Hay quien paga 300 euros y coge un avión para que esta peluquera les haga un corte a capas
Jayne Matthews no es una estilista como las demás: para realizar sus cortes no utiliza tijeras y no le gusta el champú. Hablamos con ella sobre cómo se consigue que un corte dure seis meses sin perder la forma.
Hay cortes de pelo que erigen carreras. Le pasó a Jane Birkin en los sesenta, con el flequillo más deseado, copiado e influyente de la historia. Ahora su hija Lou Doillon, con esa despreocupación tan perfecta que las francesas parecen llevar todas impresa en la cabellera, es una de las musas que inspiran a Jayne Matthews, la mujer que ha hecho del corte a capas casi una religión en Instagram. Hablar de sus cortes de pelo (que cuestan 325 dólares y por los que sus clientas llegan a coger vuelos internacionales hasta sus dos salones en la bahía de San Francisco) es hacer apostolado estético.
El corte que la identifica es una melena shag moderna, con capas gruesas y un flequillo que enmarca la cara, un estilo que ella define como “orgánico con un aire francés”, inspirado por mujeres como la citada Jane Birkin (francesa de corazón), y Lou Doillon (francesa de nacimiento) o Brigitte Bardot (la francesa universal). “Siento que las mujeres francesas adoptan un aspecto natural y sin esfuerzos. Mi filosofía es: córtate el pelo dos veces al año y deja que crezca. De la misma manera que podrías comprar un par de botas bonitas y bien hechas, y llevarlas hasta que se vean “vividas” y mucho más cool. Eso me resulta muy francés”, nos cuenta. Además de las parisinas, cita como “pelo soñado” el de Jane Fonda en la película Klute, las ondas brillantes y el maravilloso flequillo de Linda Ronstadt, el shag sexy y poderoso de Stevie Nicks en los setenta o el “rollo” que tenía Marianne Faithfull con su flequillo a capas a finales de los años sesenta.
La clave de su corte reside en su técnica: no utiliza tijeras. “Mi cuchilla recta puede tallar el cabello de una manera muy intencional, de tal forma que el pelo tome forma y caiga bonito sin parecer abultado. Puedo dar forma y cortar de una manera muy fluida, en la dirección natural en la que crece el pelo”, explica. Resulta cuanto menos curioso que una peluquera defina las tijeras como un instrumento un poco agresivo, pero es que Matthews no es como las demás: “Aunque trabajes mucha textura, me sigue pareciendo que dejan una forma más forzada. Dicho esto, si la cuchilla tiene mala fama es porque a veces se utiliza de forma incorrecta”, apunta. Sus famosas capas tienen el nombre de pétalos de rosa y las consigue en una hora y media (cuando se trata de un look completo). Cuando las clientas regresan a los seis meses, tarda una hora en retocarlas, pero si solo quieren pulir el flequillo y los laterales, en 30 minutos están fuera.
¿Quién paga 300 euros por un corte de pelo?
No es exagerado decir que su ritual con la cuchilla goza de cierto estatus de culto. Además de atender en sus dos salones, Jayne viaja dando formaciones y cortes “pop up” por todo EE UU.
Su clienta prototipo es artista, diseñadora o dueña de algún pequeño negocio. “Por lo general, una mujer de entre 28 y 50 años. La mayoría viene de Los Ángeles, Nueva York y Portland. Les gusta la ropa sobria y elegante. Tal vez lleven algo vintage, como unos zuecos y unos pendientes de oro hechos a mano. Por lo general, compran la ropa en pequeñas boutiques independientes y mezclan prendas. Su estilo es claramente relajado y no excesivamente formal, pero sí pensado. A menudo se hacen un flequillo que les roza las pestañas…, y les encanta la forma en la que les marca los pómulos tres meses después”. Cuando vuelven (porque siempre lo hacen) solo recortarán el flequillo de nuevo: las capas y la longitud del corte se ven bien durante al menos seis meses, y en muchas ocasiones hasta más de ocho. “Entonces empiezan a llevar el cabello recogido con un toque francés, fácil y sin esfuerzo, y les encanta la forma en que los laterales caen alrededor de su rostro. Son mujeres sensatas, inteligentes y, por lo general, extremadamente liberales”, describe Matthews.
¿En qué momento surgió este estatus de culto? “Me sigo sorprendiendo cuando alguien de algún lugar al azar en Finlandia me escribe solicitando un corte de pelo. No creo haber comprendido aún lo que está sucediendo del todo porque sigo siendo yo en mi pequeño salón de la bahía. En una ocasión decidí intentar trabajar en Los Ángeles y me puse bastante nerviosa al publicarlo (en Instagram), pensando que nadie vendría. Eliminé la publicación, contuve la respiración y 30 minutos después tenía 50 mensajes directos solicitando un corte de pelo. Creo que en aquel momento me di cuenta de que las cosas habían cambiado”, nos confiesa.
