peluquero el certificado europeo de conformidad del producto antes de empezar el protocolo”.
Para el uso doméstico hay infinidad de productos con un modo de actuación análogo a la queratina. En algunos casos se trata de proteínas que actúan de manera similar. “En la gama Résistance Architecte de Kérastase existe la tecnología pro-queratina, una proteína mimetizada que sustituye la función de la queratina y combate la porosidad. Actúa reconstruyendo la fibra capilar, reimplantando la materia y rellenando las microlesiones del cabello”, explica Fernando Gómez de la Paz, director de educación de Kérastase. Algunos productos prolongan sus efectos durante una semana. Anthony Llobet, estilista embajador de TRESemmé España, apuesta por la reducción de sulfatos, la queratina y la tecnología termo-activa del 7 Días Liso Keratina que “permite a las mujeres tener el pelo liso como recién salidas de la peluquería pero en casa y por un precio más moderado. Consiste en un champú, un acondicionador y un sistema de alisado que se activa con el calor de la plancha. Estos dos últimos productos llevan dos componentes, uno con carga positiva y otro con carga negativa, que se atraen como un imán formando una fina capa en la superficie del cabello”. La atracción, reforzada por el calor de la plancha, es tan fuerte que dura hasta cuatro lavados. En todo ese tiempo la melena permanece más o menos bajo control.
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