Colorimetría, el arte de teñir
Esta temporada se apuesta por tonos vivos, lo que rompe con la racha de los últimos siete años, que abogaba por resultados más naturales.
No es un invento reciente; de hecho, acumula millones de años. El primer tinte natural, la henna, se atribuye a los egipcios. «Los países árabes también la usaban. Después, llegaron los tintes en forma de polvos de talco. Los borbones y los habsburgo del siglo XVIII los empleaban para sus pelucas. Los químicos aparecen en el siglo XX», explica el estilista Lluís Llongueras. En ese periodo las campañas publicitarias solían hablar de cubrir canas pero no de cambiar el color del pelo. La verdadera revolución llegó de la mano del fundador de L’Oréal, Eugène Schueller. Este químico fundó la Sociedad de Tintes Inofensivos para el Cabello y perfeccionó el primer método basado en la oxidación.
Diagnóstico personalizado
«El color es un fenómeno óptico, el resultado de lo que el ojo ve gracias a la interacción entre la luz y la materia», explica Patricia Pineau, vicepresidenta de Comunicación de L’Oréal Research and Innovation. Pero ¿en qué consiste la colorimetría? «Se trata de las reglas básicas que todo colorista debe conocer. Por ejemplo: el ceniza neutraliza el cobre y el irisado, el amarillo. Los grandes intérpretes de esta técnica se imaginan un resultado antes de realizarlo y hacen un diagnóstico de cada cabello antes de crear la coloración», explica Mª Ángeles Cebrián, directora técnica de Productos Profesionales de la casa francesa.
Naturales, mixtos o químicos
Como explica Gloria Garnacho, responsable de Tricología en la Clínica Dermatológica Internacional, existen tintes naturales (extractos de plantas), mixtos y químicos. Estos últimos se clasifican en temporales, semipermanentes y permanentes. El temporal se usa para cubrir canas o dar un tono sutil, no penetra en el tallo piloso pero se adhiere a la cutícula. El semipermanente deposita color sin efecto aclarador. No entra en el tallo, por lo que es menos agresivo, pero su efecto dura menos, de seis a ocho semanas. El permanente accede al tallo porque lleva agentes oxidantes. En la coloración capilar se maneja una paleta amplia y creativa, aunque la clasificación más frecuente la divide en tres grupos: cobrizos, marrones, beis cálidos y rojos; marrones y beis fríos; violines, cenizas y mates. «Los tintes más perjudiciales son los permanentes de tonos oscuros, pues la concentración de aminas aromáticas es mayor», afirma Garnacho.
Avances científicos
La principal novedad en coloración es el esfuerzo que se está realizando para sustituir el amoniaco (un alcalino muy eficaz para teñir pero cuyo olor no gusta a las mujeres, según un estudio de L’Oréal). Existe una alternativa, la monoetanolamina (MEA), pero es menos eficiente. La buena noticia: los laboratorios del grupo francés han encontrado una fórmula, basada en aceite en vez de agua, para mejorar su eficacia. El invento aclara más el pelo, intensifica su color y lo cuida.
¿Qué piden los hombres a un tinte?
Ocultar las canas, reavivar el color natural e, incluso, probar un nuevo tono, según Schwarzkopf Professional. «La coloración masculina ha avanzado y ha dejado de ser tabú. Ahora se busca un efecto camuflaje, para disimular y entremezclar las canas con el color habitual del cabello. Así se rejuvenece el aspecto», afirma Óscar, de Tön Vangard Peluqueros. Es decir, se apuntan a la técnica… cuando pasa desapercibida. «Tradicionalmente el hombre ha tenido prejuicios para reconocer que se ha dado color porque lo asociaba a la edad, de ahí que hayan salido productos naturales al mercado», dice Jairo Alonso, director de la marca Rizos.
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