La brocha de maquillaje 4 en 1 con lista de espera de 10.000 personas

No hay gurú del maquillaje que no guarde alguna gran frase sobre la importancia de invertir en una buena brocha. “Siempre digo que mis brochas son como mis manos”, dijo en una ocasión la eminente Charlotte Tilbury. Este mismo verano, la congresista estadounidense Alexandria Ocaso Cortez explicaba para Vogue USA su rutina diaria de maquillaje en un vídeo que acumula casi dos millones y medio de visualizaciones en el que revelaba no solo su motivación para maquillarse o los productos que utiliza sino también las brochas ecológicas a las que se ha “enganchado” (a ella y a miles de usuarias más, por lo que hemos sabido después). El boom de las brochas es apreciable desde la multimarca Sephora (con casi 170 referencias) hasta el portal de lujo Net-à-Porter (con 180 modelos, que van de los 18 a los 564 euros). Técnicas como el contouring, el baking o el strobing, el buen uso del iluminador o el retoque de cejas han puesto en relevancia que ni todas las texturas de maquillaje son iguales y ni todas las zonas del rostro necesitan lo mismo. El resultado, por desgracia, suele ser un galimatías de qué herramienta elegir, para qué usarla y cómo conservarla limpia.

Así que cuando escuchamos que existe una brocha multiusos y asequible que ha acumulado una lista de espera de 10.000 personas en internet y que vuelve a estar a la venta, merece cierto análisis. El utensilio en cuestión, que se llama Alleyoop Multi-Tasker 4-in-1 Makeup Brush, se agotó por primera vez a principios de enero de 2020, así que 8.000 personas se apuntaron a esperar la suya. Cuando la marca lo repuso el 24 de febrero, se agotó de nuevo en tan solo 15 minutos. En abril, ya había otras 10.000 personas haciendo cola online, ávidas por comprarla. En solo un año, desde que se lanzó, ha vendido más de 200.000 unidades. Y ahora vuelve a estar disponible.

Cómo es y a qué viene tanto bombo

Lo primero que la distingue es que no se trata de una brocha al uso, sino de un cuatro en uno. La idea fue de Leila Kashani, fundadora de la marca. Al parecer, esta emprendedora afincada en Los Ángeles (que antes había lanzado otra exitosa herramienta, una cuchilla depiladora portátil, bajo otra firma) creó un canal de Slack y preguntó a un grupo de mujeres cuáles eran las herramientas de maquillaje que más utilizaban. Cogió las cuatro más habituales y las ideó en un único pincel con un doble objetivo: ahorrar tiempo y espacio (menos búsquedas en el neceser y menos bultos), y ahorrar, también, dinero (al final son cuatro brochas por 24 dólares).

En el test, Kashani descubrió que la esponja era el instrumento más popular en el maquillaje diario de las mujeres, así que comenzó a desarrollar la que considera la esponja perfecta para aplicar el corrector y el contour. Para hacerla posible hizo hasta 21 versiones. Se puede limpiar con agua y jabón, y se recomienda reemplazarla cada uno o dos meses, dependiendo del uso que se le dé, para mantener las bacterias a raya. La segunda era una brocha para aplicar el colorete y el iluminador, con lo que diseñó una angular y grande, con fibras sintéticas de alta calidad, veganas y sin látex. Así que la colocó en el otro extremo del pincel. Si desenroscas estos dos lados, aparecen las otras dos brochas.

El tercer utensilio que más utilizan las mujeres, descubrió Kashani, era una brocha de menor tamaño, para retocar las cejas, el eyeliner y el iluminador. Así que diseñó una versión más reducida, también angular. Y, por último, incorporó una última brocha, en tamaño mini, destinada a las sombras de ojos y para retoques en zonas pequeñas del rostro, en definitiva, para cualquier gesto que requiera de mayor precisión de aplicación.

En un video de la marca en el que explica cómo usar esta brocha multifacética Kashani dice que el objetivo era hacer algo muy fácil de usar: “Estaba decidida a crear este utensilio para que las mujeres no tuvieran que rebuscar en todo su bolso para encontrar el artículo que estaban buscando. Además, si no sé qué maquillaje querré llevar más tarde en el día, solo tengo que coger esta brocha, un colorete y un producto para cejas, guardarlos en el bolso y ya lo decidiré después».

Y algo importante: decidió vender su «súper brocha» en un estuche propio para mantenerlo libre de bacterias y evitar manchas con otros productos o herramientas del neceser.

La limpieza: la clave

No es ninguna revelación que mantener las brochas limpias es fundamental para la salud de la piel y para preservar los cosméticos, y además siempre deberían ser un utensilio de uso personal e instranferible. La leyenda cuenta que una víspera de Navidad, las hermanas Tamara Falcó y Chábeli Iglesias se enzarzaron porque ésta le pidió que le prestara unos polvos de maquillaje y la otra se los negó porque “tienes acné”. Aquella riña en realidad tiene su razón de ser.  Ya insistíamos en S Moda hace un tiempo: “Compartir nuestros útiles de maquillaje equivale a hacerlo con el cepillo de dientes. Con ellos podemos transmitir bacterias, herpes y cualquier otra enfermedad de la piel”, sostenía Agnieszka Pazdzior, directora de formación de Benefit.

Además de ser un foco de transmisión de nada deseable, una brocha sucia puede arruinar un producto de maquillaje. Es fácil: basta con introducirlo en un producto limpio para correr el riesgo de que se corrompa.

Maquilladores y facialistas coinciden todos en esta misma dirección: de muy poco serviría tener el mejor corrector del mundo o el iluminador más caro si no se mantiene la higiene de los pinceles con los que se aplican. “Por eso conviene tenerlos limpios. Si son de pelo natural, podemos limpiarlos instantáneamente con Brush Cleanser y, una vez a la semana, asearlos con agua y jabón neutro. Se secan al aire y sobre una superficie horizontal. Nunca en vertical, ya que se puede acumular agua estropeando la madera y debilitando la unión de los pelitos con el mango de la brocha”, explicaba Maite Tuset, senior artist de M.A.C, en S Moda. Otros consejos de profesionales para que duren mejor y más tiempo son aplicarles una vez al mes acondicionador de cabello para mantenerlas suaves, y en el caso de que sean de fibras sintéticas, limpiarlas con un producto sin alcohol.