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Cuando los artistas se dedican a la belleza

El mundo de la cosmética y el arte conviven desde la antigüedad y se adaptan a a los nuevos tiempos.

koons

¿Te gustaría tener un auténtico Jeff Koons en tu tocador? A partir de ahora puedes colocar una obra del autor de los famosos caniches en tamaño XXL y, además, participar en una buena causa. Kiehl's acaba de firmar una colaboración con Koons, que ha ilustrado una edición limitada de la Crème de Corps llamada Balloon Flower con sus emblemáticos diseños en la etiqueta. Lo recaudado se destinará a The Koons Family Institute en defensa de la infancia. Kiehl's ya había trabajado con el grupo de artistas RxArt para lanzar una gama con idénticos fines.

Las firmas de belleza llevan años (siglos) sirviéndose del mundo del arte para elaborar envases maravillosos, casi siempre de perfumes. En España existen lugares como el Museu del Perfum en Barcelona donde se puede repasar esta particular historia artística de la belleza a través de sus frascos.

La Crème de Corps con una etiqueta diseñada por Jeff Koons.

Kiehl’s

Los egipcios ya fabricaban unas botellitas de perfume decoradas cuya influencia ha pervivido hasta nuestros días. Los tarritos para el kohl también eran verdaderas obras de arte. La cosmética ha sido objeto de decoración y coleccionismo desde el inicio de los tiempos y, desde el siglo XX, las firmas han contado con artistas para elaborar estos envases.

Una de las casas perfumistas más antiguas, Guerlain (fundada en 1828) creaba cada uno de sus frascos como una joya, y recurría a la mítica casa Baccarat para que los elaborase con su cristal. Su mítico Shalimar, por ejemplo, es obra de esta empresa. Desde hace años, es el artista multidisciplinar Serge Mansau el que diseña sus frascos y los de otras muchas marcas.

Frasco del perfume Insolence creado por Serge Mansau.

Guerlain

Hoy día no es difícil conseguir que un artista de prestigio colabore con una marca (de hecho, es una campaña de marketing magnífica y una manera inmejorable de acercarse al gran público) pero hubo pioneros como Salvador Dalí que se adelantaron a nuestra época. En 1982 firmó un contrato de licencia con Jean-Pierre Grivory para producir perfumes bajo su nombre. Y, cómo no, con un envase absolutamente daliniano.

Eau de Dalí, con un envase 100% Salvador.

Salvador Dalí Parfums

En los años 50 ya había trabajado junto con Elsa Schiaparelli en el diseño de frascos de fragancias, y es que el grupo de los Surrealistas encontró en el mundo del perfume una fuente de inspiración. La artista Leonor Fini creó la botella de Shocking, de Elsa Schiaparelli a comienzos de los 50. Parece que este diseño gustó tanto a Jean Paul Gaultier que lo "interpretó" para su propia línea de perfumes. Además, los carteles publicitarios los realizó el también surrealista Marcel Vertes en 1952.

Antes, durante el modernismo, los ilustradores colaboraban con regularidad con firmas de belleza. El español Rafael de Penagós era habitual de la Perfumería Gal antes de dedicarse al Art Déco. Las célebres vaselinas de esta casa aún conservan ese delicioso regusto de principios del siglo XX en su packaging. Penagós también será recordado por la creatividad de la cartelería de Heno de Pravia, de la casa Gal.

La casa española Myrurgia, hoy perteneciente al grupo Puig, contó en los años 20 y 30 con artistas de la época. El escultor frances Julien-Henri Viard fue uno de ellos, y creó para ellos los frascos de más de una decena de perfumes con nombres tan patrióticos como Suspiro de Granada o Clavel de España. El ilustrador catalán Eduard Jener fue el encargado de dibujar en 1922 el cartel de otra fragancia muy conocida de Myrurgia y (sorprendentemente) denominado Orgía. Eran los locos años 20.

Shocking, de Elsa Schiaparelli, diseñado por la artista Leonor Fini.

En los albores del siglo XXI las colaboraciones entre artistas y firmas de belleza son múltiples… y adaptadas a los movimientos propios de nuestro siglo. La firma MAC, célebre por sus invitados de lujo cada temporada (últimamente la más sonada es la de Lady Gaga), no para de crear ediciones limitadas con artistas. Con la grafittera Fafi demostró que el arte urbano no está reñido con la cosmética. Fue en 2008 y consiguió atraer a un público más juvenil y amante de los movimientos callejeros.

Con la fotógrafa Cindy Sherman, célebre por sus retratos conceptuales, MAC llevó a cabo el pasado verano una campaña de lo más llamativa. La propia artista protagonizaba los visuales más kitsch de la historia de la cosmética, maquillada como una muñeca o un payaso con maquillaje de la firma.

Botella decorada por Moyoco Anno para Shu Uemura.

Shu Uemura

Shu Uemura, adquirida por L'Oréal, también adora recurrir al trabajo de jóvenes artistas para redecorar sus envases. Una de las más célebres (siempre fuera de España, claro, porque aquí de momento no se comercializa esta firma) fue la que realizó con Moyoco Anno, toda una figura del manga japonés. También han trabajado con Aya Takano y hasta… ¡Wong Kar Wai!. Con el director chino se completaba este círculo de arte y belleza, y sirvió de inspiración para una colección de maquillaje inspirada en el film 2046. Además, dirigió un precioso spot para la campaña. Hay más: Lancôme y Yayoi Kusama, que creó un  Bourjois y la artista parisina Juliette Buré, cK One con el graffitero Futura, Urban Decay con la ilustradora Kime Buzzelli… Y una interminable lista que crece cada temporada.

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