Anjelica Huston: “Cuando era niña sabía a qué se dedicaban mis padres pero vivíamos en Irlanda y desconocía la reputación que tenían»
Anjelica Huston ha pasado los últimos meses entre secuoyas, animales y hortalizas. Conversamos con la indiscutible diva de los tiempos que corren, sus recuerdos y sus sensaciones al ser nombrada, con 69 años, embajadora de los perfumes Gucci Bloom.
A Anjelica Huston (Santa Mónica, California, 1951) la pandemia le pilló en su granja en el californiano Parque Nacional de las Secuoyas. Rodeada de caballos, perros, gatos, patos y cabras, ha puesto todo su empeño en su jardín, que ha convertido en su huerto particular. Tomates, lechugas, cebollas, calabazas… que ella misma ha plantado, visto crecer y saboreado en la mesa. «He aprendido a apreciar más todo lo que tengo, y satisface mucho poder disfrutar de mi trabajo en el campo», dice al otro lado de la línea la ganadora de un Oscar como mejor actriz de reparto. También ha sacado varias enseñanzas de esta situación. «Nos enfrentamos a una etapa muy crítica y dolorosa para mucha gente que nos mostrará lo mejor y lo peor de todos. Dependerá de lo que salga de cada uno». Por el momento, se queda con lo bueno. «Si te fijas en el trabajo que han realizado los sanitarios en todos los países, ha habido muestras increíbles de nobleza y de compasión». Y con una lección. «A veces hace falta una crisis para aprender. Esta nos ha enseñado que no estamos al mando del mundo, hay algo más grande que nosotros ahí fuera».
Sabiendo cómo se ha entretenido durante el confinamiento resulta fácil sentirse identificado con ella. Los memes y los grupos de WhatsApp también han formado parte de su día a día. «Tengo un grupo de amigos en el móvil que me ha venido muy bien durante estos meses. En él conversábamos, nos enviábamos imágenes, vídeos, información… A veces para divertirnos, otras para informarnos. Hemos reído y hemos llorado juntos a través de este canal». Este es el lado positivo de una tecnología que la ha mantenido en contacto con los suyos y que ha permitido, por ejemplo, realizar esta entrevista superando el escollo de los 9.000 kilómetros que separan su casa de Madrid. La actriz se muestra crítica con el lado oscuro de las redes sociales. «Al final depende del uso que se le dé, pero creo que pueden entrañar un peligro, especialmente algunos tuits que se publican a altas horas de la noche». No da mayores referencias sobre qué mensajes o personas tiene en mente cuando hace esta reflexión.
La actriz no necesita presentación. Leyendo sobre la vida campestre a la que le ha abocado el virus, nadie imaginaría que se trata de la misma mujer que lleva a sus espaldas 50 años de carrera, decenas de películas y una veintena de nominaciones a los premios de cine más importantes del mundo, como los Oscar (tres), los Globos de Oro (ocho) o los BAFTA (dos). Su voz amable y pausada al teléfono tampoco concuerda con la imagen, falsa, de una gran diva del cine, perteneciente a uno de los clanes del séptimo arte más importantes de Estados Unidos. Su abuelo era el actor canadiense Walter Huston (El virginiano, El tesoro de Sierra Madre) y su padre el director John Huston (El halcón maltés, El honor de los Prizzi, en la que dirigió a su hija y le valió la estatuilla dorada). Durante algunos años, vivió ajena a la fama estelar de sus progenitores. «Sabía a que se dedicaba porque veíamos sus trabajos en un proyector que teníamos en casa, pero en esos momentos vivíamos en Irlanda y desconocía la reputación que tenía», confiesa. Sintió el gusanillo de la interpretación gracias a las fiestas que se celebraban en su hogar. «Quería parecerme a esas actrices que desfilaban por las reuniones de mis padres. Recuerdo que me impactó especialmente Deborah Kerr, a mi hermano y a mí nos encandilaba su cercanía y su belleza». Valoró también el ballet, profesión de su madre, la bailarina Enrica Soma.