“Creo que mi corte se volvió icónico porque empecé a publicar fotos de mis clientas antes y después de que les enmarcara el rostro y les hiciera capas. ¡A menudo me comentaban cómo ese corte parecía una especie de cirugía estética! Incluso en mujeres súper jóvenes, enmarcar los pómulos y colocar el flequillo en el sitio adecuado, ahí donde la cara se ve más bonita, marca una gran diferencia. También creo que las melenas pesadas y despuntadas estaban tan de moda que la gente estaba lista para algo más ligero y con aspecto cool”, nos cuenta.
Lo que diferencia un corte de pelo de lujo
A pesar de que sus tarifas son elevadas, esta estilista no cree que el precio de un corte de pelo sea lo que lo define. “El talento está en todas partes. Mis cortes cuestan más porque de verdad creo que duran seis meses debido a que corto el pelo respetando la manera en la que crece naturalmente, así que cuando crece se adquiere una nueva y bonita forma. He visto cortes increíbles de personas que tienen talento, pero que trabajan en un salón pequeño en cualquier sitio. He visto cortes de 500 dólares cuya forma estaba forzada con planchas y un montón de productos lujosos pero que, honestamente, como corte no valían demasiado”, nos cuenta Matthews. Lo que vale, en su opinión, es cómo evoluciona a medida que crece.
“El corte de cero mantenimiento en casa existe. Solo requiere utilizar un producto que trate en profundidad el cabello según sus necesidades. A veces hace falta un poco de champú seco si no te has lavado el pelo en un par de días o un toque de agua si las puntas se han enredado. Y cepillarse siempre es buena idea. Eso es todo», cuenta Matthews.
Lo que deberíamos pedir a nuestro peluquero
Sí, Jayne llevaría fotos del corte que le gusta a la peluquería, “pero lo que es más importante aún es acudir a alguien que se especialice en tipo de corte de pelo que se quiere. Ya no hay solo un tipo de formación para cortar el pelo. Los estilistas están mucho más especializados hoy en día, de la misma manera que lo están los artistas del tatuaje. Quieres ir adonde alguien que se especialice en lo que estás buscando”, nos recomienda. “Encuentra a alguien que lleve el pelo que realmente te gusta y vete a su peluquero. No creo que yo sea la única que corta bien el pelo: creo que todo el mundo tiene un estilo propio en esta industria. Nunca pediría a un peluquero que me hiciera algo con lo que no se siente cómodo”.
Lo que sí marca una línea roja para esta estilista es el tipo de tratamientos que se ofrecen en los salones: Matthews se niega a dar formaciones en aquellos que ofrecen queratina. “Es altamente tóxico para las personas que trabajan ahí, y estilista tras estilista me han escrito mensajes sobre cómo afectó a sus carreras trabajar en espacios que hacen este tipo de tratamientos. Así que decidí apoyar a mis compañeros y no dar formaciones allí donde se utilizan toxinas tan dañinas. Me encuentro mal al estar en un sitio que las usan, aunque hayan pasado un par de semanas. Así de tóxico es”, cuenta. En su salón tampoco atienden a nadie que se haya hecho este tratamiento, o el moldeado brasileño, en los últimos tres años.
Cada cuánto deberías lavarte el pelo
El otro rasgo de identidad de Matthews, más allá de su famosa cuchilla, es que no le gusta el champú convencional. A todas sus clientas recomienda New Wash de Hairspray (50 euros los 236 ml.), un limpiador en crema libre de tóxicos que no hace espuma como el champú, “cosa que resulta extraña al principio”, reconoce, “pero que limpia el cuero cabelludo y deja el pelo como si no lo hubiéramos lavado en dos o tres días, que es cuando siempre está mejor”. En cualquier caso, si alguien decide usar champú, “le diría que lo hiciera una vez a la semana, quizá cada cuatro días. Siento que el champú descascarilla el cabello, y sin embargo esta solución deja el pelo flexible y preserva sus aceites naturales”.
¿Un truco doméstico para cuidar el cabello? “Toma hierro, vitamina B y aceite de pescado. Cepíllate el pelo con un cepillo de cerdas de jabalí y hazlo todas las noches antes de acostarte para repartir los aceites naturales por todo el cabello”. Y, si puedes, coge un avión, reserva 300 euros y pide cita.
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