¿Es más difícil romper con un amigo que con una pareja?
Hemos roto con el amor romántico, pero seguimos idealizando la amistad, hasta el punto de que nos cueste más poner punto final con un amigo que con una pareja.
Cada vez tenemos más claro que no todos los amores están hechos para perdurar, y que también se puede aprender y disfrutar de las historias más efímeros, que llegan a su fin simplemente porque no tenían más que aportarnos. Y aunque esa idea se repite cada vez más en películas y series donde los protagonistas ya no siempre acaban juntos, esto no pasa en cambio con las relaciones de amistad. De hecho, la amistad parece ser lo que siempre permanece. Algo así como el lema de las chicas de Sexo en Nueva York: “Tal vez nuestras amigas son nuestras almas gemelas y los hombres son solamente gente con quienes te diviertes”.
Sí, puede que empecemos a romper con la idea del amor romántico, pero nos sigue costando dejar de idealizar la amistad. Quizás por eso seamos capaces de saber cuándo una relación con una pareja está acabada, pero nos empeñemos en mantener la relación con algunas amistades, aunque ya no tengan ningún sentido.
De hecho, una investigación realizada por el sociólogo holandés Gerald Mollenhorst en la Universidad de Utrecht, estimaba que apenas la mitad de nuestras amistades durarán más allá de siete años. Queda plantearse entonces si las amistades que tenemos por más tiempo, son amistades verdaderas, o solo personas que mantenemos en nuestra vida por lo que tuvimos algún día. A veces parece que nos cueste más romper una amistad, que romper una pareja.
Un duelo emocional
Según el psicólogo Nacho Coller “generalmente los adultos tenemos entre dos y cinco buenos amigos según diferentes estudios. Es por ello que si bien la ruptura con una pareja estable, sobre todo si se comparte hogar, proyecto de vida e hijos puede ocasionar un gran impacto, porque sentimos una gran sensación de soledad, el sentimiento puede ser similar en el caso de una persona “con un perfil dependiente, que no tenga pareja y que tan solo tenga un amigo o amiga”. Al final consiste en sentirse más solo al perder al sacar a esa persona de tu vida.
En la misma línea la psicóloga Núria Jorba apunta que en realidad “la complejidad y dificultad de la ruptura tiene que ver con la implicación emocional que ha habido hasta ese momento”, más que con el hecho de que se trate de una relación de pareja o de una relación de amistad. Y es que todo el mundo ha tenido amigos que eran una parte clave de la vida, y parejas con las que realmente no se estaba del todo implicado. Es en esos casos en los que “romper con un amigo que forma parte de nuestro día a día, si nos apoyamos en él, si compartimos intimidades, etc. nos puede generar un duelo más complejo y emotivo que el de una pareja”.
De esta forma, la forma en la que nos afecte perder una amistad dependerá de muchos condicionantes, desde nuestra edad y experiencias vitales previas, al momento emocional y sentimental en el que nos encontremos. “Dependiendo de la importancia que le demos a los amigos y en el momento vital que estemos nos afectará más o menos, si estamos solteros, si estamos en la adolescencia, si no tenemos mucho entorno social, etc. nos afectará mucho más que si estamos en pareja y con bastantes amistades y apoyo familiar”, expone la psicóloga.
¿Sabemos romper con los amigos?
Otra de las cuestiones clave de por qué romper con un amigo puede llegar a afectar de una forma más profunda, es el hecho de que la ruptura no siempre se produce como tal. Es decir, con una pareja, generalmente, existe una conversación o contacto en el que se anuncia la ruptura, se exponen los motivos (sean o no ciertos) y se decide cortar el contacto con esa persona. Pero con las amistades, a no ser que haya ocurrido una pelea muy concreta, es más habitual que la relación se diluya con el tiempo o esa persona empiece a distanciarse de nosotros, sin que tengamos realmente claro el motivo.
Como apunta Nacho Coller lo habitual es que las relaciones de amistad se rompan por “hastío, malentendidos, problemas de dinero, celos de otras amistades, distanciamiento porque uno de ellos tiene pareja nueva y no se dejan de ver…” es decir, que las relaciones se van enfriando, y es difícil saber cuándo se puso un punto final en la historia. Algo que puede llegar a obsesionarnos y no permitirnos pasar página. Por ello, para que las rupturas con las amistades fueran más sanas, lo ideal sería poder “dejar a esa persona”, tan claramente como lo harías con un novio. Sentarnos y explicarnos claramente que ya no es lo mismo, pero que nos deseamos lo mejor mutuamente.
Por otra parte, en cuanto a la forma de pasar el duelo de la ruptura, el proceso deberá ser exactamente el mismo que en un caso amoroso. “El primer paso es entender, saber qué ha pasado, por qué y si queremos y necesitamos hacer algo al respecto antes de asumir la separación. El siguiente punto es generar distancia con la persona, centrarnos en nosotros mismos y por último habrá que reflexionar sobre lo vivido, asumir lo que está ocurriendo y afrontar las emociones que nos aparezcan”, relata Jorba.
Superar la amistad romántica
Finalmente, el otro factor a tener cuenta es el exceso de expectativas que ponemos en las amistades. Al final y al cabo, todos hemos soñado con ese grupo de amigos como Friends, Cómo conocí a vuestra madre o Big Bang Theory, pero lo que deberíamos aprender de estas series no es que los grupos de amigos son inquebrantables, que es la parte de ficción, sino es que no todos los amigos son perfectos, ni nos complementan en todo, por lo que es mejor tener varios amigos y compartir cosas diferentes con cada uno de ellos.
De esa forma, sabríamos entender que aunque las personas cambien y las relaciones con ellas, podemos seguir aportándonos cosas los unos a los otros. Y que si ya no es así, tampoco pasa nada por seguir cada uno con su vida. El psicólogo Nacho Coller recuerda ese mítico “algo se muere en el alma cuando un amigo se va”, pero lo cierto es que, fuera de las canciones y la ficción, “todos hemos dejado caer alguno por el camino”. Y al final no ha sido tan grave.
Así, como reflexión final, Núria Jorba aporta que idealizar en exceso la amistad nos puede hacer seguir en una relación tóxica, lo mismo que ocurre con las relaciones románticas. “Las relaciones tóxicas y la dependencia emocional se pueden dar con una pareja, pero también en las amistades”. Es por ello que para seguir con una relación, o decidir ponerle punto final, siempre debemos hacer un balance respecto a si esa persona nos hace sentir mejor estando en nuestras vidas, de una forma independiente y equilibrada, o si por lo contrario es alguien que nos roba la energía y nos mina la autoestima, en cuyo caso, hay que asumir que esa amistad no era nuestra alma gemela, pero que seguro que encontraremos otras personas en el camino, que lo hagan mucho más entretenido.
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