Cinco décadas después de sus primeros intentos en el cine, que fueron acogidos con malas críticas a las que se juntaron el drama de perder a su madre en un accidente, Anjelica ha sido cogida en decenas de papeles irrepetibles. Ha sido la chica mala de la mafia para su padre, la Gran Bruja de Las brujas o Morticia Addams en las dos películas de La familia Addams. Al mencionar a la matriarca de la tenebrosa familia, de hecho, no se puede evitar que aparezca la imagen de la actriz en mente, uno de sus papeles más icónicos. «No es un personaje cómodo de interpretar, pero adoro el resultado y su personalidad contradictoria, entre lo lúgubre y el cariño». No sabría con qué personajes quedarse, pero destaca dos más. «Algunos suponen retos mayores que otros, pero creo que me quedaría con Los timadores y con Las brujas, un largometraje genial para compartir con toda la familia, niños incluidos».
A su familia, nos cuenta, no solo le debe su trayectoria profesional: también su fuerte compromiso con las causas sociales. «A mis padres les preocupaba especialmente la justicia y la igualdad. De hecho, me marcó mucho una historia preciosa que me contaron sobre uno de mis tatarabuelos, que durante la Guerra de Secesión decidió liberar a sus esclavos». En Twitter, donde no se prodiga mucho, comparte solo mensajes apoyando diferentes causas en las que cree: une fuerzas con PETA a favor de los animales o dona a asociaciones para ayudar a las personas sin hogar y anima a sus seguidores a seguir su ejemplo. ¿Deben los famosos aprovechar su influencia y comprometerse? «A mí me gusta involucrarme, pero no se le puede imponer a nadie, dependerá de las convicciones de cada uno».
En los jóvenes de ahora, famosos o no, sí que aprecia este compromiso, lo que le genera muchísima esperanza para el futuro. Esta entrevista tuvo lugar a mediados de junio, cuando las revueltas en varias ciudades de Estados Unidos por el asesinato de George Floyd a manos de la policía rozaban su punto álgido. «Qué bonito ver a tantos adolescentes que, en momentos tan difíciles como estos, salen a la calle con valentía para luchar por lo que quieren, lo que desean». A falta de hijos («Quise tenerlos, pero no podía»), se siente muy orgullosa de sus sobrinos.
Sobre las desigualdades que se denuncian en la industria cinematográfica, cree que ha llegado el momento de que todas las personas dispongan de oportunidades, pero se pregunta si es necesario imponer reglas que determinen qué profesionales pueden interpretar qué personajes. Ella participó en Transparent, protagonizada por un hombre en el papel de una mujer transexual. «No sabría decir si solo las personas transgénero pueden coger papeles trans. La actuación trata precisamente de la imaginación, el descubrimiento, de acercarse a la esencia. Lo que hace falta es que todas puedan acceder a los diferentes personajes que salen».
En ocasiones previas se ha pronunciado sobre los casos de acoso en su sector, y su pensamiento no ha cambiado. «Yo no diría que lo he sufrido. Por otro lado, creo que la gente necesita aprender a cuidar mejor de sí misma, es muy fácil recurrir después a un abogado, pero en su momento deberían haberse opuesto: ‘No hagas esto, no me gusta y no lo quiero’. A veces ciertos comportamientos pueden malinterpretarse».
Ahora, con Hollywood a medio gas por la situación sanitaria, vuelve al foco mediático como una de las embajadoras de la familia de fragancias Gucci Bloom de la casa de moda italiana. Su idilio con la firma viene de lejos. «Mi primer bolso era de Gucci, recuerdo que me hizo muy feliz recibirlo. Ahora siento las mismas emociones que entonces». Igual que en su momento el bolso le acompañó a todas partes, ahora lo hace el nuevo perfume, Profumo di Fiori. «Solo uso este, y es mucho decir, porque llevaba 30 años fiel a otro». La razón: que se siente identificada con su aroma. «Para mí huele a la década de los sesenta, está cargado de romanticismo. Es importante sentirte identificada con su olor, pues lo vas a llevar todo el día y debes reconocerte en él». Preguntada por las críticas a la industria cosmética de edadismo, no cree que sigan vigentes. Su nombramiento con 69 años como rostro del perfume coinciden.
Anjelica reconoce en la distancia que se siente plena. La primera frase que pronuncia Morticia Addams responde a la pregunta de si es infeliz. «Sí, absolutamente». ¿Es Anjelica Huston, por su parte, completamente feliz? No duda ni un segundo. «Sí, lo soy. He pasado por momentos muy dramáticos y sufrido mucho, pero soy muy feliz, y lo soy a diario. Me despierto cada día llena de felicidad y de curiosidad por ver qué me espera ahí fuera y qué puedo aportar».
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