Christine Nagel, nariz de Hermès: «Quería crear un jardín seco, sin flores, en el que no hubiesen intervenido ni la lluvia ni la mano del hombre»
¿Cómo se imagina un perfume lleno del hedonismo de las islas del Peloponeso en pleno confinamiento? La directora creativa de Hermès Parfums, Christine Nagel, tiene la respuesta. También el resultado: Un jardin à Cythère, un perfume imposible de olvidar.
«Durante el confinamiento me aferré a una convicción inamovible”, cuenta Christine Nagel (Ginebra, 1959), directora de perfumes de Hermès, “la próxima fragancia tenía que representar un jardín ubicado en Grecia, pero, claro, en esos momentos no se podía viajar y solo tenía dos opciones: esperar a que se abrieran las fronteras o rebuscar en mis recuerdos”. Y esta experimentada nariz, que según sus propias palabras puede encontrar inspiración en cualquier lugar, decidió que, dado que en esos momentos no estaba permitido viajar, haría lo segundo: quería ver hasta dónde podía llevarle su memoria visual y olfativa. “A la mente me vinieron unos olivares atravesados por el sol y rodeados de campos de hierbas silvestres que se balanceaban con el viento y se fundían con un mar azul profundo. Era una visión que había tenido en muchos lugares de Grecia, pero de manera más concreta era la imagen que se correspondía con las emociones que sentí en la isla de Citera, hace muchos años, la primera vez que visité el país”. Y así, efectivamente, fue como nació Un jardin à Cythère, el nuevo capítulo de la saga olfativa que inició en 2003 su predecesor y maestro, la leyenda de la perfumería Jean-Claude Ellena.
Curiosamente, la primera entrega de esta línea de fragancias que rinde homenaje al concepto de jardín como imaginario poético y que con ese pretexto viaja por diversos escenarios, fue también dedicada al Mediterráneo (Un Jardin en Méditerranée), aunque en aquella ocasión las notas acuáticas pergeñaban un perfume muy diferente. Después vendrían las evocadoras riberas del río Nilo (Un Jardin sur Le Nil), los vergeles chinos (Le Jardin de Monsieur Li), la selvática azotea de la propia maison en el 24 de Faubourg Saint-Honorè (Un Jardin sur le Toit) y la evocación de la frescura del monzón indio (Un Jardin après la Mousson), todas creadas por Ellena. La primera de Nagel dentro de esta serie, Un Jardin sur la Lagune, recreaba un arriate en el interior de Venecia. Para su siguiente parada no se ha ido a la otra orilla: la isla en la que pensó aquellos oscuros días de confinamiento para traerle luz, Citera (en francés, Cythère) es el lugar donde, según la mitología, nació Afrodita, la diosa griega del amor, pero también uno de esos puntos del Peloponeso que durante centurias estuvo bajo la dominación veneciana.
Nagel decidió que la siguiente parada que ella haría sería un regreso a la cuna de la cultura clásica, pero no por mar, sino interior: “Quería un jardín seco y sin flores, en el que no intervinieran la lluvia ni la mano del hombre”. Así fue como empezó a experimentar con el concepto de las gramíneas doradas, la madera de olivo y el pistacho fresco que desprenden su fragancia bajo el sol. Solo había un problema: de ninguno de estos elementos existe un extracto, razón por la que el desarrollo de su idea se ha alargado tres años, en los que esta ingeniera química, que descubrió su verdadera vocación cuando se dio cuenta de que las moléculas que de verdad le interesaban eran las olfativas, no cejó en su empeño (el mismo que le ha llevado a ser la creadora de algunas de las fragancias más exitosas de los últimos tiempos, como el For Her de Narciso Rodriguez). Supo que por fin podía pronunciar el famoso eureka griego cuando mandó su primera prueba de fragancia al presidente de Hermès, Pierre-Alexis Dumas, para quien Grecia es una segunda patria y él le dijo: “Me siento en casa”.
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