Exhibicionismo de lo bello en TikTok: cómo los frascos de perfume han cobrado más importancia que nunca
El envase siempre ha jugado un papel fundamental en el ‘story telling’ de las fragancias, pero adquiere más protagonismo que nunca en la era de la viralidad. La generación Z enloquece con los diseños más atrevidos, más recargados o más exclusivos

“Soy una snob del packaging. No digo que sea completamente determinante, pero definitivamente me flipo más o menos por una fragancia basándome en el frasco”, reconoce @thetopnotes al poco de confesar a corazón abierto que tiene una colección de más de 200 botellas. Es uno de los muchísimos vídeos que podemos encontrar en TikTok bajo el título “Prettiest Perfume Bottles”. Una fantasía solo apta para bolsillos holgados donde chicas ideales, con pieles impolutas (cortesía de una sucesión de filtros) y manicuras imposibles muestran a sus seguidores las botellas de perfume más bonitas. La mayoría de ellas, de perfumería nicho y a alcance de pocos.
En el caso de este viral no importa mucho si el jugo lo firma Alberto Morillas, Anne Flipo, Francis Kurkdjian o cualquier otro pope de la industria del perfume. Da igual que esté sin usar, a medias o vacío. La excusa para coleccionarlos es tan simple como que tengan un frasco impresionantemente bello. Y no hablamos de unos pocos. Algunos coleccionistas atesoran miles.
Y llegó el frasco como objeto de deseo
Carrie Bradshaw y Sexo en Nueva York nos enseñaron a toda una generación de mujeres a mirar los zapatos con la admiración de quien contempla un Picasso o un Goya. Era cuestión de tiempo que alguien se diera cuenta del potencial de convertir un stiletto imposible en una obra de arte pop. Y encima, a precio más o menos asequible.
Sucedió en 2016. Carolina Herrera lanzaba Good Girl, una fragancia sofisticada embotellada en un escarpín de tacón de aguja interminable, metáfora de una fémina potente y a la vez exquisita. En estos nueve años se ha convertido en un icono de la marca, en una de las fragancias más vendidas en el mundo (en ocasiones alcanzando el primer puesto en el ranking de superventas globales) y objeto de deseo para coleccionistas. Basta con decir ‘el perfume del zapato’ para que todo el mundo sepa de cuál se trata. Cuenta con más de una veintena de variaciones y hasta una edición limitada con más de 2.000 cristales de Swarovski pegados a mano (10.000 euros).
Fue la constatación de que los perfumes mass market también podían subirse al carro de los frascos joya, un terreno donde la perfumería nicho llevaba años moviéndose como pez en el agua. House of Sillage, Parfums de Marly o Clive Christian son solo algunas de las maisons cuyos frascos son auténticas virguerías con relieves, tapones esculturales y brillantes a discreción.
Exhibicionismo desde TikTok
La generación Z y su vocación plusmarquista no duda en mostrar al mundo los frascos más chulos en su haber. Cuantos más, mejor. Cuanto más caros, raros o exquisitos, mejor. En un cruce entre el síndrome de Stendhal y la búsqueda del like, @hllywoodforever declara “aprecio un frasco de perfume bonito. Acompañadme y os enseño algunos de los favoritos en mi colección”. Lo hace mirando a cámara mientras sostiene una caja de mármol repleta de perfumes coronados de filigranas doradas y otras fruslerías. “Los de De Marly son mis favoritos, con la borla y el diamante en la parte de arriba del tapón. Son una preciosidad, me emocionan solo de verlos”, confiesa a corazón abierto @fragrancelovers con el mismo embelesamiento con el que miraba Napoleón a la Mona Lisa cada mañana al despertarse en sus aposentos.
Maria Helen (@thetopnotes) pone hasta un toque empalagoso digno de San Valentín: “De mi colección personal destaco los tapones de Le Labo. ¡Son super pesados! En la etiqueta hay una parte que puedes costumizar con tu nombre o con el mensaje que quieras. Este de Another 13 me lo grabó mi marido, ¡es un toque tan romántico!”. En el polo opuesto, @justperfumeau señala que, además de coleccionar, estos frascos bonitos decoran un montón: “I want Choo de Jimmy Choo queda ideal en la estantería”, añade.
Salvador Dalí ya lo hizo antes
Con el permiso de los tiktokers enamoriscados de esos frascos carísimos y al alcance de pocos bolsillos, hay que reconocer que hace ya un siglo que la industria perfumera vio negocio en lo de unir sus designios al arte. Según glosa un extenso artículo en Hyperallergic, allá por los inicios del siglo XX, el artista ucraniano Kazimir Malévich andaba tan fascinado con las vanguardias artísticas del momento como necesitado de dinero. Así que cuando Brocard & Co (rebautizada tras la revolución soviética como Novaya Zarya, o sea, ‘nuevo amanecer’) le propuso diseñar una botella arty con aires moscovitas para el perfume Severny, no lo dudó. Se marcó una mini obra de arte precubista consistente en un oso sobre un iceberg hexagonal labrada en cristal semiopaco.
Aquel hito en la todavía Rusia de los zares marcaría el paso para romper con la tradición decimonónica de frascos inspirados en las botellas de pociones farmacéuticas. En 1937 Leonor Fini evocó la silueta curvilínea de una mujer para Shocking! de Elsa Schiaparelli. Cuentan los archivos de la Maison Schiaparelli que se inspiró en Mae West, la sex symbol del Hollywood de la época. El torso femenino, con más o menos cambios, regresaría décadas después de la mano de Jean Paul Gaultier para Classique (con corsé), y para KKW de Kim Kardashian (desnuda). Nueve años más tarde de la osadía de Fini, su amigo Salvador Dalí volcó todo su excéntrico talento en un frasco coronado por un sol en cristal Baccarat para Le Roi Soleil. De haberlo lanzado ahora, algún tiktoker lo habría calificado como “gorgeous”, el adjetivo comodín que se traduce como fabuloso, fascinante o flipante y que se repite cual rolling gag. Del de su amiga Fini habrían dicho que “es muy girly, coquette y pretty“.
Se disfrutan llenos y se guardan vacíos
Cuando el frasco es bonito, se usa la fragancia y se atesora una vez acabada como quien luce un Gargallo en el salón. “La última vez que los conté tendría unos 585. ¿Qué por qué los guardo vacíos? Pues qué quieres que te diga, no hago daño a nadie y no estoy cometiendo un crimen. Es asunto mío, mi amor, mi pasión. Así que, por favor, meteros en vuestros asuntos antes de dejarme comentarios negativos”, reivindica @itsonluhayleyx. “No voy a dejar de coleccionar por vuestras palabras, así que, si esto es lo que piensas, espero que te mantengas bien lejos”, remata sin miramientos.
Una búsqueda de belleza que acelera las ventas. Las marcas lo saben y no olvidan nunca la importancia del amor a primera vista. Más allá del nicho, muchas son las enseñas que apuestan por sorprender con sus recipientes. Desde colecciones inspiradas en frascos antiguos (Gucci, Chloé o Guerlain) a llamativos envases que despiertan la curiosidad, como el último lanzamiento de Zadig & Voltaire (Zadig), con forma de alas. Lo visual manda más que nunca y por eso los frascos de Sol de Janeiro se identifican rápidamente por su color o el número de su fragancia, impreso a gran tamaño en el frontal de sus botes relativamente sencillos. Diferentes tácticas y apuestas para conquistar la volátil atención, muchísimo más efímera que un eau de toilette.
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