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Marcas del biquini: ¿Sí o no?

Toda una vida moviendo el bañador arriba y abajo para evitar las dichosas marcas y ahora resulta que son la tendencia de moda. ¿Esta el mundo loco o acaso ha recuperado la cordura?

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Primero intentaron arrastrarnos al bronceado sin medida a lo Donatella Versace. Luego, por salud, nosotras mismas nos autoconvencimos de que lo de estar moreno era cosa de la plebe y que lo que se estilaba era lucir una piel nívea y elegante.

Sin embargo, digan lo que digan los dictámenes de la moda, todas sabemos que un poquito de color es favorecedor y además funciona como el testimonio de nuestro joie de vivre.

El problema es que con el sol veraniego también llegan las marcas de bikini. Durante años estos tatuajes naturales se consideraron antiestéticos y un pelín chabacanos, pero desde hace unas temporadas, editoriales y celebrities como Rihanna intentan reivindicarlas como la nueva tendencia de moda. Pues bien, por una vez y sin que sirva de precedente, la que aquí escribe está dispuesta a abrazar la última extravagancia del mundo de la moda y desear que se quede con nosotros para siempre.

No me lo tengáis en cuenta, pero las que somos de piel blanquita tenemos en las marcas del bañador la prueba del avance del verano y de la consiguiente progresión de nuestra felicidad. Cuanto mayor es el contraste, mayor el orgullo y más patente la prueba de que sí, hemos viajado, hemos tomado el sol, nos hemos tirado a la bartola y estamos radiantes de puritito placer.

Pero las marcas del bikini no solo tienen su aquel para quien las enseña. También para el privilegiado o privilegiada que puede verlas al completo. Estas huellas blancas son casi como aquellos tres rombos de antaño. Si puedes verlas es porque tienes acceso algo prohibido y que permanece oculto a la luz del día, ya sea por pudor, decoro o civismo. Ese culito y esos pechos blancos no están ahí para el “disfrute” de cualquiera, y la sensación al verlos al completo es semejante a la excitación de explorar un terreno nunca pisado o el morbo de tocar lo impoluto.

En el terreno de la seducción, esta no es la única ventaja de las marcas. El contraste entre palidez y moreno consigue un juego de volúmenes muy interesante para la anatomía femenina. Si lo oscuro adelgaza y lo claro da sensación de volumen, las curvas de una mujer completamente desnuda parecerán más exuberantes con un trasero y una delantera blanquitos

Gisele en una foto del calendario Pirelli.

Pero cuidado, no nos emocionemos. Como todo en la moda, esta tendencia debe utilizarse con moderación. Una cosa es querer presumir de vacaciones y otra muy distinta forzar, como nuestra querida y extrema Kim Kardashian, la marca de las gafas a golpe de solárium. O convertir unas sencillas marcas en este horror.

Así que, amigas, abracemos las marcas del bikini con naturalidad y sensatez, y adaptándolas a nuestro propio estilo. Y, sobre todo, optéis por el look marcado, el trikini, el topless o el nudismo, no olvidéis jamás untaros en protección.

Campaña de gafas de Tom Ford.

Tom Ford

Parece que Claire Danes y Lucy Hale son fans de las marcas del biquini.

Getty

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