Mario Dedivanovic, maquillador de Kim Kardashian: “Quería tener mi propia empresa para que mi madre estuviera orgullosa”
Su primer contacto con el maquillaje fue a través de los productos que le regalaban a su madre, que limpiaba en las oficinas de L’Oréal. Hoy su marca, valorada en 200 millones de dólares, triunfa en Sephora y es viral en redes sociales
Hace poco más de una década muchos aficionados al maquillaje cayeron rendidos ante el poder escultor del contouring, esa técnica que juega con luces y sombras en brochazos para cincelar ópticamente el rostro. El invento no era nuevo, sino un viejo conocido de los profesionales, pero se convirtió en la primera tendencia de belleza viral en la era de las redes sociales. ¿Su principal valedora? Kim Kardashian. ¿El responsable de ejecutarlo? Su maquillador, Mario Dedivanovic (Nueva York, 40 años): “He pensado mucho en por qué funcionó”, reflexiona a su paso por Madrid, “fue la sincronización de varios hechos: las redes sociales acababan de llegar, la gente empezaba a hacerse selfies, a pensar en la iluminación… todos habían visto a las estrellas perfectas en las fotos, pero nunca se habían preguntado cómo lo conseguían. Las redes difundieron trucos y técnicas que sirvieron a la vez para retroalimentarlas con las fotos que cualquiera empezaba a hacerse”.
A Kardashian la conoció casi por casualidad, en 2008, cuando ella necesitaba un maquillador para una sesión de fotos y el mundo aún la miraba por encima del hombro. Congeniaron y repitieron, pero el agente de Dedivanovic le advirtió de que, si quería avanzar en su carrera, debía cortar esa relación. No hizo caso y el resto es historia de la cultura pop: “Conectamos desde el principio, no hubiera estado bien dejarla porque fuera una estrella de realities. Además, siempre vi algo increíble, diferente y especial, cierto poder en ella”. Responde sin prisa, pero sin reparos. Directo en cada respuesta, se le humedecen los ojos cuando recuerda su infancia, muy alejada del salón de un hotel de lujo donde tiene lugar esta entrevista. El creativo es epítome del sueño americano: hijo de inmigrantes albaneses, los primeros productos de maquillaje que pasaron por sus manos fueron los que le regalaban a su madre, que limpiaba las oficinas de L’Oréal. Precisamente su progenitora marcó su rumbo: “Empecé a trabajar en Sephora con 17 años y supe pronto que quería ser maquillador, pero mi familia no lo aceptaba. Mi madre prefería que fuera como los ejecutivos de la compañía francesa que veía a diario y así fue como decidí poner este sueño en marcha. Básicamente me convertí en un maquillador conocido para tener mi propia empresa, como Nars, para que mi madre estuviera orgullosa”.
El espíritu emprendedor le había asaltado antes, con 12 años: “Un día en el supermercado vi a un niño empaquetando bolsas y a la gente dándole propinas, así que pedí hacer lo mismo. A la mañana siguiente estaba allí a las ocho y trabajé hasta el cierre. Gané 100 dólares”. Con ese dinero se compró un par de zapatillas Air Jordan. “Todos los niños en mi clase las tenían porque entonces Michael Jordan era lo más. Lo más divertido es que después de muchísimos años terminé en su casa maquillando en su boda. Nunca olvidaré cuando me firmó el cheque, fue un momento mágico”.
Empezó a maquillar en la tienda de Sephora de Union Square en la que ahora triunfan los productos de su propia línea de maquillaje, Makeup by Mario. Una empresa que el año pasado era valorada en 200 millones de dólares (unos 184 millones de euros). Tener su propio negocio había sido un objetivo vital, uno que estuvo a punto de torcerse cuando decidió crearla, en pleno 2020. “La pandemia fue increíblemente difícil, pero lo superamos y aquellas dificultades me hicieron apreciar más las cosas”.
Hoy disfruta imaginando las fórmulas que quiere para su paleta y con la gestión de la compañía, pero sobre todo enseñando. Porque un rasgo diferencial de Dedivanovic es su pasión por la divulgación, que se siente en su página de Instagram, cargada de consejos. “Cuando yo estaba empezando los maquilladores se guardaban todo, había mucho secretismo y la única manera que tenías de aprender era asistiendo a otro maquillador. Pero la gente me empezó a escribir pidiendo ayuda desde sitios en los que no había grandes maquilladores de los que pudieran aprender. Así se me ocurrió la idea”. Desde hace años reúne además a seguidores y artistas para compartir con ellos sus técnicas. Al principio a unos pocos y ahora a miles en eventos que se convierten en grandes acontecimientos. “Mi madre vino a la primera masterclass que hice en Nueva York y dijo que ella prepararía la comida para que yo no tuviera que comprarla. Vinieron unas 100 personas y cuando vio a toda esa gente me entendió y empezó a apoyarme”.
Capa sobre capa
Pese a que se hizo célebre por maquillajes elaborados, la técnica de Dedivanovic se caracteriza por construirlos poco a poco: “Menos es más y el efecto más bonito se consigue con menos producto. Aplicando capas muy finas y construyendo sobre ellas solo si es necesario. Con estratos muy ligeros. La clave es aplicar muy poco y luego añadir más si hace falta”. Precisamente, reconoce, el error más común que ve a diario es el exceso: “Utilizar mucho producto. Por lo que veo a diario en Instagram, TikTok y demás, hoy en general veo demasiado exceso”. Aun así, las redes le divierten. Esos canales en los que él contribuyó a colocar el maquillaje y que hoy generan millones de horas de contenido a diario sobre la materia. “Es fascinante y también divertido. La belleza en las redes se ha convertido en entretenimiento infusionado con algo de educación”.
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