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¿Es posible volver a abrazarnos de forma segura?

The New York Times ha publicado un artículo con consejos para volver a abrazarse. Preguntamos a expertos si lo ven seguro y bajo qué circunstancias.

Los expertos responden a la pregunta sobre hasta qué punto es seguro darse un abrazo.
Los expertos responden a la pregunta sobre hasta qué punto es seguro darse un abrazo.Getty

Vamos avanzando de fase y vislumbramos por fin esa llamada “nueva normalidad”. Ya hemos visto a nuestros seres queridos, incluso a algunos amigos. Pero nos sigue faltando algo. Nos sigue faltando abrazarnos.

Seamos sinceros. Los reencuentros han sido algo extraños. Tanto tiempo sin vernos y cuando por fin ha llegado el momento, ha sido como estar con el freno de mano echado. Podíamos hablar en persona, pero con mascarilla. Podíamos saludarnos, pero guardando la distancia de seguridad. ¿Va a tener que seguir siendo así?

Los expertos insisten en que hemos vuelto a nuestra vida, pero que el virus no se ha marchado. Sigue existiendo un riesgo de contagio. Lo confirman los rebrotes aparecidos en algunas ciudades.

Sin embargo, también es necesaria cierta dosis de realismo. Es difícil esperar hasta que haya una vacuna para volver a dar un abrazo a tus padres. Quizás por ello, The New York Times abordaba esta cuestión en uno de sus últimos reportajes. Consejos para volver a abrazarse, pero respetando ciertas medidas de seguridad.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que no se trata de ir regalando abrazos por la calle, como antes hacían algunos. Que los saludos por cortesía deben seguir el protocolo, manteniendo las distancias. Y que sigue siendo imprescindible evitar los besos en las mejillas (lo que ha supuesto un alivio para algunos). Pero que, si con los conocidos esto es más o menos fácil, al estar con los seres queridos más próximos, con los que no convivimos, la cosa se vuelve más complicada.

Tal y como adelantaba en The New York Times Linsey Marr , científica de aerosoles de Virginia Tech, el riesgo de contagio durante un abrazo breve no es elevado, siempre y cuando ni se tosa ni se hable durante dicho abrazo. Primer apunte a tener en cuenta.

Aun así, la experta dejaba claro que, pese a que el abrazo sea breve y evitemos los fluidos, existe una tremenda variabilidad sobre cuántos virus despide una persona. Por eso siempre es recomendable buscar diferentes formas de mostrar afecto, y reservar los abrazos solo para las personas y momentos imprescindibles, evitando los contactos casuales.

Teniendo todo ello en cuenta, las principales claves que recogen los expertos en este reportaje serían: no abrazar cara a cara, ni juntando las mejillas, es decir, poner las caras en direcciones opuestas; evitar que la cara roce la ropa o la mascarilla de la otra persona; evitar llorar o el goteo nasal; no hablar ni toser durante el abrazo; dar un abrazo breve; retirarse rápidamente para no respirar en la cara del otro; lavarse las manos antes y después de dicho abrazo.

El abrazo debe ser preferiblemente al aire libre y, por supuesto, siempre evitando a cualquier persona que tenga algún síntoma. Al ser breve, incluso para una mayor seguridad, sería recomendable contener por un momento la respiración. En el caso de abrazar a niños, se aconseja dejar que estos nos abracen alrededor de la cintura, pero respirando en otra dirección, y abrazarles a ellos desde atrás, para evitar la exhalación del menor.

¿Influyen otros factores?

Teniendo en cuenta que estos consejos proceden de Estados Unidos, queda por preguntarse si los expertos en España coinciden con los mismos. A este respecto, José Luis Alfonso, catedrático del departamento de Medicina Preventiva y Salud Publica de la Universidad de Valencia, explica que no es posible responder algo categórico sobre la seguridad de un abrazo entre dos no convivientes. “Para responder a esta pregunta hay que tener claro el contexto en el que se está”, y es que no todos los territorios, ni todas las personas tienen el mismo riesgo, aclara el experto.

Así, según el experto en Medicina Preventiva y Salud Publica, en España, gran parte de las CC.AA están ya en una fase 3 de la desescalada, con una evolución favorable respecto al descenso de positivos, que en su mayoría son asintomáticos. “Es decir, es un escenario muy cercano a la normalidad”. Precisamente por eso, aboga por “empezar a normalizar y volver a humanizar las relaciones, siempre que se pueda”.

Para aportar una mayor seguridad a estos posibles abrazos, es necesario remarcar cuestiones como la higiene de manos, bien sea a través del lavado habitual o con el uso de geles hidroalcohólicos. Si bien el catedrático también recomienda el uso de mascarilla en este tipo de contactos tan estrechos, reconoce que el problema es que gran parte de la población no la utiliza correctamente. “No todo el mundo tiene claros los distintos tipos de mascarilla o que esta ya no es eficaz después de determinado uso”.

De esta forma, lo más importante, desde su punto de vista, es evaluar el riesgo, tanto por el perfil de vulnerabilidad que tenga esa persona, como por el riesgo de transmisión del virus que tengamos según nuestra profesión, rutinas o el contacto con otras personas. “Si ambos habéis estado confinados y habéis cumplido las medidas de seguridad, el abrazo es mucho más seguro”.

Todo ello teniendo en cuenta que el riesgo cero no existe. Aunque, como insiste José Luis Alfonso, convivimos con otros muchos virus y otros riesgos de infecciones cada día.

Reaprender los gestos de cariño

Una vez más se trata de quedarse en un término medio. No podremos abrazar tan espontáneamente como antes, ni tener las mismas muestras de cariño con todo el mundo por igual. Pero también necesitamos empezar a sentir más cerca a nuestros seres queridos.

“Los seres humanos, desde que nacemos, necesitamos el contacto físico. Como otros mamíferos, disfrutamos del placer de abrazar y ser abrazados. De hecho, desde bien pequeños, buscamos los brazos de nuestra familia para sentirnos queridos, calmados y seguros. Y, al mismo tiempo, necesitamos manifestar nuestros afectos a los demás”, recuerda la psicóloga Esperanza Gil, directora del Instituto Valenciano de Educación Sexual.

La cuestión es que ahora necesitamos reaprender a abrazarnos para sentirnos más seguros los unos con los otros. “La primera medida que hay que tomar es que todo el mundo en casa conozca esta nueva forma de abrazar”, explica la psicóloga, en referencia a estos modelos de abrazos breves y cuidadosos. “Tanto niños como adultos pueden practicar esta nueva modalidad, ensayando con las personas convivientes e incluso con un osito de peluche, de modo que no sintamos tanta extrañeza cuando nos enfrentemos al momento de ese neo-abrazo”.

No se trata tampoco de sentirse obligados. Al igual que hay personas que todavía no se sienten cómodas retomando su vida social, hay quienes todavía se sienten más seguros evitando el contacto físico. Hay que respetar los ritmos de cada uno y no forzar las situaciones. Tampoco con los niños.

Pese a todo ello, la experta concluye que, sin animar a retomar contactos físicos indiscriminados, “resulta fundamental retomar el contacto físico con otras personas siempre y cuando se tomen algunas precauciones”. Y es que “los abrazos (aunque sean breves) generan endorfinas y sensaciones reconfortantes que hacen disminuir el estrés y calman la ansiedad, nos conectan a los demás y nos hacen sentir que importamos”. Eso también es salud.

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